miércoles, 23 de marzo de 2011

BOB, CAROL, TED Y ALICE (1969), de Paul Mazursky

Inteligente, fresca, clásica y simpática. Ése debería ser el título de esta deliciosa película que mantiene su vigencia aún hoy en día aunque pueda llegar chocarnos el vestuario. Y es que el amor es atemporal. Y es que la amistad es atemporal. Todo es atemporal menos el tiempo. Para demostrarlo ahí están unos diálogos llenos de agudeza que contienen giros y argumentaciones para ser enmarcados en la tela de una sábana con un retazo de sorpresa en alguna esquina.
Los cuatro actores, Natalie Wood, Elliott Gould, Robert Culp y, sobre todo, Dyan Cannon, están perfectos, divertidos, brillantes. La dirección de Paul Mazursky es todo un paseo por la facilidad. Y la película contiene una de las mejores sesiones de psicoterapia que ha rodado jamás el cine, así que no se puede pedir más. En el fondo, no es más que una búsqueda de lo que realmente es el amor, con una mirada llena de sarcasmo y de burla sana y con una curiosa mezcla de superficialidad e intimidad que la convierten en una pequeña joya, que ha envejecido excepcionalmente bien aunque no lo parezca porque es una historia que requiere atención, que exige discernir que las prioridades quizá hayan cambiado pero que la vida en pareja no es tan diferente. La ridiculización de los idealizados años sesenta pasa por un cuarteto de personas que, sinceramente, se deja influir por unos valores que quedaron trasnochados al día siguiente de ser pensados. Y ese es el camino que recorren las dos parejas. El amor libre, el haz lo que debas…todo eso que estaba tan de moda en aquellos años y que convertía a las personas maduras en ridiculeces con patas. Todo lo que subyacía en ello era la seguridad del aburrimiento, era el ansia de intentar conocer estilos diferentes de vida que sólo llevaban a callejones sin salida mientras se caminaba con las risas de los que poseían distancia suficiente. Incluso hasta el raciocinio podía ser anticuado en aquella época. Así que suele ser bastante difícil echar una mirada hacia adentro cuando todo lo que se hace es de puertas afuera.
Y es que la vacuidad de ciertas filosofías vitales (que, por supuesto, también imperan hoy en día bajo disfraces de falsa progresía y de estúpido avance) resulta ciertamente peligrosa para la felicidad porque cuanto más feliz sea la gente, más capacidad habrá de pensar y es posible que no sea nada bueno que la gente piense. Más vale que se asuman ciertas premisas morales de buenos ojos y aviesas intenciones que son especialmente atractivas para la simple y llana clase media de la ciudadanía. Llevar piercing, al fin y al cabo, no tiene por qué cambiar necesariamente el pensamiento.
Ah, pero sí, sí que se cambia el pensamiento cuando las personas son permeables a los valores impuestos desde una supuesta altura moral de libro de primaria. La ingenuidad a los altares y la moderación  y el estar conforme con la individualidad de cada uno al cubo de los anticuarios. Ah, sí, por supuesto, usted no es uno de esos. Ni yo tampoco. Ni aquél de allí. Ni Bob, ni Carol, ni Ted, ni Alice. Ninguno seguimos la corriente.

6 comentarios:

Carpet dijo...

No recuerdo yo esta película con especial agrado, me pareció ya vieja cuando la vi, a primeros de lo 80 en la tele.
De hecho la vi con cierto interés por natalie Wood y la temática erotico-festiva que prometía y sin embargo me decepcionó bastante. Obviamente no Natalie que salía guapisima y muy sexy, pero la película me dejó un regusto extraño.
De primeras el tema podría tener cierta vigencia en los USa de aquella época, pero no en la pacata (aun en la epoca del destape) sociedad española de la época. No es que no fuera provocativo el intercambio de parejas es que no era ni planteable, por mucho que vivieramos nuevos aires de libertad.
Además me pareció un tanto retrógrada en su ideario, burlar esos principios de amor libre utilizando a burgueses aburguesados (en el peor sentido del termino) buscando dar una emocioncita a su vida.
No sé, no tengo un buen recuerdo...tal vez merezca una revisión con una perspectiva mucho más lejana en el tiempo.

Abrazos.

César Bardés dijo...

No dejas de tener una cierta razón en ambos puntos que señalas. Desde una estética que chirría de forma bastante estridente a un tema que, incluso en los ochenta, parecía pillar muy de lejos a los españolitos de a pie de la época. Yo creo que el activo más importante de la película está en que ellos hacen lo que hacen no porque lo hayan pensado sino porque es lo que "toca". Y eso sí que es atemporal porque hoy en día eso ocurre, incluso con supuestos "burgueses progresistas" que todo lo que dicen y lo que hacen no es furto de algo meditado sino porque es lo que mola. Lo digo con un gran conocimiento de causa porque tengo amistades muy cercanas que se comportan así. La emoción de esos supuestos burgueses no está en decir lo que verdaderamente se piensa, sino en seguir la corriente, venga de donde venga y sople de donde sople. Ahí creo que es donde está el punto fuerte de la película además de la estupenda interpretación de Dyan Cannon que está divertidísima aunque sin duda yo prefiero a Natalie porque, entre otras cosas, me van más las morenas que las rubias. Y desde luego, la sesión de psicoterapia de la Cannon es excepcionalmente divertida, al estilo del mejor Woody Allen (que ya hace una sesión divertida a más no poder en "Desmontando a Harry" con Kristie Alley). Es una película fácilmente superable, es verdad, pero no debe hacer especial gracia a los que se creen "a la última", que haberlos, haylos.
Más abrazos.

dexter dijo...

No sé, yo no he visto la película pero leyendo vuestros comentarios y algo de información me ha venido a la mente "La tormenta de hielo" de Ang Lee que a mí particularmente me sorprendió mucho y me gusta.

César Bardés dijo...

"La tormenta de hielo" es una excelente película, sólo que mientras la de Ang Lee está narrada en clave totalmente dramática, la de Mazursky es una comedia declarada. Quizá los objetivos tampoco sean los mismos. "La tormenta de hielo" es el callejón sin salida de unos burgueses absolutamente aburridos que se inventan las cosas más peregrinas para salir de su ensimismamiento. "Bob, Carol, Ted y Alice" carecen de inventiva, son elementos arrastrados por lo que hace la moda del momento. Quizá yo no me explique demasiado bien pero creo que hay una diferencia bastante clara en cuanto a planteamientos. Lo único en común, quizá, es la falta de emoción en unos y en otros, si es que la sonrisa es falta de emoción. Yo creo que los personajes de "La tormenta de hielo" están aburridos y los de "Bob, Carol, Ted y Alice", creen estarlo que es diferente.

Carpet dijo...

Bueno, además creo que la Carol de la pelí de Mazursky, morbosisisma Wood, tiene bastante más marcha que Joan Allen.
Además la peli de Lee habla sobre la familia, sobre la frialdad que hay dentro de una casa que nos debe proteger de la gelida tormenta exterior.
Mazursky, efecetivamenet en tono de comedia, habla de el exceso de relación y también un poco de la sinceridad. El bueno de Ang, habla de los silencios y las mentiras.
Mazursky critica las modas y las novedades que se aceptan sin convicción, Lee crítica la hipocresia formal, la apariencia sin contenido.

O así lo veo yo.

Abrazos.

César Bardés dijo...

Sin duda, una acotación muy acertada, Carpet. Menos mal que cuando a uno le faltan las palabras siempre hay alguien que sabe ponerlas en su sitio. No tengo nada que añadir salvo expresar mi acuerdo total, mortal y reverencial por tus palabras.