Siendo ladrón,
enamorarse de una agente de policía judicial que quiere promocionar al FBI
resulta, cuando menos, un juego de riesgo. Claro que Karen bien merece ese
riesgo. Eso lo sabe un hombre que compartió maletero con ella porque,
simplemente, se cruzaron en el lugar equivocado. Ese hombre es Jack Foley, un
tipo que es capaz de atracar un banco solamente armado con su encanto. Así que,
piénsenlo un poco. Ella es valiente, decidida, guapa e inteligente. Él es
valiente, decidido, se las sabe todas, guapo y ladrón. Un cóctel explosivo que
no se sabe por dónde va a acabar aunque todo comience con una fuga. Más que
nada porque Foley se tiene que juntar, por aquello de que siempre habla el que
más callado tendría que estar, con una serie de individuos con los que más
valdría no ir con ellos ni de aquí a la esquina. Mientras estaban en el trullo,
Jack protegió a un tal Richard Ripley, uno de esos ejecutivos de Wall Street
que guarda tres o cuatro millones de dólares en diamantes en su casa. Y Foley
incluso le da una oportunidad porque tiene sus principios y cree que lo ético
es devolver favores, pero Ripley le ofrece el trabajo de guardia de seguridad…a
él…a un ladrón. Ripley podrá ser todo lo ejecutivo que quieras, pero no tiene
mucho de inteligente. Su vida se reduce a una pecera y a comprarlo todo a golpe
de talonario. Incluso en la cárcel. Lástima. Van a asaltar su casa y no van a
dejar ni los pececillos.
Excelente película, una
especie de spin-off de Jackie Brown, de Quentin Tarantino, con
la aparición del agente del FBI Ray Nicolette, interpretado de nuevo por
Michael Keaton. El director Steven Soderbergh hace que esta comedia de tipos
malos se convierta en unas buenas risas porque además de George Clooney y
Jennifer López en los papeles principales, todo se rellena de actores muy
competentes como Ving Rhames, Don Cheadle, Albert Brooks y, a destacar, Dennis
Farina en el maravilloso papel del padre de la agente Karen Sisco, cínico,
listo como ninguno y concentrado en una mirada en la que, directamente, está
llamando tonto a quien osa intercambiar conversación con él. Por ahí también
andan con papeles con su escena de lucimiento la siempre estupenda Catherine
Keener y el gracioso y torpe Luis Guzmán. Para el resto, es una película con el
sexo flotando en el ambiente, con las ganzúas preparadas y la seguridad de que
la siguiente jugada está prevista, con la certeza que, de tuno a pillo, todos
corren y todos son estúpidos, sólo que algunos más que otros. La atracción está
ahí. Jack se siente atraído por Karen y los diamantes. Karen se siente atraída
por Jack y por la promoción profesional. Maurice, el personaje de Cheadle, se
siente atraído por los diamantes y por los diamantes. Ripley sólo se siente
atraído por el dinero y por la maravillosa aparición especial de Nancy Allen.
Así que arrellánense en
el sofá. Son casi dos horas de diversión asegurada, inteligente y certera. Lo
imprevisto también tiene su papel y, por supuesto, el inútil que interpreta
Billy Zahn llena el pensamiento de imbecilidades. No se dejen intimidar. El más
guapo, es el culpable.
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