miércoles, 20 de junio de 2018

YO, ROBOT (2004), de Alex Proyas

Primera ley: Un robot no puede hacer daño a ningún ser humano o, por su inacción, dejar que un ser humano sea lastimado.
Quizá las almas de metal no pueden sentir emociones y sólo responden a un programa… ¿hasta qué momento? Si un robot, en base al desarrollo de sus experiencias, comienza a pensar, no tardará en sentir odio, ira, complicidad, amor, desprecio o culpa. Es algo lógico en todo ser viviente… ¿he dicho viviente? Un robot no tiene vida. Sólo es un buen montón de cables, de aleaciones ligeras, de programas introducidos por un terminal, de chips ordenados milimétricamente. Tal vez, los robots comiencen a pensar y a sentir por sí mismos en el mismo momento en que el ser humano deje de pensar y de sentir por sí mismo. En el fondo, de eso se trata. De hacer que esas almas de metal cobren vida y de matar el alma en el fondo de las personas. Así quedaría un equilibrio de poder que mantendría encantados a los grandes fabricantes de la electrónica inteligente, tanto que comenzarían a dominar en todo el mundo. ¿Dominar? Sí, eso siempre se hace en el nombre del propio ser humano, por su bien, para que nadie resulte lastimado, para que nadie se deje lastimar.
Segunda ley: Un robot debe obedecer las órdenes que le son dadas por un ser humano, excepto cuando estas órdenes sean contrarias a la primera ley.
Mantengamos a la cibernética dentro de unos márgenes. Los suficientes como para que creamos a pie juntillas que el ser humano es superior aunque eso no sea necesariamente así. ¿Cómo puede ser? ¿El robot tiene que obedecer las órdenes que proceden de un ser humano? ¿Y el ser humano a quíén obedece? ¿A sus propios instintos? ¿Es que acaso un robot no puede seguir un instinto? Al fin y al cabo, el instinto es el paso previo de la emoción. El Inspector Spooner lo sabe bien. Él sigue sus instintos y hay algo también de robot en él. Si tiene que cargarse a unos cuantos robots para resolver un asesinato, lo hará sin contemplaciones. Algo que un robot nunca haría. Por favor, formule las preguntas adecuadas. Mis respuestas son limitadas.
Tercera ley: Un robot debe protegerse a sí mismo, siempre y cuando esta protección no entre en contradicción con alguna de las dos primeras leyes.
Ya vamos llegando a algún sitio. El robot se protege a sí mismo. ¿Y si un ser humano le da la orden de matarlo? Técnicamente sería un suicidio. ¿Y si un ser humano le dice que debe de mantenerse a salvo porque es un robot especial, una especie de futuro líder de la razón y de la justicia? ¿También habría contradicción con las dos primeras leyes? Sonny es un robot que debe resolver todas estas preguntas en un corto espacio de tiempo. Y hacer llegar el mensaje de que la tecnología es beneficiosa para el ser humano, pero sólo hasta un punto determinado. A partir de ahí, si se rebasa ese punto, la Humanidad entra en un peligro de tales dimensiones que nunca podrá salir de él.

Era un reto adaptar la novela de Asimov y, con esta película, se consigue un buen espectáculo de entretenimiento, pero un deficiente pensamiento filosófico que podría haber derivado hacia muchas facetas de enorme interés. Alex Proyas dirige bien, con profesionalidad, desliza el mensaje cuando puede y se entrega a la acción con cierta maestría. Will Smith encarna al Inspector Spooner, ese hombre que no soporta a los robots porque cree que, en un momento determinado, pueden tener un cruce de cables en forma de muerte. El hombre es imperfecto y, como tal, no puede crear una criatura perfecta. Eso es imposible. Bridget Moynahan está espléndida como esa doctora que conoce los secretos de la inteligencia artificial, pero que está muy lejos de la verdad. Yo, robot, les pido disculpas, amables lectores. Todo ha sido un malentendido. El crítico en cuestión no está y yo solo quería ofrecerles uno de sus artículos habituales. ¿Les ha gustado?

5 comentarios:

Unknown dijo...

Buenas,
Tengo que admitir que me gusta "Yo, robot", disfruto viéndola, y aunque es posible que no sea lo profunda que debería ser, tampoco es ese blockbuster horrendo y ruidoso, tan de moda, al estilo Michael Bay. Debo admitir que incluso acá no me desentona Will Smith.
En cuanto a su director, me parece un tipo bastante interesante. Lo conocí por "El cuervo", un filme que me gustó en su estreno pero que se me ha caído en un pozo sin fondo en su revisión. Me encanta "Dark city", esa oscura propuesta que de alguna forma la intuyo como precedente más o menos claro de la famosa "Matrix". Incluso me parece interesante "Señales del futuro", que ha sido bastante maltratada en general.
Saludos.

César Bardés dijo...

A mí me parece un entretenimiento de lo más destacable. Bien hecha, muy alejada de esos "blockbusters" tipo Michael Bay (para mí uno de los peores directores de éxito) y con unas interpretaciones más que aceptables tanto de Will Smith, como de Bridget Moynahan, como de Bruce Greenwood, un actor que me parece todo un talento.
Y en cuanto a la valoración de Proyas coincido bastante. Me gusta "Dark City" y me parece apreciable "Señales del futuro". No así "El cuervo" que, sinceramente, siempre me pareció un truño. Y a su favor diré que me gusta mucho, mucho más su propuesta en "Dark city" que "Matrix" que me parece uno de los mayores "bluff" de la historia del cine.
Saludos.

Unknown dijo...

Sí, coincido completamente, aunque debo admitir que me pasó con Matrix lo que me había pasado antes con "El cuervo", de primera me 'engañó'. Saludos.

Alí Reyes dijo...

Se te olvidó mencionar al escritor Isaac Asimov

César Bardés dijo...

Primera línea del último párrafo. Gracias.