viernes, 1 de junio de 2018

EL SHOW DE TRUMAN (1998), de Peter Weir

¿Quién no ha pensado alguna vez que está siendo observado? En ocasiones, parece que todo en la vida es fingido, que los gestos del compañero de trabajo no son del todo naturales, que hay actos incomprensibles, como si estuvieran ensayados de antemano. Y resulta que la vida se convierte en un acto surrealista, que hay una especie de mentira en todos y cada uno de tus movimientos, que lo falso se erige en enormes paneles de cartón-piedra detrás de las casas en las que nunca se entra. Los coches salen a patadas cuando no se les necesita, la calle se despeja por arte de magia, todas las mañanas se ven las mismas caras, a la misma hora, en el mismo sitio. ¿Hay un Dios que está filmando todo esto?
Y, de repente, echas la vista atrás y te das cuenta de que nunca has hecho lo que realmente te ha apetecido porque siempre te has encontrado con un “no” que te hizo desistir. No puedes ver el mar porque alguien muy querido falleció supuestamente en él, no puedes salir de tu ciudad aunque quieras y no has disfrutado nunca de unas vacaciones más allá de los límites del lugar donde vives. La chica que verdaderamente te gustaba desapareció por arte de magia, de una forma irreal, abrupta, violenta, sin sentido. Si Dios existe, es muy cruel por su parte haber edificado una cárcel existencial alrededor de una persona que nunca hizo mal a nadie, que solo se ha dedicado a vivir. Aunque quizá ese plano secuencia mal realizado que es la vida también incluya frases absurdas de un buen montón de gente que conoces sobre lo buenas que son unas tijeras para podar el jardín, o la energía que contiene el desayuno de los campeones. Es igual, Truman, has estado perdiendo toda tu vida en las paredes de un cielo que nunca existió. Es hora de ganar.

Uno de los mejores papeles de Jim Carrey se halla dentro de esta película que va mucho más allá del simple juego televisivo de meter las narices en una vida, que en el fondo, es más falsa que inventada. Los actos de Truman son dirigidos a conveniencia por ese realizador-Dios que actúa de forma omnipotente en aras de los millonarios niveles de audiencia que cosecha la observación continua de una vida ajena. Hasta el amigo de toda la vida no es amigo. El padre no es padre. La esposa no es esposa. El trabajo no es trabajo. Y aún pretenden que eso cuele en todos los hogares como la constatación de una realidad. El engaño es doble. La audiencia aumenta. Y, por si no nos vemos luego, buenos días, buenas tardes, buenas noches. 

6 comentarios:

dexterzgz dijo...

Conviene subrayar el año de producción de esta película, 1998, cuando todavía no existía Faceboock ni Twiter ni Instagram, ni había "fake news" ni la maldita post-verdad no nos acosaba de una manera tan vil y repugnante. No, esta película no habla sólo del poder de la televisión, es pura filosofía basada en hechos reales que nos pregunta quiénes somos y no tanto de dónde venimos pero sí a dónde vamos.

Fantástica la interpretación de Jim Carrey la mejor de su carrera junto a su papel en "Man in the Mooon" y soberbia la presencia del gran Ed Harris como ese Dios que ya no ampara.

Peter Weir me parece un excelente director, pero sobre todo un excelente guionista y contador de historias. Con sus altibajos por supuesto como todo el mundo. A la turbadora "Pánico en Hanging Rock" le sucedió la estupenda "El año que vivimos peligrosamente" con aromas clásicos. No se puede tener mejor carta de presentación en Hollywood que un guión redondo como el de "Unico testigo". Me gustan mucho tanto "El club de los poetas muertos" como "Matrimonio de conveniencia" como "Master and Comander" y hasta de sus películas menos logradas como "Sin miedo a la vida" o "Camino a la libertad" saco algo. Un tipo con una filmografía muy interesante.

Y por si no nos vemos luego, abrazos para por la mañana, para por la tarde y para por la noche

CARPET_WALLY dijo...

1998...El Madrid ganó la séptima ese año y...

Vale, dejaré de refrotar por los morros cada dos por tres los éxitos deportivos.

Hablemos de Truman. Es, para mi, la mejor película de un director que colecciona unos cuantos títulos indiscutibles: "Unico testigo", "El club de los poetas muertos", "Master and Comander, "El año que vivimos peligrosamente"...

Efectivamente hay mucha filosofía en una trama que no nos deja desconectar, de la misma forma que a Carrey le impiden escapar. Las escenas de los espectadores que se van introduciendo en el film a modo de subtrama nos incluyen a nosotros, porque si Crhistof es Dios, Weir le dirige a él y si los televidentes están mirando embobados la pantalla las evoluciones de Truman, nosotros estamos ensimismados de la misma forma.

Y efectivamente parece adelantarse a su época cuando a la vez la propia realidad la ha dejado anticuada. ¿televisión?...Ese es un trasto a punto de perecer. ¿Un programa que ve casi todo el planeta? ¿en directo?...eso ya casi nos parece absurdo.

Salvo que nosotros seamos "Trummanes" y algunos en el Olimpo se lo estén pasando bomba con nuestras tontunas.

Abrazos bajo los focos

César Bardés dijo...

No olvidemos que está realizada en una época en la que "Gran Hermano" triunfaba por todo el mundo (aún recuerdo aquella primera edición presentada por Mercedes Milá en la que ella misma, sin caérsele la cara de vergüenza, decía que aquello era un "experimento sociológico"). Por ahí van los tiros de "El show de Truman". No es menos cierto que la realidad se ha encargado de superar cualquier previsión y que ahora la post-verdad y la basura nos acecha de tal forma que nos llamas gilipollas a la cara y ni ellos se inmutan ni a nosotros nos importa.
Cierto es que es una de las mejores interpretaciones de Jim Carrey junto con "Man on the moon" y que la película llega a ser fascinante por momentos. Sin embargo, no puedo dejar de imaginarme que yo mismo estoy en mi propio show y que alguien me está observando y juzgando cada una de las cosas que hago.
Una de las perspectivas más interesantes de la película es que se vende el programa como "reality" cuando no lo es en absoluto. Todo está preparado para que Truman tenga unas reacciones determinadas que, como la audiencia ya ha previsto, se ajustan exactamente a lo que se espera del programa y eso hace que aún haya más público viendo la tontería.
Yo sí que soy del Weir de "Picnic en Hanging Rock", de "Gallipolli", de "El club de los poetas muertos", de "Master and Commander", de "Único testigo" y de ésta, pero en absoluto lo soy de "Matrimonio de conveniencia", de "Sin miedo a la vida" y de la muy fallida "Camino a la libertad".
Abrazos con voces.

CARPET_WALLY dijo...

Solo por comentar...yo he sido muy fan de GH. He visto casi todas las ediciones hasta hace un par de años (no las VIP, esas no) y me han fascinado.

¡Experimento sociológico? Quizá no, pero realmente para alguien como a mi que me gusta observar e intentar entender el comportamiento de la gente me parecía maravilloso. Es cierto que el casting condicionaba mucho, que se guionizaban determinadas cosas para provocar comportamientos, que se emitía lo que se quería y manejado para que viesemos lo que se quería que viesemos...Todo eso es cierto y lo puedo decir con conocimiento de causa porque he seguido con verdadero interés mas de 12 ediciones.
Pero, como le pasaba a Ed Harris en la película, hay una cosa que no se puede manejar del todo...el comportamiento humano es generalmente previsible pero no absolutamente maleable porque lo que siente cada uno no se puede imponer.

Puede ser que cada año, cada edición contase con personas que quizá no representasen a la sociedad del momento (a lo mejor al principio un poco más). O quizá si porque nuestro círculo de relación es una gota dentro de un océano y conocemos sólo a ¿300? ¿500 personas?. ¿quizá menos? y aun estas las conocemos por nuestro lugar de nacimiento, nuestros trabajos, donde y como vivimos, nuestros estudios, nuestra posición económica...¿de verdad podemos asegurar que aquellos que concursaban no existen en la realidad? Yo me di cuenta de que exageraciones aparte esas personas representaban a gente similar y en muchos casos no eran minoría.

Y aun me di cuenta de una cosa más, aquella "sociedad" cerrada, tan condicionada por las condiciones del programa como hemos dicho, terminaba por comportarse como cualquier otro grupo que comparte muchas horas al día, como una oficina, como unas vacaciones con un grupo de gente (no sé si habéis ido de vacaciones alguna vez con un grupo numeroso, eso es peligrosisimo) heterogeneo...El carácter de cada cual se manifiesta siempre, por mucho que se tenga prevista de antemano una forma de comportarse. Siempre se ha dicho que los concursantes actúan...y lo intentan, pero evidentemente ninguno son Meryl o Marlon y terminan por destapar sus verdaderas esencias. Y ahí...resultaba interesantísimo observar y comprobar algunos impulsos o algunos mecanismos que explican algunas cosas.

Yo, ya digo, estuve tan enganchado como los televidentes del Show de Truman. Aunque apareció Jorge Javier Vazquez y ya se me quitaron todas las ganas.

Abrazos mirando

Unknown dijo...

Hola, no nos olvidemos de la estupenda "La ultima ola", interesantisima especie de fantasía antropológica. Curiosamente, una cinta que suelo poner junto a esta por su temática, es la interesante, aunque inferior, "Nómadas" de John McTiernan. Saludos.

César Bardés dijo...

Sinceramente, como ser humano, me importa muy poco cómo puedan comportarse y reaccionar ante determinados estímulos personas a las que ni siquiera miraríamos si nos las encontráramos por la calle. Por supuesto que los concursantes existían y existen en la realidad y, por supuesto, también creo que no son minoría. Hay una gran mayoría y, desgraciadamente, algunos hasta ocupan puestos de responsabilidad.
Aparte de eso, creo que cualquier experiencia que se prolongue el tiempo suficiente da para estar viendo y viviendo un GH. A mí me ha pasado durante siete años como monitor de colonias de verano (una labor de la que me siento muy orgulloso, había muchos niños sin recursos en aquellas colonias que llegaron a albergar hasta 300 niños). Allí pude ver los rollos, cómo se comportaba cada uno, qué carácter tenían, cómo afrontaban las dificultades diarias, cuáles eran sus prioridades, los roces, los cariños, las reconciliaciones y las enemistades eternas. No hace falta que un programa de televisión me ponga un embudo en los ojos para que me dé cuenta de cómo son las relaciones humanas de un grupo heterogéneo de personas. Respeto a los que queráis seguir eso. Allá vosotros y me parece muy bien, desde luego. No contéis conmigo.
Suso, sin duda sí, "La última ola" es una película muy curiosa. Merece la pena nombrarla.
Abrazos hermanados.