No solo se ganan batallas en
medio del mar, donde el agua salpica por las bombas y la astucia se dirime en
nudos y cuadrantes. También hay que ganar contiendas en el interior de cada
uno. Quizá porque alguien huyó de sus responsabilidades en el momento menos
oportuno y perdió la oportunidad de criar a un hijo. O, tal vez, porque una
mujer fue tan dañina que creó un monstruo en el interior de un hombre. Un
monstruo devorador que repite una y otra vez que es alguien que no merece ser
amado en medio de un mundo en guerra. O puede que sea porque alguien sufre en
casa con tanta intensidad que cree morir cada vez que su marido se echa a la
mar para combatir. O quizás porque la prudencia es un arma que solo pertenece a
los perdedores. ¿Quién sabe? La primera victoria está ahí mismo y hay que ser
perseverante, constante, irreductible, duro. No es solo la primera victoria en
un terrible intercambio de proyectiles entre barcos por la supremacía de una
zona del Pacífico. También es la primera victoria dentro de unas vidas que han
sido voladas en pedazos desde hace mucho, mucho tiempo.
El Almirante Torrey, interpretado
por John Wayne, sabe muy bien lo que es la soledad. Sabe también lo que es
perder la vida de sus hombres en alta mar y que el fracaso con amenazas de ser
aún más estrepitoso llame con fuerza a la puerta. El Capitán Eddington, un
fantástico Kirk Douglas, tiene que luchar con tormentas interiores de tal
magnitud que solo quedará un último acto heroico para dejar bien claro que no
siempre los héroes son buenas personas. La Teniente Haynes, enfermera,
maravillosa Patricia Neal, sabe que no quedan demasiadas oportunidades para
encontrar algo de sentido a tanto sufrimiento aunque sus ojos ya han visto de
todo y están de vuelta del horror. El Teniente MacDonnell, eficiente Tom Tryon,
cumple con su deber con iniciativa y tiene que luchar con la enorme pena de
dejar a su mujer en retaguardia sabiendo que el amor preside sus vidas al igual
que las bombas pasan demasiado cerca. El Almirante Broderick, prudente Dana
Andrews, quiere ser un oportunista a la sombra de las victorias y un
aprovechado para las derrotas puesto que no hay mejor lugar a la hora de perder
que un segundo plano. El Comandante Egan Powell, genial Burgess Meredith, sabe
ser amigo de sus amigos, espía entre compañeros y además un valiente que siente
un miedo cerval. Tal vez porque ha estado casado con demasiadas estrellas de
cine y ya no le queda demasiado por delante salvo, quizá, un par de medallas en
un puente de mando. El Comandante Neal Owynn, odioso Patrick O´Neal, no se moja
más que en su propio beneficio. Un destino cómodo y una sombra poderosa. Eso es
todo lo que necesita. Un tipo que necesita que le crucen la cara con cierta
hombría. Al fondo, Franchot Tone y Henry Fonda, diseñando los destinos de toda
la Armada contra el gigante nipón. Y dirigiéndolo todo Otto Preminger, dando un
par de lecciones sobre las complicaciones de la guerra con el fondo de las
personas, haciendo que la primera y única victoria, quizá sea la definitiva sobre
el destino de cada uno de los protagonistas. Aunque no todos ganen.
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