lunes, 21 de septiembre de 2015

PARÍS, TEXAS (1984), de Wim Wenders

Éxito rotundo del debate que sostuvimos a propósito de "Vértigo", de Alfred Hitchcock siendo destacado como uno de los mejores programas de la semana en Ivoox. Si queréis escucharlo, está aquí.

Un hombre camina solo y perdido por en medio del desierto. Por su cabeza habita el pasado lleno de errores, de palabras dichas a destiempo, de abandonos que nunca deberían haber ocurrido. Es un mendigo del acierto porque lo único que quiere es intentar reparar las equivocaciones. Es el elemento que distorsiona la realidad de un lugar inhóspito y frío a pesar de que el calor es implacable. Quiere alcanzar París. Quiere volver a tener días de ilusión y de suavidad en las manos. Quiere respirar tranquilo y creer que todo ha merecido la pena. No ha sido un buen hombre porque condenó a lo que más quería a una vida despegada, sin asideros, sin mañana y sin espejo. Camina con rumbo pero sin destino. Ya no le quedan lágrimas. Solo disculpas. Y aún así sabe que nada volverá a ser como antes porque ha negado cualquier posibilidad de cambiar el futuro. Quiere sentir el amor, aunque sabe que no es para él.
Su silencio es elocuente. Es un silencio de miedo porque al decir las cosas, mueren las intenciones. Quiere mirar sin ser visto. Ser espectador de una realidad que su presencia no distorsione. Quiere llorar con libertad pensando que ha hecho lo correcto. Tal vez sabe que hay errores que son muy difíciles de reparar. Tal vez sabe que tiene que alterar vidas para que las piezas encajen. Es un hombre desvalido en un mundo al que nunca perteneció. Conserva el humor. Se fija en los detalles, sobre todo en todos aquellos a los que jamás dio importancia. Se olvidó de vivir e hizo que otros sufrieran. No fue un buen hombre y, sin embargo, es un hombre. Él será siempre una incógnita. El problema es resolver los vacíos de los demás. Y cree que puede hacerlo.
París, Texas. Una foto en un paisaje lleno de nada. La felicidad en un recuadro. El sueño en la aridez. Allí, donde no había ni una gota de verde, quiso hacer un hogar. Malditos sueños que siempre frustran las ilusiones. Malditos días rellenos de rencor hacia sí mismo. Eso sí que es un motivo de silencio. Y no basta con mirar. Hay que intervenir. Si no, la realidad se escapa, se pone en fuga para convertirse en un velo de amargura y oscuridad. Travis es luz aunque ni él mismo está seguro de eso. Siempre lo fue. El problema es que nunca lo supo.

Wim Wenders abundó en sus obsesiones sobre realidades alteradas por la presencia de los que observan con lo cual dejan de ser realidades en esta fábula acerca de un hombre perdido que ya no se puede encontrar salvo encajando vidas rotas. La soledad es un requisito indispensable para ver la realidad tal cual, sin elementos que distorsionen la visión y el personaje que tan maravillosamente encarna Harry Dean Stanton trata de hacerlo cuando sabe que él mismo es lo que ha perturbado el equilibrio. Días de miradas que buscan cobijo en paisajes tan enormes que la vista no puede alcanzar, en viajes tan largos que los ojos no pueden soportar, en sentimientos tan grandes que los párpados no se pueden sostener. Y ahí es donde Travis sigue siendo un cobarde. Aunque las cosas estén en orden. Aunque el paisaje sea un erial con un solitario cartel sin horizonte.

4 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Apenas llego estos días de abundante laburo (una parte impagado pero GUStoso) , aun así leo y disfruto estos post que me llevan a otros lugares y recuerdos placenteros de películas disfrutadas.

La magia del cine no está sólo en la visión de la historia que se nos cuenta, reside también en el recuerdo en imagenes de la emoción que nos supuso. Es cierto que el teatro también os cuenta historias que vemos, pero la propia virtud de la representación que nunca es igual, nos evita volver a tener el momento que nos alcanzó el corazón. El cine te permite la revisión identica de lo narrado aunque es bien cierto que el estadode cada cual en cada momento haga diferir la perepción que se tuvo.

Este blog es imprescindible por eso, porque marca el sentido que el film tuvo, la emoción que se siente (al menos la del lobo que describe) cuando se vio, el esqueleto de intenciones que subyace al argumento y así para el lector es facil revivir y reconocer lo sentido, incluso aun cuando no se coincida en la valoración de la película.

No es el caso, en tus últimos escritos (aunque aun no he visto "La visita") he vuelto a ver las películas que describes y he sentido de nuevo las emociones que me transmitieron.

Abrazos agradecidos.

César Bardés dijo...

Lo primero de todo, gracias. Es todo un reconocimiento que hagas esa valoración de lo que yo pueda escribir. Sé perfectamente que a veces estoy más atinado y otras menos y que a veces llego pero otras,no. En el caso de "París, Texas", es una película muy de sensaciones y quería ponerlo ahí en el papel porque recuerdo que fui a verla al Cine Tivoli con apenas dieciocho o diecinueve años y salí del cine con una sensación extraño, me había gustado y sin embargo sentía algo de dolor. Fui solo, de eso sí me acuerdo, ninguno de mis amigos era lo suficientemente "raro" como para ir a verla conmigo y, la verdad, es una de esas películas en las que agradecí que así fuera porque el silencio de después fue gratificante, fue ser, una vez más, ese loco que caminaba por un desierto de asfalto con rumbo pero sin destino.
Hace bien poco, el domingo de la semana pasada, un actor me dijo algo parecido a lo que tú has tenido a bien comentar. Era con respecto a mi libro "La imagen en el alma". Decía algo así como que tenía el libro en la cabecera de la cama porque volvía a él una y otra vez porque era una forma de hablar de cine desde el corazón, de poner en palabras cosas que no se podían describir pero que, sin embargo, él también había sentido. Luego ya salí de debajo de la mesa e hice alguna broma, no recuerdo cuál. En todo caso es muy curioso que levante sensaciones parecidas con escritos diferentes y, desde luego, es gratificante y soy yo el que realmente estoy agradecido.
Abrazos aún más agradecidos.

Anónimo dijo...

He visto "París, Texas" incontables veces, porque es una pelicula que me fascina, creo que conecta con algo muy íntimo mío, a lo que ni siquiera puedo poner nombre. Al ver el post de hoy en tu blog me he alegrado, por si tú habías conseguido encontrar las palabras que a mi me faltan. No me ha decepcionado porque tus letras nunca lo hacenfy porque qué difícil es plasmar sensaciones, y sobre todo, qué difícil es hacerlo todos los días. Es un buen texto, serio, honesto, un gran trabajo. Gracias.

De la película habría montones de cosas a comentar. Para mí es como una flor en el desierto, que se va abriendo y descubriendose a medida que pasan los minutos. No sabes nada, no te da pistas, sólo dispones de detalles sueltos que hay que ir guardando para enlazar al final. La primera vez que la vi me sobrecogió (en casa y en catalán, yo que odio el doblaje) y ahora ya pues me recreo en los detalles, en las miradas, en los silencios, en los gestos, la música.

Alguna vez has comentado que había envejecido mal e ignoro tus argumentos. Es una opinión muy respetable y experta pero me cuesta un poco estar de acuerdo. Si es por cuestiones más técnicas ahí me callo pero aún así me parece una grandísima película.

Saludos!
Mul

César Bardés dijo...

Bienvenida de nuevo Mul,siempre es un placer leerte. Gracias también por los ánimos y por los inmerecidos elogios. En este momento,los valoro como nunca.
En cuanto a la película supongo que mi comentario sobre el envejecimiento de "París,Texas" obedece un poco a razones estéticas y un poco situacionales. Lo del "peepshow",por ejemplo,siendo un escenario que sirve muy bien a sus propósitos,parecía mucho más sórdido en los ochenta que ahora. En aquella época esos locales proliferaban mås que ahora y aumentaban esa sensación de fauna que crecía a su alrededor y que hacía que Travis nos pareciera un personaje más perdido todavía. En aquella época tampoco nos preocupábamos de la suerte del hermano de Travis y su mujer y sin embargo ahora es bastante posible que nos preguntemos qué va a ser de ellos ahora,que les han arrebatado a su hijo de hecho.
En cualquier caso,son inconvenientes que no oscurecen los logros de una película que,como bien dices,se abre poco a poco como una flor.
Un abrazo y gracias por pasarte y dejar tus maravillosas impresiones.