Famoso por su
legendario mal carácter, Gene Hackman ha sido, posiblemente, uno de los actores
más seguros del cine. Cuando se veía una película en la que había intervenido,
sabías, con toda certeza, que su interpretación sería medida y vigorosa que,
tal vez, el film no fuera demasiado bueno. Clint Eastwood decía que “me encanta dirigir a Gene. Sabe
perfectamente qué es lo que le pido sin ni siquiera pedírselo”. Y, sin
lugar a ninguna duda, fue un actor fuerte, capaz de robar escenas al más osado,
sin fisuras, adaptándose a cualquier tipo de género y sin asumir nunca la
condición de estrella aún conservando, eso sí, un enorme prestigio entre sus
compañeros de profesión.
Fue un eficaz secundario
durante varios años hasta que William Friedkin le ofreció el poderoso papel del
“Popeye” Doyle en French Connection,
un policía durísimo con colmillos de perro de presa que no ceja en su
persecución a un jefe de la droga (el estupendo Fernando Rey) en un apasionante
juego de gato y ratón con la inestimable ayuda de su compañero Roy Scheider.
Rodada con una apasionante mirada realista, la película fue un éxito sin
precedentes, un policíaco clave en los años setenta que marcó el rumbo del
género, que exuda violencia, fealdad, con un montaje difícil de superar en el
que Hackman aporta toda su dureza con una intensidad trabajada en las calles.
El Oscar fue muy merecido.
A partir de ahí, mucho
vieron en él a un actor protagonista de una solidez y una expresividad (ayudado
por un rostro muy personal) enormes. Así, pues, interviene en la multiestelar La aventura del Poseidón, de Ronald
Neame en la que, a pesar de contar con un estupendo reparto con nombres como
Shelley Winters o Ernest Borgnine, él sobresale por derecho propio y se
convierte en la mejor baza de una película que quedó como pionera del cine de
catástrofes de los años setenta.
Francis Ford Coppola le
brinda otra joya: La conversación, en
el papel del obsesivo experto en escuchas que oye lo que no tiene que oír. Una
película deliberadamente lenta, de grandes silencios y que se apoya en la
fantástica interpretación de Hackman en una línea de actuación introspectiva de
mérito incuestionable.
Mel Brooks le invita a
participar, casi irreconocible, en la desternillante El jovencito Frankenstein en una de las secuencias más divertidas
como es la de la criatura con el ermitaño ciego que se encarga de hacerle la
vida tan imposible que el monstruo sale corriendo despavorido por riesgo a
perecer quemado o quién sabe si algo peor. Esa corta secuencia nos demuestra el
talento cómico de un actor que era algo más que la dureza.
Intenta repetir con su
personaje Popeye Doyle en French
Connection II, bajo la dirección de John Frankenheimer, pero, a excepción
de la excelente escena de acción con la que termina la película con una
persecución a pie, quizá sea una continuación prescindible, algo larga y
pesada, descendiendo el personaje a los infiernos de la droga y difuminándose
el argumento puramente policíaco.
Hackman recuperó
enseguida su lugar al aparecer en una de las mejores muestras del cine negro de
los setenta como es la excepcional La
noche se mueve, de Arthur Penn, en la piel de un detective privado ex
jugador de fútbol americano que debe investigar la desaparición de una joven,
interpretada por Melanie Griffith, hija de una estrella de cine de segunda
fila. La noche se mueve muestra el
proceso de descomposición que sufre el mundo íntimo del detective privado que
sólo puede buscar refugio en la eficacia de un trabajo que sabe hacer muy bien.
Una estupenda película.
Picotea en todos los
géneros con Muerde la bala,
inteligente western dirigido por Richard Brooks, con diálogos extraordinarios y
que pone en solfa el afán encarnizadamente competitivo de la condición humana.
Prueba de nuevo el fracaso con Los
aventureros del Lucky Lady, una comedia de granujas que tenía todo para
triunfar y que no funcionó en ningún aspecto a pesar de estar dirigida por
Stanley Donen. También es una de las estrellas que componen el impresionante
reparto de Un puente lejano, en la
que interpreta al Comandante en Jefe de la Brigada Polaca en uno de los papeles
de mayor interés de toda la película. Y, por supuesto, hay que recordarle en
las distintas entregas de Superman,
en las que interpreta al megavillano Lex Luthor dando rienda suelta a su
histrionismo. Él mismo declaró que aceptó el papel para “darse un gustazo” y
“por dinero”.
A continuación, es el
tercer papel en importancia en la muy estimable Bajo el fuego, de Roger Spottiswoode, quizá una de las primeras
películas que hablaban de la corresponsalía de prensa en países hundidos en una
guerra civil. Basada lejanamente en hechos ocurridos en Nicaragua durante la
sublevación contra el régimen de Somoza, Hackman aceptó el papel más ingrato
como el periodista que asiste a la historia de amor que surge entre un
fotógrafo (Nick Nolte) y su mujer (Joanna Cassidy), todo ello bajo la admirable
banda sonora de Jerry Goldsmith.
Su carrera atraviesa un
largo bache durante los años ochenta con películas como la extraña Eureka, de Nicholas Roeg; la fallida
aunque interesante Agente doble en Berlín,
de Arthur Penn; la insulsa Power, de
Sidney Lumet; aunque interviene en un título que ha derivado en culto entre
todos los aficionados al baloncesto y al deporte en general con Hoosiers. También acepta un papel
secundario en la más que aceptable No hay
salida, a mayor gloria de Kevin Costner y forma parte de una notable
película que pasó absolutamente desapercibida con el título de Bat 21, ambientada en la guerra de
Vietnam y en la que adquiere un protagonismo especial al encarnar a un coronel
sin experiencia en combate al que derriban en plena selva. Sin llegar a ser una
obra maestra y careciendo de la profundidad de otras producciones con el telón
de fondo del Sureste Asiático, es una buena película que no fue nada apreciada
en su momento.
Deslumbra con su breve
aparición en Otra mujer, de Woody
Allen y completa una de sus mejores actuaciones en la piel del agente del FBI
que se las sabe todas y se las tiene que ver con la intolerancia y el racismo
más radical en la gran Arde Mississipi,
de Alan Parker. Un papel lleno de fuerza, ironía y sabiduría que marca los
momentos más álgidos de un film notable, que denuncia la situación extrema en
la lucha por los derechos civiles en los años sesenta, una seria advertencia
sobre los conflictos raciales que aún hoy se pueden encontrar en algunos de los
estados del sur de los Estados Unidos. La interpretación de Hackman mereció una
nominación al Oscar que perdió ante su gran amigo Dustin Hoffman, su compañero
de apartamento cuando ambos eran simples aspirantes a actor.
Interviene como actor
invitado en Postales desde el filo,
de Mike Nichols, y es el protagonista de la muy entretenida Testigo accidental, de Peter Hyams,
versión de un film de los años cincuenta de Richard Fleischer, para luego
depararnos otro de sus más poderosos personajes: el sanguinario sheriff de Sin perdón, de Clint Eastwood, un gran clásico, un ejercicio
fascinante y desmitificador de los mitos del viejo Oeste en el que un hombre
que cuida cerdos puede valer más, mucho más, que un tipo que lleva la estrella
de la ley en el pecho. Una búsqueda de las virtudes escondidas, de leyendas
mentirosas, de hechos terribles que no tienen nada de heroicos, de justicia y
no de ley, de amistad y valor, de armas rápidas y disparos por la espalda, de
la vida humana y de la certeza de que las grandes historias pertenecen a
hombres de los que no sabemos nada. Sin
perdón es, sin duda, el western por excelencia de final de siglo y una
extraordinaria actuación de Gene Hackman, brutal y odioso sin apariencia de
serlo, que gana, con todo merecimiento, el Oscar al mejor actor secundario
batiendo en dura pugna al gigante Jack Nicholson de Algunos hombres buenos.
El abogado corrupto de La tapadera, de Sidney Pollack, una
excelente película, engrandece un proyecto que se realizó a mayor gloria de Tom
Cruise y, después de aparecen en un patinazo de envergadura como fue Wyatt Earp, de Lawrence Kasdan, realiza
otra actuación magistral en Marea roja,
de Tony Scott, con una expresividad impresionante como capitán de un submarino
nuclear que recibe un mensaje a medias y que puede significar el inicio de la
tercera guerra mundial. Con una dureza extrema, se merienda al resto del
reparto encabezado por el habitualmente brillante Denzel Washington en una más
que aceptable película de género, crítica corrosiva sobre el entramado de
defensa nuclear, tan estúpido como las guerras.
La divertida e
infravalorada Cómo conquistar Hollywood,
de Barry Sonnenfeld le puso como un director vivales que intenta aprovecharse
de todo lo que se le presente y, después del traspiés que supuso su encarnación
brutal de un racista condenado a muerte en Cámara
sellada, vuelve a la comedia con la tronchante Una jaula de grillos, de Mike Nichols, en la que podemos apreciar
su capacidad para reírse de sí mismo.
Vuelve a trabajar con
Eastwood en la estupenda Poder absoluto
encarnando al cínico, violento y oscuro Presidente de los Estados Unidos en una
interpretación plena de sabiduría (la escena del baile de gala con Judy Davis
es magistral) y se convierte en el tercer vértice del negro triángulo que se
dibuja en la excelente Al caer el sol,
de Robert Benton, el hombre que maneja unos hilos que no controla en una trama
que atrapa a Paul Newman, último detective de la estirpe de los mejores.
Una de sus últimas
joyas fue El último golpe, de David
Mamet, una película que descubre que Gene Hackman “es tan duro que, cuando duerme,
los ovejitas le cuentan a él” y que tengamos la certeza absoluta de que el
mundo se mueve “por dinero”… ¿no es
por amor?...”sí, por amor al dinero”.
En cualquier caso, fuera de la admiración a los diálogos, Hackman compone un
fantástico personaje en la piel del ladrón que se las sabe todas, capaz de engañar
a todos, incluido el público, con su inigualable inteligencia de perro viejo en
el que es el último y obligado trabajo de su carrera delictiva. Una delicia.
No dejó pasar la
oportunidad de actuar por única vez en su carrera con su gran amigo Dustin
Hoffman en El jurado, adaptación
trepidante de la novela de John Grisham y que dejó otro de sus malvados
memorables, manipulador y abyecto, en la elaboración de jurados para juicios de
indemnización demasiado abultada. Otro de esos personajes que no se olvidan con
facilidad.
Me gusta pensar que Gene Hackman no ha muerto y que aún tiene mucha cuerda por delante. A un actor como él, nunca le faltará el trabajo porque siempre podremos revisitar sus películas y descubrir aquel gesto que se nos había pasado, o ese matiz en el que no habíamos pensado. Lo cierto es que, para nosotros, aquellos que hemos disfrutado muchísimo con su trabajo, aún nos quedan muchas sesiones de cine aderezados con la presencia del grandísimo actor que siempre fue. Y, conociéndole un poco, despido ya este artículo porque sé que a él no le gustaba demasiado que hablaran de su trabajo, así que coloco un punto final en el homenaje a un actor que era tan bueno que siempre será punto y seguido.
6 comentarios:
Impresionante repaso, como siempre, a una carrera impresionante de un actor que siempre me ha impresionado.
Es cierto, era tan buen actor que todo lo que hacía mejoraba el total.
Hay alguna película que no has mencionado, es imposible incluirlo todo, pero que a mi me parecen papeles muy notables.
Empezando por la penúltima, su incursión en el universo Wes Anderson en "Los Tenenbaums" que le proporcionó un globo de oro en esa joya de papel como patriarca de tan excéntrica familia.
También está "Enemigo público" con ese guía en la sombra de Will Smith que precisamente aceptó hacer la película porque quería trabajar con Hackman.
Freeman y Hackman repitieron tras "Sin perdón" en "Bajo sospecha", una película muy calurosa y tensa, a la que contribuye y mucho la belleza de Monica Belucci...creo que el film que no termina de ser redondo es toda una muestra de fisicidad sin ninguna escena de acción. Notas el sudor, el calor, el deseo, la duda...que grandes Gene y Morgan.
Y una película menor, pero que a mi me gusta mucho también es "Equipo a la fuerza" donde Hackman interpreta a un entrenador de futbol americano que dirige a un equipo de suplentes no profesionales por una huelga de los jugadores del equipo. Si, el prota es Keanu Reeves, pero hay buenos secundarios y el guion es francamente divertido aunque bastante tópico.
En todo caso, lo dicho, allá donde aparecía engrandecía el conjunto. Según comentabas los Jack y "Algunos hombres buenos" pensé que sólo Hackman hubiese podido dar vida al coronel Jessep con tanta fuerza como le dio Nicholson.
Abrazos de carpintero aficionado
Entiendo que Bardés ha seleccionado deliberadamente los títulos y ha obviado otros que no cabían. Porque, en efecto, recuerdo cada película que aquí se comentaba de Hackman siempre acabábamos elogiando su trabajo. Y no cabía otra en un actor supremo con todos los registros, que lo mismo podía ser la fiereza personificada que ser la ternura misma. En cualquier caso, por seguir recordando papeles suyos citar su primera nominación al Oscar como hermano de Warren Beatty en "Bonnie and Clyde" o películas setenteras como "El espantapájaros" junto a Pacino o "Nunca canté para mi padre". Si hay que quedarse con una interpretación me quedo con la de "Arde Mississippi" y me río mucho con él en "Una jaula de grillos", al margen de que es irrefutable que sus papeles más icónicos son precisamente sus dos Oscars.
Creo que lo que hace a Hackman único al margen exclusivamente de sus dotes interpretativas es el hecho de ser un actor a caballo entre generaciones, más joven que los Brando y los Newman y algo más mayor que los Hoffman, Pacino o el propio Dustin. Yo le veo lo mejor de ambos grupos.
Su retirada de la profesión hace años había hecho que nos acostumbráramos a un cine sin Hackman, pero las circunstancias que rodearon su muerte fueron un golpe muy duro.
Abrazos a la escucha (que gran interpretación y qué gran película "La conversación". Coppola, Razzie y Baker, Oscar, qué cosas tú).
Cierto que es difícil hacer que quepan todas las películas de un actor tan excelso como era Gene Hackman, capaz de hacer cualquier papel en cualquier momento. También creo que era un actor muy alejado de los modos y maneras del Método. Era un actor de carácter en toda su extensión que, además, no hacía ascos a hacer un papel secundario si le atraía más.
Que se hubiese retirado, no significa que se le hubiera olvidado. Anda que no le he echado de menos en muchas películas "en este papel, Hackman estaría bordado" y entendí que en su momento se anunciara su decisión porque no quería envejecer en la pantalla. Parece ser que los problemas de corazón que arrastraba fueron determinantes para intentar llevar una vida lo más tranquila posible y dedicarse a escribir los libros con las historias que quería contar y sin más ataduras que su mujer.
En lo que no estoy de acuerdo es que "Bajo sospecha" fuera una buena película. Sí en que, tal vez, tendría que haber incuido "Enemigo público" que es una especie de segunda parte de "La conversación" treinta años después.
El otro día mi mujer me lo decía: "Hemos llegado a un punto en el que se premia lo malo y se desprecia lo bueno". Empieza a tener mucha razón.
Abrazos con esa sonrisa, esa misma.
Fiscal insobornable en Testigo accidental 1990
Fue marine. Un tío cojonudo, para el critico carlos boyero
Y dale con el mal caracter, tambien se decía, falsamente de don alfredo di stefano y de don jose mourinho
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