El programa de "La gran evasión" sobre "Átame",de Pedro Almodóvar podéis escucharlo aquí. Y el que sostuvimos el martes pasado sobre la maravillosa "West side story", de Robert Wise y Jerome Robbins, aquí. Os pongo los dos para que estéis entretenidos este largo fin de semana. Nos volveremos a ver el martes, como es habitual. Mientras tanto, descansad e id al cine. Es donde descansan nuestros sueños.
El actor vacío es un objeto inanimado que de nada sirve y nada hace. Son demasiadas emociones vertidas sobre un escenario y muchas de ellas nunca han sido recogidas. Los focos han cegado demasiado la visión y ni siquiera se puede leer el texto con claridad. Los halagos resuenan una y otra vez y, de tanto repetirse, ya han dejado de tener valor. Quizá no se vislumbra la verdadera razón de una profesión como esa. Primero, la caída. Después, la decepción.
El actor vacío es un objeto inanimado que de nada sirve y nada hace. Son demasiadas emociones vertidas sobre un escenario y muchas de ellas nunca han sido recogidas. Los focos han cegado demasiado la visión y ni siquiera se puede leer el texto con claridad. Los halagos resuenan una y otra vez y, de tanto repetirse, ya han dejado de tener valor. Quizá no se vislumbra la verdadera razón de una profesión como esa. Primero, la caída. Después, la decepción.
Y, sin embargo, todos los días
uno muere ahí arriba, donde se han expuesto emociones, desencantos, guerras y
amores, traiciones y amistades, el todo dentro de la nada. Tal vez por eso ya
se desea una muerte real, con balas de verdad, sintiendo dolor auténtico,
sufriendo pena desgarradora y definitiva. Ya no se sabe distinguir entre lo
real y la ficción y por eso morir puede ser un nuevo principio, un nuevo papel
que declamar en el reino de las sombras. Solo hace falta un nexo lo
suficientemente fuerte como para hacer que la ensoñación, la imaginación, la
experiencia y la verdad puedan encontrarse en algún punto de la interpretación.
Y no es fácil. Porque la máscara se resiste a caer.
Unos días de descanso en un sitio
donde la terapia sirve para olvidarse de algo que ha estado rondando el cerebro
con insistencia. Volver al placer del retiro. La soledad como un espectador
incómodo que nunca aplaude y, de repente, una chica que aparece de la nada y
que despierta cosas que estaban dormidas, u olvidadas, o fingidas, o desaparecidas.
La vida y sus convenciones aprietan fuerte y quizá ése sea el método de salvar
todo lo que se necesita para utilizarlo en aras de la genialidad. Un último
aplauso, justo cuando el orden vuelve por mucho que se quiera quedar el caos.
Se encuentra ese peldaño de más cuando menos se espera. Un trauma. Un silencio
antes del aplauso atronador. Cae el telón. La obra ha sido un éxito. La vida
reencontrada. La muerte anticipada.
Interesante película que
investiga sobre el agotamiento del actor con un Al Pacino superlativo, que
navega entre la perplejidad de un mundo que parece de ficción y una ficción
que, poco a poco, se va volviendo real. El actor elige actuar siempre para
salvaguardar una vida que tampoco le gusta demasiado y así se llega a la
intensidad plena de un papel que nunca se elige representar. Ese papel, único y
escrito especialmente para cada uno de nosotros, se llama vida y la vida, en
toda su extensión, está ahí, encima del escenario.
La edad también aparece, en un
papel co-protagonista, porque aparecen los achaques propios de los años y la
verdad de que ya no se es ni medio hombre. Solo la cabeza tiene que seguir en su
sitio para poder dar lo mejor y, a veces, ni eso. Y el vacío tiene que hacerse
presente, tiene que seguir adelante en la nada de un público que ya no está,
que duda, que ríe, que murmura y que pronuncia su inapelable veredicto. Sin
duda, Birdman, de Alejandro González
Iñárritu tiene muchos puntos de contacto con esta película pero aquí no hay un
deseo de ser querido, todo lo contrario. Quizá lo único que quiere este actor
en trance de ruina es que dejen de quererle de una maldita vez.
Shakespeare divino coloca sus
palabras sobre rincones de la realidad para ofrecernos una representación
inolvidable y la verdad es lo único que importa cuando todo el mundo es una
inmensa fábula que nadie sabe manejar, que muy poca gente puede dominar y que
todos tenemos que creer. Las arrugas de la vida desperdiciada delatan lo inútil
de la existencia y cada paso es real, imaginario o mentiroso, eso es lo de
menos. Lo importante es que todos pasan por aquí, por esta obra de teatro en la
que vivimos, que muy pocos recogen aplausos y que puede que quienes sí los
recojan sean sordos y estén muy cansados. Es lo que tiene hacer tantas
representaciones diarias. Es lo que ocurre cuando un gran actor está sobre el
escenario sin público.