Con este artículo, cerramos el blog hasta el martes día 11 de abril con motivo de las vacaciones de Semana Santa. No dejéis de ir al cine. Es la mejor de las mentiras. La mayor de las verdades.
Verdadero. Falso. Lo
falso puede convertirse en verdadero y lo verdadero en falso. Depende de la
maestría de quien lo cuente. Se puede decir la verdad durante un tiempo
determinado para que el abismo del engaño sea aún más pronunciado. Todo puede
ser falso y la firma, verdadera. Al fin y al cabo, el cine es un muestrario de
falsedades. Escribir sobre cine es la petulancia elevada a la falacia. Amar el
cine quizá sea la mentira de amar algo que no existe. Vivir el cine es la
instalación de una mentira que, por puro arte, tiene una lógica verdadera. Lo
que se escribe puede ser una pose. Lo que se lee, algo que se quiere ver. Lo
que se ve hace que salten algunos resortes de nuestro mecanismo mental en busca
de una comprensión escurridiza. A veces no creamos, queremos creer. A veces no
queremos creer y cerramos los ojos para urdir una mentira a nuestra medida.
Mentir es creer. Ser sincero es huir. Lo que es evidente puede estar sostenido
con hilos de pura ambigüedad. En ocasiones, incluso creer la mentira es bonito.
Asciendes creyéndola. Te hace mejor. Te hace más mentiroso en un mundo de
mentiras. Drogadicción de la vorágine. Somos simple mentira respirando aires de
verdad. Todo el mundo miente. Eso es una verdad. ¿Qué es la verdad? ¿Lo que no
es mentira? ¿Qué es la mentira? ¿El estado natural del hombre? ¿Qué es el
hombre? ¿Una completa dualidad de mentiras y verdades? Todo esto que he
escrito…es mentira…pero ¿quién puede asegurar que no es verdad?
F for fake, conocida en España como Fraude, es uno de los testamentos cinematográficos de Orson Welles, una obra maestra de un hombre que no cejó en su búsqueda de nuevas formas de lenguaje cinematográfico y, para ello, realizó un falso documental que tiene mucho de verdad para que tuviéramos bien claro que fraude, falso, falacia y fruslería…se escriben con efe…cruces de verdad en la mentira de nuestras propias letras. Como un tal Elmyr D´Hory que falsificó las mayores obras de arte y muchos expertos la dieron por buenas. Como Clifford Irving que se inventó una biografía del millonario Howard Hughes sin haber hablado ni una vez con él. Como Oja Kodar que fue el objeto del deseo de Pablo Picasso mientras, todos los días, caminaba por delante de su ventana para ir a la playa, dando lugar a una colección de veintidós pinturas. Algo de todo esto no es verdad. Es un truco de magia. Es sólo lo que las comprensiones quieren ver y construyen en un imaginario castillo de ilusiones. Es la certeza de que hay que desconfiar de todo cuando la historia viene de un mentiroso profesional. Y eso siempre ocurre cuando detrás de la cámara, hay un director. No hay que dejarse embaucar por la dulce voz de un tipo que timó a todo un país haciéndoles creer que los extraterrestres llegaban para quedarse. Eso también fue falso. Como cualquier película. Como cualquier artículo.