viernes, 7 de marzo de 2025

GENE HACKMAN. EL DURO QUE, CUANDO DORMÍA, LAS OVEJITAS LE CONTABAN A ÉL

 

Famoso por su legendario mal carácter, Gene Hackman ha sido, posiblemente, uno de los actores más seguros del cine. Cuando se veía una película en la que había intervenido, sabías, con toda certeza, que su interpretación sería medida y vigorosa que, tal vez, el film no fuera demasiado bueno. Clint Eastwood decía que “me encanta dirigir a Gene. Sabe perfectamente qué es lo que le pido sin ni siquiera pedírselo”. Y, sin lugar a ninguna duda, fue un actor fuerte, capaz de robar escenas al más osado, sin fisuras, adaptándose a cualquier tipo de género y sin asumir nunca la condición de estrella aún conservando, eso sí, un enorme prestigio entre sus compañeros de profesión.

Fue un eficaz secundario durante varios años hasta que William Friedkin le ofreció el poderoso papel del “Popeye” Doyle en French Connection, un policía durísimo con colmillos de perro de presa que no ceja en su persecución a un jefe de la droga (el estupendo Fernando Rey) en un apasionante juego de gato y ratón con la inestimable ayuda de su compañero Roy Scheider. Rodada con una apasionante mirada realista, la película fue un éxito sin precedentes, un policíaco clave en los años setenta que marcó el rumbo del género, que exuda violencia, fealdad, con un montaje difícil de superar en el que Hackman aporta toda su dureza con una intensidad trabajada en las calles. El Oscar fue muy merecido.

A partir de ahí, mucho vieron en él a un actor protagonista de una solidez y una expresividad (ayudado por un rostro muy personal) enormes. Así, pues, interviene en la multiestelar La aventura del Poseidón, de Ronald Neame en la que, a pesar de contar con un estupendo reparto con nombres como Shelley Winters o Ernest Borgnine, él sobresale por derecho propio y se convierte en la mejor baza de una película que quedó como pionera del cine de catástrofes de los años setenta.

Francis Ford Coppola le brinda otra joya: La conversación, en el papel del obsesivo experto en escuchas que oye lo que no tiene que oír. Una película deliberadamente lenta, de grandes silencios y que se apoya en la fantástica interpretación de Hackman en una línea de actuación introspectiva de mérito incuestionable.

Mel Brooks le invita a participar, casi irreconocible, en la desternillante El jovencito Frankenstein en una de las secuencias más divertidas como es la de la criatura con el ermitaño ciego que se encarga de hacerle la vida tan imposible que el monstruo sale corriendo despavorido por riesgo a perecer quemado o quién sabe si algo peor. Esa corta secuencia nos demuestra el talento cómico de un actor que era algo más que la dureza.

Intenta repetir con su personaje Popeye Doyle en French Connection II, bajo la dirección de John Frankenheimer, pero, a excepción de la excelente escena de acción con la que termina la película con una persecución a pie, quizá sea una continuación prescindible, algo larga y pesada, descendiendo el personaje a los infiernos de la droga y difuminándose el argumento puramente policíaco.

Hackman recuperó enseguida su lugar al aparecer en una de las mejores muestras del cine negro de los setenta como es la excepcional La noche se mueve, de Arthur Penn, en la piel de un detective privado ex jugador de fútbol americano que debe investigar la desaparición de una joven, interpretada por Melanie Griffith, hija de una estrella de cine de segunda fila. La noche se mueve muestra el proceso de descomposición que sufre el mundo íntimo del detective privado que sólo puede buscar refugio en la eficacia de un trabajo que sabe hacer muy bien. Una estupenda película.

Picotea en todos los géneros con Muerde la bala, inteligente western dirigido por Richard Brooks, con diálogos extraordinarios y que pone en solfa el afán encarnizadamente competitivo de la condición humana. Prueba de nuevo el fracaso con Los aventureros del Lucky Lady, una comedia de granujas que tenía todo para triunfar y que no funcionó en ningún aspecto a pesar de estar dirigida por Stanley Donen. También es una de las estrellas que componen el impresionante reparto de Un puente lejano, en la que interpreta al Comandante en Jefe de la Brigada Polaca en uno de los papeles de mayor interés de toda la película. Y, por supuesto, hay que recordarle en las distintas entregas de Superman, en las que interpreta al megavillano Lex Luthor dando rienda suelta a su histrionismo. Él mismo declaró que aceptó el papel para “darse un gustazo” y “por dinero”.

A continuación, es el tercer papel en importancia en la muy estimable Bajo el fuego, de Roger Spottiswoode, quizá una de las primeras películas que hablaban de la corresponsalía de prensa en países hundidos en una guerra civil. Basada lejanamente en hechos ocurridos en Nicaragua durante la sublevación contra el régimen de Somoza, Hackman aceptó el papel más ingrato como el periodista que asiste a la historia de amor que surge entre un fotógrafo (Nick Nolte) y su mujer (Joanna Cassidy), todo ello bajo la admirable banda sonora de Jerry Goldsmith.

Su carrera atraviesa un largo bache durante los años ochenta con películas como la extraña Eureka, de Nicholas Roeg; la fallida aunque interesante Agente doble en Berlín, de Arthur Penn; la insulsa Power, de Sidney Lumet; aunque interviene en un título que ha derivado en culto entre todos los aficionados al baloncesto y al deporte en general con Hoosiers. También acepta un papel secundario en la más que aceptable No hay salida, a mayor gloria de Kevin Costner y forma parte de una notable película que pasó absolutamente desapercibida con el título de Bat 21, ambientada en la guerra de Vietnam y en la que adquiere un protagonismo especial al encarnar a un coronel sin experiencia en combate al que derriban en plena selva. Sin llegar a ser una obra maestra y careciendo de la profundidad de otras producciones con el telón de fondo del Sureste Asiático, es una buena película que no fue nada apreciada en su momento.

Deslumbra con su breve aparición en Otra mujer, de Woody Allen y completa una de sus mejores actuaciones en la piel del agente del FBI que se las sabe todas y se las tiene que ver con la intolerancia y el racismo más radical en la gran Arde Mississipi, de Alan Parker. Un papel lleno de fuerza, ironía y sabiduría que marca los momentos más álgidos de un film notable, que denuncia la situación extrema en la lucha por los derechos civiles en los años sesenta, una seria advertencia sobre los conflictos raciales que aún hoy se pueden encontrar en algunos de los estados del sur de los Estados Unidos. La interpretación de Hackman mereció una nominación al Oscar que perdió ante su gran amigo Dustin Hoffman, su compañero de apartamento cuando ambos eran simples aspirantes a actor.

Interviene como actor invitado en Postales desde el filo, de Mike Nichols, y es el protagonista de la muy entretenida Testigo accidental, de Peter Hyams, versión de un film de los años cincuenta de Richard Fleischer, para luego depararnos otro de sus más poderosos personajes: el sanguinario sheriff de Sin perdón, de Clint Eastwood, un gran clásico, un ejercicio fascinante y desmitificador de los mitos del viejo Oeste en el que un hombre que cuida cerdos puede valer más, mucho más, que un tipo que lleva la estrella de la ley en el pecho. Una búsqueda de las virtudes escondidas, de leyendas mentirosas, de hechos terribles que no tienen nada de heroicos, de justicia y no de ley, de amistad y valor, de armas rápidas y disparos por la espalda, de la vida humana y de la certeza de que las grandes historias pertenecen a hombres de los que no sabemos nada. Sin perdón es, sin duda, el western por excelencia de final de siglo y una extraordinaria actuación de Gene Hackman, brutal y odioso sin apariencia de serlo, que gana, con todo merecimiento, el Oscar al mejor actor secundario batiendo en dura pugna al gigante Jack Nicholson de Algunos hombres buenos.

El abogado corrupto de La tapadera, de Sidney Pollack, una excelente película, engrandece un proyecto que se realizó a mayor gloria de Tom Cruise y, después de aparecen en un patinazo de envergadura como fue Wyatt Earp, de Lawrence Kasdan, realiza otra actuación magistral en Marea roja, de Tony Scott, con una expresividad impresionante como capitán de un submarino nuclear que recibe un mensaje a medias y que puede significar el inicio de la tercera guerra mundial. Con una dureza extrema, se merienda al resto del reparto encabezado por el habitualmente brillante Denzel Washington en una más que aceptable película de género, crítica corrosiva sobre el entramado de defensa nuclear, tan estúpido como las guerras.

La divertida e infravalorada Cómo conquistar Hollywood, de Barry Sonnenfeld le puso como un director vivales que intenta aprovecharse de todo lo que se le presente y, después del traspiés que supuso su encarnación brutal de un racista condenado a muerte en Cámara sellada, vuelve a la comedia con la tronchante Una jaula de grillos, de Mike Nichols, en la que podemos apreciar su capacidad para reírse de sí mismo.

Vuelve a trabajar con Eastwood en la estupenda Poder absoluto encarnando al cínico, violento y oscuro Presidente de los Estados Unidos en una interpretación plena de sabiduría (la escena del baile de gala con Judy Davis es magistral) y se convierte en el tercer vértice del negro triángulo que se dibuja en la excelente Al caer el sol, de Robert Benton, el hombre que maneja unos hilos que no controla en una trama que atrapa a Paul Newman, último detective de la estirpe de los mejores.

Una de sus últimas joyas fue El último golpe, de David Mamet, una película que descubre que Gene Hackman “es tan duro que,  cuando duerme, los ovejitas le cuentan a él” y que tengamos la certeza absoluta de que el mundo se mueve “por dinero”… ¿no es por amor?...”sí, por amor al dinero”. En cualquier caso, fuera de la admiración a los diálogos, Hackman compone un fantástico personaje en la piel del ladrón que se las sabe todas, capaz de engañar a todos, incluido el público, con su inigualable inteligencia de perro viejo en el que es el último y obligado trabajo de su carrera delictiva. Una delicia.

No dejó pasar la oportunidad de actuar por única vez en su carrera con su gran amigo Dustin Hoffman en El jurado, adaptación trepidante de la novela de John Grisham y que dejó otro de sus malvados memorables, manipulador y abyecto, en la elaboración de jurados para juicios de indemnización demasiado abultada. Otro de esos personajes que no se olvidan con facilidad.

Me gusta pensar que Gene Hackman no ha muerto y que aún tiene mucha cuerda por delante. A un actor como él, nunca le faltará el trabajo porque siempre podremos revisitar sus películas y descubrir aquel gesto que se nos había pasado, o ese matiz en el que no habíamos pensado. Lo cierto es que, para nosotros, aquellos que hemos disfrutado muchísimo con su trabajo, aún nos quedan muchas sesiones de cine aderezados con la presencia del grandísimo actor que siempre fue. Y, conociéndole un poco, despido ya este artículo porque sé que a él no le gustaba demasiado que hablaran de su trabajo, así que coloco un punto final en el homenaje a un actor que era tan bueno que siempre será punto y seguido.

6 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Impresionante repaso, como siempre, a una carrera impresionante de un actor que siempre me ha impresionado.

Es cierto, era tan buen actor que todo lo que hacía mejoraba el total.

Hay alguna película que no has mencionado, es imposible incluirlo todo, pero que a mi me parecen papeles muy notables.
Empezando por la penúltima, su incursión en el universo Wes Anderson en "Los Tenenbaums" que le proporcionó un globo de oro en esa joya de papel como patriarca de tan excéntrica familia.
También está "Enemigo público" con ese guía en la sombra de Will Smith que precisamente aceptó hacer la película porque quería trabajar con Hackman.
Freeman y Hackman repitieron tras "Sin perdón" en "Bajo sospecha", una película muy calurosa y tensa, a la que contribuye y mucho la belleza de Monica Belucci...creo que el film que no termina de ser redondo es toda una muestra de fisicidad sin ninguna escena de acción. Notas el sudor, el calor, el deseo, la duda...que grandes Gene y Morgan.
Y una película menor, pero que a mi me gusta mucho también es "Equipo a la fuerza" donde Hackman interpreta a un entrenador de futbol americano que dirige a un equipo de suplentes no profesionales por una huelga de los jugadores del equipo. Si, el prota es Keanu Reeves, pero hay buenos secundarios y el guion es francamente divertido aunque bastante tópico.

En todo caso, lo dicho, allá donde aparecía engrandecía el conjunto. Según comentabas los Jack y "Algunos hombres buenos" pensé que sólo Hackman hubiese podido dar vida al coronel Jessep con tanta fuerza como le dio Nicholson.

Abrazos de carpintero aficionado

dexterzgz dijo...

Entiendo que Bardés ha seleccionado deliberadamente los títulos y ha obviado otros que no cabían. Porque, en efecto, recuerdo cada película que aquí se comentaba de Hackman siempre acabábamos elogiando su trabajo. Y no cabía otra en un actor supremo con todos los registros, que lo mismo podía ser la fiereza personificada que ser la ternura misma. En cualquier caso, por seguir recordando papeles suyos citar su primera nominación al Oscar como hermano de Warren Beatty en "Bonnie and Clyde" o películas setenteras como "El espantapájaros" junto a Pacino o "Nunca canté para mi padre". Si hay que quedarse con una interpretación me quedo con la de "Arde Mississippi" y me río mucho con él en "Una jaula de grillos", al margen de que es irrefutable que sus papeles más icónicos son precisamente sus dos Oscars.

Creo que lo que hace a Hackman único al margen exclusivamente de sus dotes interpretativas es el hecho de ser un actor a caballo entre generaciones, más joven que los Brando y los Newman y algo más mayor que los Hoffman, Pacino o el propio Dustin. Yo le veo lo mejor de ambos grupos.
Su retirada de la profesión hace años había hecho que nos acostumbráramos a un cine sin Hackman, pero las circunstancias que rodearon su muerte fueron un golpe muy duro.

Abrazos a la escucha (que gran interpretación y qué gran película "La conversación". Coppola, Razzie y Baker, Oscar, qué cosas tú).

César Bardés dijo...

Cierto que es difícil hacer que quepan todas las películas de un actor tan excelso como era Gene Hackman, capaz de hacer cualquier papel en cualquier momento. También creo que era un actor muy alejado de los modos y maneras del Método. Era un actor de carácter en toda su extensión que, además, no hacía ascos a hacer un papel secundario si le atraía más.
Que se hubiese retirado, no significa que se le hubiera olvidado. Anda que no le he echado de menos en muchas películas "en este papel, Hackman estaría bordado" y entendí que en su momento se anunciara su decisión porque no quería envejecer en la pantalla. Parece ser que los problemas de corazón que arrastraba fueron determinantes para intentar llevar una vida lo más tranquila posible y dedicarse a escribir los libros con las historias que quería contar y sin más ataduras que su mujer.
En lo que no estoy de acuerdo es que "Bajo sospecha" fuera una buena película. Sí en que, tal vez, tendría que haber incuido "Enemigo público" que es una especie de segunda parte de "La conversación" treinta años después.
El otro día mi mujer me lo decía: "Hemos llegado a un punto en el que se premia lo malo y se desprecia lo bueno". Empieza a tener mucha razón.
Abrazos con esa sonrisa, esa misma.

Anónimo dijo...

Fiscal insobornable en Testigo accidental 1990

Anónimo dijo...

Fue marine. Un tío cojonudo, para el critico carlos boyero

Anónimo dijo...

Y dale con el mal caracter, tambien se decía, falsamente de don alfredo di stefano y de don jose mourinho