El honor es algo tan
endeble que resulta asesinado con facilidad y repuesto con sacrificio. Eso lo
sabe muy bien el Capitán Leland, un tipo duro, un veterano del Ejército de
Artillería que ha estado varios años destacado en los aledaños del Canal de
Panamá y que, de repente, se ve envuelto en unas faldas y en la consiguiente
ambición por conseguir que continúen a su lado. Todo sale mal. Consejo de
Guerra y a la calle. Licenciado con deshonor y a otra cosa. Leland se convierte
en un buscador aunque no se sabe muy bien de qué. Trata de alistarse en el
Ejército canadiense, pero le dan con la puerta en las narices. Solo queda
alejarse lo más posible y saca un pasaje a Japón. Lo malo es que es en una
bañera mercante que, ocasionalmente, admite a algunos pasajeros. Un viaje de lo
más atractivo.
Sin embargo, eso no es
lo peor. El barco hará escala en Panamá y ése es uno de los últimos lugares a
los que Leland quiere volver. A bordo conoce a una chica encantadora, una de
esas de mirada conquistadora, piernas bonitas y respuesta rápida. Es rápida,
dulce, inteligente y divertida. Y Leland se pregunta a cada minuto si es de
fiar. Por otro lado, un tipo gordo, algo insidioso, un catedrático que enseña
en la Universidad de Manila que parece tener cierto interés en que le cuente
cosas de Panamá. Este viaje, capitán, va a ser muy largo.
Hay ojos que ven más
allá de un periódico abierto, citas secretas, algún individuo que se pone a
seguir a quien no debe, un intento de asesinato, un simpático japonés conectado
con la Mafia, mareos, quemaduras de sol y un par de puñetazos en algún hotel a
la sombra del Canal. Todo para descubrir que nada es lo que parece y que los
fracasos puede que sean buscados. John Huston sabía bastante de eso y si
enfrente del reparto se coloca a Humphrey Bogart…entonces ya la derrota es
absoluta.
A medias entre el cine
de espionaje y el negro, A través del
Pacífico es una estupenda película bastante desconocida que revela que las
apariencias engañan y que lo que puede ser una humillación, en realidad, es una
victoria. Nada mejor para dar moral a un país que ya se apresta a luchar y que
también desea ser, aunque sea solo por unos instantes, un héroe como Humphrey
Bogart. Su sonrisa descarada, su dureza enseñada casi por casualidad, su mirada
buscando respuestas…tal vez haya que dar una oportunidad a este tipo.
Estupendo.
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