jueves, 14 de junio de 2018

NOCHES EN LA CIUDAD (1968), de Bob Fosse

Charity es una chica ingenua que se refugia en sus sueños para no tener que enfrentarse a la realidad. Conoce a un hombre y prefiere creer que es el hombre de su vida aunque solo sea un aprovechado que quiere lo que todos los hombres quieren. Desea conocer al actor de sus sueños porque cree que es un tipo normal que va a desplegar su capacidad para fascinar a la primera de cambio. Es una taxi-girl de tres al cuarto y desea escapar de allí cuanto antes. Por eso, se imagina unos números fantásticamente coreografiados, todo un ballet de evasión, soñando que ya no estará allí al minuto siguiente. Y siempre termina haciéndose daño porque la noche no es amable, los hombres no son amables y la verdad es de todo, menos amable.
Sube a la azotea del club para fumarse un cigarrillo y cantar con sus amigas Nickie y Helene que se va a levantar, que se va a ir, que quiere un abrigo como éste y unas perlas como aquellas, que desea una vida fácil y libre porque ya se ha arrastrado lo suficiente y las arrugas de la experiencia comienzan a poblar su rostro que ya tiene poco de angelical. Hasta un desfile imagina con la banda tocando y haciendo pasos imposibles de marcha. Tal vez, Charity, el amor está a la vuelta de la esquina. Sólo tienes que doblar una esquina más.
En su interminable vagar por la noche de Nueva York, Charity sabe que la luz está en un parque, y el sueño se apodera de ella en un garaje. Allí verá al más moderno de los predicadores intentando descifrar el misterio de la vida para ella. No será suficiente. Sus razones son etéreas, probablemente causadas por un poco más de hierba y un poco menos de cabalidad. La versión de los caballeros se pone en marcha en un restaurante de bailarines muy tiesos y ella ríe porque, en el fondo, sabe que la vida se compone de momentos y ése, al lado de su estrella del cine, es uno de ellos.

Shirley McLaine está enorme en la piel de Charity, porque se mete bajo su piel con facilidad convirtiéndola en una chica ingenua, vital, charlatana, verdadera, soñadora, enérgica, abandonada, despechada, genial, torpe, ausente, real. Tras ella, espléndidas Paula Kelly y Chita Rivera y, por supuesto, los bailes diseñados y dirigidos por Bob Fosse, en especial esa auténtica maravilla que es Big spender. Las noches en la ciudad, con ellos, son eternas, diferentes, atolondradas, engañosas. Quizá eso es lo que está haciendo la pobre Charity. Se está preparando para la vida real en la escuela más difícil de todas. Y lo hace bailando y cantando con la rabia propia de toda una mujer que sólo quiere amar y ser amada. No es pedir mucho ¿verdad? 

4 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Cuando vi por primera vez esta película me quedé muy descolocado, fue hace muchos años y yo no la conocía y la pillé casi de casualidad en televisión. Entre la fascinación por los números musicales y la fatalidad de un personaje sin futuro, entre la realidad y la fantasía, entre la alegría ficticia y la realidad miserable...No era capaz de sentirme a gusto y sin embargo era incapaz de seguir mirando.

Quizá no sea el mejor de los musicales, ni la película perfecta, pero a mi me parece una obra mayúscula.

Hay veces que tus biorritmos se adaptan como un guante a los avatares de un personaje y yo sentí una enorme empatia con una Charity con la que no compartía, ni comparto, nada en absoluto. Bob Fosse es así, todas sus películas tienen un punto amargo que te deja con una cierta angustia vital.

Abrazos desde la azotea

César Bardés dijo...

Teniendo en cuenta que parte de "Las noches de Cabiria", de Fellini, creo que Fosse hace un trabajo fantástico. En gran parte, por supuesto, por la fascinación que ejercen sus números musicales. Es cierto que, durante una buena parte del metraje, estás incómodo porque deseas que Charity sea feliz aunque sabes perfectamente que le va a ser muy difícil salir del arroyo. Fue un fracaso en su época y, sin duda, fue por ese carácter amargo que iba a acabar siendo el sello de la casa de Bob Fosse. A mí también me parece una película enorme, rodada como los ángeles y con un sentido del musical-tragedia extraordinario.
Abrazos desde la barra.

dexterzgz dijo...

A mí también me parece una película estupenda. Es probable que la McLaine nunca haya estado mejor salvo en "El apartamento". La de Fellini también me gusta mucho y la actuación de Guillieta es conmovedora. Bob Fosse es el maestro de los musicales tristes (ya sabes que siempre he sostenido que si a Bergman le hubiese dado por rodar un musical le hubiese salido algo muy parecido a "All that jazz".

Abrazos de gran derrochador

César Bardés dijo...

Pues es bastante probable tu afirmación. Bob Fosse para mí, revolucionó totalmente el musical, convirtiendo las historias felices en, como bien dices, historias directamente tristes, muy sacadas de su propia experiencia interior. Y no cabe duda de que Bergman también era uno de los referentes del propio Fosse.
Abrazos de taxi-girl.