En un rincón del mundo, hay un lugar donde va a parar el sumidero de lo que Occidente no quiere. El barro, pegajoso y recalcitrante, se adhiere a la piel porque no hay aceras por las que andas, ni carreteras por las que conducir. La escoria merece vivir en la escoria. Sólo hay lluvia, sol abrasador y aguardiente con el que quemar los restos del recuerdo. En las tabernas, una música mal sonada es la banda sonora del aire que no circula y de la conversación en voz baja de quien quiere salir de la misma orilla del infierno. La esperanza se ahoga poco a poco hasta emborracharse y se convierte en una quimera de paso tambaleante. Los ojos se van hundiendo de tantos días transcurridos bajo la ceguera del ayer sin mañana. Los pulmones se van llenando de polvo blanco hasta quedar encenagados y…de repente, una oportunidad llamada peligro…
Unos pozos de petróleo se han incendiado y la única solución es llevar unos camiones cargados de nitroglicerina para detener el desastre. Hay que llevarla por caminos por lo que no se atrevería a adentrarse ni un rebaño de cabras. Los pozos están más allá de la jungla y, a la menor sacudida, los que conduzcan los camiones serán convertidos en cenizas esparcidas en la selva. Sólo una parte del camino está asfaltado pero su ondulación es tal que los vehículos han de pasar a una velocidad determinada porque si no el traqueteo será insostenible y el destino habrá roto los frascos del explosivo.
Y todo el recorrido será el pergamino donde se escriban verdaderas cascadas de suspense en donde el misterio será la misma supervivencia. Casi, en algún momento, parece que se desea que pase algo para que lo que es inevitable sea realidad ocurrida. Son hombres europeos que, en sus países, se metieron en negocios demasiado sucios y no tuvieron más salida que escaparse por la puerta de atrás, hacia el destierro más profundo, donde nada ni nadie pueda acordarse de ellos. Pero esta vez, inician su particular camino hacia la redención más prolongada. Y entonces, ese dinero que les han prometido y que les dará la oportunidad de regresar a algún lugar algo más civilizado, se convertirá en el salario del miedo, en la paga que se les da a cambio de unas cuantas horas de su horror. Al final, nunca caerán en la cuenta de que la satisfacción y la alegría están prohibidas en el territorio de la misma desolación.
Henri-Georges Clouzot hizo películas tan excepcionales como “Las diabólicas” o “El cuervo”, amén de ese documental, cima del arte pictórico, llamado “El misterio Picasso” (en donde el gran maestro destruyó todo el material que pintó para la película para que la misma película fuera una obra de arte). Con “El salario del miedo” demostró todas las motivaciones y resortes del suspense bien tensado…Y también nos hizo ver lo inmensamente difícil que es salir de la monstruosa pobreza del olvido.
Y todo el recorrido será el pergamino donde se escriban verdaderas cascadas de suspense en donde el misterio será la misma supervivencia. Casi, en algún momento, parece que se desea que pase algo para que lo que es inevitable sea realidad ocurrida. Son hombres europeos que, en sus países, se metieron en negocios demasiado sucios y no tuvieron más salida que escaparse por la puerta de atrás, hacia el destierro más profundo, donde nada ni nadie pueda acordarse de ellos. Pero esta vez, inician su particular camino hacia la redención más prolongada. Y entonces, ese dinero que les han prometido y que les dará la oportunidad de regresar a algún lugar algo más civilizado, se convertirá en el salario del miedo, en la paga que se les da a cambio de unas cuantas horas de su horror. Al final, nunca caerán en la cuenta de que la satisfacción y la alegría están prohibidas en el territorio de la misma desolación.
Henri-Georges Clouzot hizo películas tan excepcionales como “Las diabólicas” o “El cuervo”, amén de ese documental, cima del arte pictórico, llamado “El misterio Picasso” (en donde el gran maestro destruyó todo el material que pintó para la película para que la misma película fuera una obra de arte). Con “El salario del miedo” demostró todas las motivaciones y resortes del suspense bien tensado…Y también nos hizo ver lo inmensamente difícil que es salir de la monstruosa pobreza del olvido.