miércoles, 4 de diciembre de 2024

EL MINISTRO DE PROPAGANDA (2024), de Joachim Lang

 

Ocurrió…y por eso hay que saberlo, porque puede ocurrir otra vez. Esa es la intención de la película de Joachim Lang que ofrece un retrato de Josef Goebbels como el de un tipo que no le importó mentir más que un bellaco con tal de alcanzar los fines del injusto régimen que representaba. Sus embustes eran perseverantes y, sin duda, fue el inventor de esa máxima que dice que repitiendo muchas veces una mentira acaban por ser verdad. Utilizó la propaganda como un arma arrojadiza que mantuvo engañado al incauto pueblo alemán que creyó ser parte de un engranaje fundamental para una Alemania que recuperaba el orgullo después de décadas de humillación. Quizá una de las razones fundamentales del triunfo del fascismo es que siempre esgrime las ideas más oscuras que van fermentando en cualquier ciudadano herido en su amor propio.

Y es que es cierto eso mismo que advierte la película en su principio. Sólo observando los movimientos de la fiera podemos prevenir su nueva aparición. Lang nos conduce por diversos acontecimientos desde 1938 hasta 1945 para apreciar los métodos de trabajo totalmente satánicos de un régimen totalitario que creía que la libertad era un cáncer y que, en el fondo, a pesar de los enfrentamientos que se estaban estableciendo para desembocar en la Segunda Guerra Mundial, el mundo necesitaba del nazismo para imponer un nuevo orden que tuviera contentos a todos. Si para eso había que eliminar a seis millones de judíos, no había que otorgarle mayor importancia. Sólo había que pensar en el cómo. De paso, ya que estamos con Goebbels, el director también se detiene a dar unas cuantas pinceladas del entorno más cercano de Hitler como Goering, von Ribentropp, Albert Speer, Alfred Rosenberg y, sobre todo, Heinrich Himmler. Todos asesinos que llegaron a las más altas cotas de poder.

Resulta curiosa, también, su dedicación a la hora de describir la decepción del régimen con respecto al cine nazi, de mediocridad comprobada, y que, siendo uno de los mayores medios de comunicación de masas en la época, se trató de utilizar con películas tan vergonzantes como El judío Süss, de Veit Harlan, una película que un realizador manifiestamente izquierdista como Michelangelo Antonioni no dudó en calificar como una de las mejores de la historia del cine. Aún así, la fuga de cerebros masiva hacia Hollywood hizo que sólo los directores menos dotados decidieran respaldar a Goebbels y su maquinaria asesina si exceptuamos a Leni Riefenstahl que, por otra parte, tampoco hizo demasiadas películas en ese período. Fritz Lang se fue por piernas, todos los judíos huyeron, sólo se quedó Georg Wilhelm Pabst de aquella gran generación que, en el fondo, se convirtió en una de las generaciones más brillantes del cine americano.

El mayor defecto que se puede atribuir a esta película es su protagonista, Robert Stablober que, en ningún momento, se hace con el personaje de Goebbels. En lugar de elegir un registro ambiguo, de colmillo afilado e inteligencia siniestra, el actor opta por un Goebbels que lo explica todo de una forma tan histriónica que llega a ser agotador. Por el contrario, Fritz Karl se hace cargo del papel de Hitler de una forma mucho más contenida, lo cual lo hace bastante más creíble. Por lo demás, la película se adscribe, de alguna manera, al ascenso y caída del nazismo de la misma forma en la que lo hacía El hundimiento, prestando especial atención a los últimos días en el búnker de Berlín, pero de un modo mucho más tranquilo y con una especial maestría en la mezcla de la recreación y las imágenes reales, algunas, hay que decirlo, espeluznantes.

Ocurrió…y por eso mismo hay que contarlo, para que no vuelva a ocurrir. Ésa es la intención. Una nación llevada a la locura por las fake news, por verdades escondidas y nunca contadas y por una sed insaciable de venganza por una Europa que les había humillado con las tiránicas condiciones del Tratado de Versalles. Nada…nada de todo ello justifica los cincuenta y ocho millones de muertos de la Segunda Guerra Mundial.

No hay comentarios: