Con este artículo vamos a cerrar el blog hasta el martes 3 de septiembre. Ya las visitas han bajado mucho y todos estamos deseando desconectarnos un poco. Lo que pase a continuación sólo Dios lo sabe. Felices vacaciones a todos y no dejéis de ver cine. Es el depósito de nuestras grandes aventuras. Un abrazo para ellos y un beso para ellas.
El Cabo Allison no sabe
mucho de nada. Quizá sea un experto en sobrevivir desde aquellos días en los
que tuvo que buscarse la vida entre las paredes de un orfanato. El ejército
para él ha sido su hogar, su paño de lágrimas, su sensación de compañía y su
empleo. No ha tenido mucho más. Ahora, la marea le ha traído hasta aquí y
comienza a experimentar, por primera vez en su vida, lo que es el amor y cuánto
le gusta proteger a quien ama. No duda en arriesgar el pellejo para traer
sábanas limpias. Está dispuesto a compartir una noche con ratas y miedos con
tal de conseguir algo de comida. Los japoneses ocupan la isla y él debe cuidar
a la Hermana Angela que está allí sola, sin nadie que la ayude, poniendo toda
su vida en las manos de Dios con la esperanza de que, en ese rincón remoto del
océano, haya algún barco que la recoja y la lleve de vuelta a Estados Unidos.
Escaso bagaje para librar una batalla con fuego real, bajo la bandera del sol
naciente y con el pescuezo en el permanente filo de la muerte. Ella comienza a
ser todo para él porque, al fin y al cabo, él ha vivido siempre con lo mínimo.
El rancho en el cuartel, la bazofia del orfanato, la bebida en alguna cantina
perdida con las risotadas de los amigos. Sabe que su piel vale muy poco si se compara
con la de ella y va a arriesgarlo todo con tal de conseguir que salga de esa
isla. Palabra de Allison.
La Hermana Angela está
muy segura de su vocación. Para ella, el amor no es más que una elevación del
espíritu y no podrá nunca ceder a la tentación que le ofrece un soldado bien
parecido, valiente y algo desesperado por mucho que le atraiga. No, el amor
carnal no está pensado para las monjas aunque sólo Dios sabe lo que sería capaz
de hacer en el mismo momento en que se quitara el hábito. Una cueva parece el
sitio más confortable del mundo cuando fuera zumban los bombardeos, las voces
de mando del invasor, las enfermedades, los mosquitos, el hambre. Y además,
junto al Cabo Allison, es el lugar más seguro. Sí, la Hermana Angela se lo
piensa aunque nunca lo da a entender porque, dentro de su amor espiritual, sabe
que sólo el amor verdadero es capaz de mover a un hombre o a una mujer a hacer
cualquier sacrificio por aquello que realmente ama. Amor entre bombas, con los
hábitos de por medio. Todo prohibido. Sólo Dios es testigo. Y cada vez queda
menos sitio en esa isla en la que los japoneses destruyen y sólo un hombre, un
tipo sencillo, sin demasiada cultura ni mundo, sin conocimiento del
comportamiento humano, se dedica a construir.
John Huston volvió a su
tema preferido sobre los perdedores con esta vuelta al universo de La reina de África y con dos actores que
rara vez han estado mejor como Deborah Kerr y Robert Mitchum. En esta película
hay arte, hay cariño, hay amor, hay acción, hay valentía, hay humor, hay
verdad, hay secreto y también hay un rato de profundo gozo. Estamos atrapados
en esa misma isla, señor Allison. Muchos soportamos auténticos bombardeos con
tal de proteger a quien realmente amamos.