Perseguir a un fantasma es algo que suele ser bastante escurridizo. Sobre todo para el fantasma. Claro que los fantasmas no existen. Salvo que, por una extraña confusión propia de falsos culpables, tomen cuerpo y resulta que, de repente, están ahí, dispuestos a que se les dispare, se les arrolle, se les humille y se les aplaste. Basta con un buen maizal y un avión fumigador para que el fantasma sea liquidado en un lugar propio de fantasmas. Y es que los fantasmas suelen ser bastante silenciosos. Pueden decir las mayores barbaridades sin que se les oiga ni un sonido. Incluso se pueden introducir en una cabina de tren y besar a una mujer que, por momentos, solamente existe en los sueños de un fantasma.
La traición está a la vuelta de la esquina pero un fantasma de recursos vale mucho más que un fantasma cualquiera. Basta con jugar al peligro con la suficiente destreza para que esa palabreja se desplace hacia el enemigo. Es el enemigo el que tiene que tener miedo del fantasma y no al revés. Más que nada porque todo el mundo sabe que, cuando se toca el corazón de un espectro, comienza a haber razones para acabar con los malvados y refinados ladrones que quieren sacar no sé qué del país.
Es fácil, además, ser un fantasma cuando antes, en otra vida, se ha sido un ejecutivo de publicidad sin tiempo para romances rápidos. Incluso intentando emborrachar cada una de las hebras de su no-cuerpo porque, quizá, el fantasma piensa que llega tarde a su próxima cita. Y tiene razón porque su próxima cita es con la misma vida que ha dejado de vivir. Su único error es dejar sus huellas en un arma de cortante filo, con la sangre fresca y la sorpresa en sazón. Estos fantasmas acabarán, seguro, colgados de alguna piedra filosofal.
Tal vez, sin pecar de categórico, podríamos encontrarnos ante una de las piezas más fundamentales del cine de acción y de suspense que se hayan hecho nunca porque Hitchcock sabía que el entretenimiento consistía en eso, en tener al público pegado a la pantalla sin querer abandonar, ni por un segundo, las ganas de saber lo que viene después. Eso es suspense. Si además lo sabía contar de tal manera que hasta el mismísimo James Bond se inspira en esta fuente para poner sus peripecias en imágenes entonces estamos ante el espectáculo total, sin fisuras, absolutamente absorbente, insultantemente brillante. Así era Hitchcock. Un tipo que no era capaz de matar ni a una mosca y, sin embargo, disfrutaba poniendo a sus héroes al borde del abismo, con una mano sujetando a la chica y la otra siendo aplastada por un facineroso. Fácil ¿no?
De acuerdo, de acuerdo, todo es un poco más sencillo si tienes a Cary Grant y a James Mason pero no basta con eso. Manejar a esos actores, montar todo un enredo trepidantemente rápido y sacar de ellos una interpretación sutil y reluciente es toda una demostración de cómo hacer cine, de cómo hacerlo bien, de cómo hacerlo bien de forma inimitable, de cómo hacerlo bien de forma inimitable y eterna. Y así podría seguir hasta la extensión al absurdo. Como lo hace Hitchcock.
Y no lo olviden, si son capaces de ir a una cita a un cruce polvoriento, desconfíen del avión que en la lejanía está fumigando maizales. Ese chorro y ese balanceo de alas esconden muy malas intenciones. A lo mejor es que está yendo hacia el norte dando una vuelta por el noroeste. Se lo dice Alfred.
9 comentarios:
Pues si, la verdad es que de todo Hitch y sabiendo que es muy complicado elegir y que los sesudos hablan de "Vertigo" o "Psicosis" o "Encadenados"..., yo siempre prefiero esta. No renuncio a las demás, pero me parece que aquí el mago hace más que magia, aquí completa un hechizo.
Aquí hay más "vertigo" que en ninguna otra, todo es trepidante, acelerado pero sin descontrol, Grant avanza porque no se le deja quedarse quieto y los espectadores corremos con él hasta llegar a sentir la misma prisa, la misma desorientación, el mismo apuro.
No hay relax en este film, ningún momento tranquilo en el que ir al baño que ahora no pasa nada, siempre pasa (en Hitch siempre está sucediendo algo que es importante) y no te lo puedes perder.
Si nos ponemos a buscarle un pero, yo diria que Eve Marie Saint es la rubia que menos me gusta de las de tio Alfred, aunque aquí me parece que está mucho más que adecuada y que en realidad da mucho más el papel que el que hubieran dado otras de las suyas, no hubiera cuadrado Ingrid, ni claramente Grace, tampoco Tippi me parece que hubiera cuajado en ese papel de mujer aparantemente fuerte y valiente pero desesperadamente frágil cuando se enamora de un "grant" tipo.
Esta es otra de esas películas que siempre que cazo en zapping me engancha y no puedo cambiar de canal.
Abrazos subastados
Es lo que tiene. Hablábamos antes de una gran comedia de acción con "Huida a medianoche" y ahora pasamos a hablar de palabras mayores. No me cabe duda de que esto es una comedia, aunque Grant lo pase fatal en algunos momentos de la peli. Uno de los mayores placeres del espectador es ver al Cary Grant comediante. Verle hacer el payaso literalmente, y ojo que no lo digo en sentido peyorativamente en absoluto, en las comedias de Hawks. O verle aquí las muecas en el primer encuentro en la biblioteca o en la sala de subastas haciéndose el loco. Impagable.
Lo de Hitch y las rubias. Yo creo que la elección de las actrices tenía algo de subliminal (se explica muy bien yo creo en la película de Hopkins). Frigidas, morbosas, manipuladoras, las tenía todas a sus pies.
Abrazos "en las rocas"
Es que esto es arte.
Estoy de acuerdo en que, tal vez, Eva Marie Saint sea una de las rubias menos recordables de la galería hitchcockiana de mujeres pero no lo es menos que está muy bien en su papel.
Cierto es también que tiene grandes momentos de comedia, no nos olvidemos del festival de caras mientras Grant está borracho o de la cantidad de sandeces que suelta en la comisaría.
También es verdad que es una película que engancha en cualquier momento y en cualquier lugar y que se hace muy difícil cambiar de canal si se ve una sola de sus impresionantes imágenes. Es pura diversión y se halla, cierto Carpet, un paso más allá en cuanto a estilización que todas las películas que nombras. Tal vez porque Hitch sabía cautivar a través de la imagen. Eso no quiere decir, ni mucho menos, que ninguna de las que nombras sea mala, no lo son y también son obras maestras pero quizá sean películas más oscuras, con un filo muy cortante en la moral que incomoda mientras que aquí es la aventura por la aventura, sin renunciar a ninguna de las constantes de su cine (el falso culpable, el retrato de las madres, el "mcguffin" porque realmente lo del microfilm tiene menos importancia que nada en toda la película). Todo está construido como en un enorme y sólido castillo de naipes que, llegado determinado momento, es imposible de derrumbar por todo, porque hace que el espectador lo esté pasando en grande, porque los actores son esos y no otros, porque la trama absorbe por muy ilógica que sea y porque sabía poner la cámara justo en el lugar más adecuada para introducirte como un héroe más escapando de los malvados villanos.
Abrazos con balas falsas.
Es cierto lo de la cámara, en general en todo el cine de Hitch, pero su atención a los detalles y su precisión en hacer cosas incluso raras para que prestes atención a algo, es impresionante.
Precisamente en esta peli yo me di cuenta por primera vez de ese tipo de cosas, en concreto, en el beso en el tren entre Grant y la saint, las manos se mueven de ambos se mueven de una forma compeltamente absurda en la vida real y sin embargo aquí sirve para poner un enfasís a la escena que en cualquier otra película pasaría por la simple escena del beso entre los protas. De habitual a imprescindible por mor de la pericia de un tipo para conseguir que vieramos lo que él quería que vieramos...pura prestidigitación fílmica.
Con Hitch además siempre se puede jugar a donde está Wally, no sólo en sus habituales cameos, sino en situaciones, personajes u objetos en los fondos de escena que a veces son muy notables también.
No sé si recordáis que a menudo en las viñetas de Ibañez (especialmente en Mortadelo y Filemón) suele aparecer alguna gracia de paisaje por detras de los personajes principales o en una esquina o en un objeto decorativo...Hitch hace algo similar no pocas veces y eso hace que disfrutes de segundos, terceros o infinitos visionados.
Abrazos en litera
Y hablando de comedias donde el tipo lo pasa mal y podrían no serlo, ahí tenemos a Scorsesse (que bueno su anuncio-homenaje a Hitch de Freixenet hace unos años) y su "Jo, que noche" consiguiendo que lo pasaramos bien con la angustia de un tipo al que todo se le complica.
Vamos que si me acuerdo de Mortadelo. Ahora mismo estoy muy puesto, además, ya se sabe. El amigo está dando síntomas de adolescente pero aún se divierte como un enano con los cómics de Ibáñez.
Estoy de acuerdo en las múltiples lecturas que ofrece un director que siempre intentó reinventarse a sí mismo y que, al fin y a la postre, eso fue también lo que hizo que sus películas postreras fueran más tristes de lo habitual. Hitch tiene muchísimas cosas que mostrar en pantalla, tiene acciones que van por detrás de la acción principal y tiene...pues eso, la enorme virtud de que nunca te cansas de verle por su maravillosa inventiva visual, aún no igualada.
Coincido en lo de Scorsese. Es más, en el artículo de mañana incluyo una referencia a "La clave Reserva".
Abrazos con burbujas.
La clave, no la reserva, la has dado tú, no importa lo que te cuenta, que a fin de cuentas siempre es inverosímil, sino cómo te lo cuente. Y en este sentido Hitch es un artista único al que hay que echar de comer y analizar
Ya sé cuál es la de mañana, a mí el trailer también me recordó al sport, pero esta semana no he elegido a Frodo sino a la Benning (por cierto también dicen que su peli tiene un aire argumental a "Vértigo").
Abrazos díscolos
echar de comer y analizar APARTE
Abrazos elípticos
He leído por ahí lo de las semejanzas entre "Vértigo" y "La mirada del amor"...creo, o sospecho, que la cosa va a ser mucho más blandita por mucho que profese una sentida admiración por la Bening y el Harris.
Espero que te haya gustado. Yo la veré seguramente pero más tarde.
Abrazos apartados.
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