Salvar a la Humanidad
destruyendo gran parte de ella. El infierno descrito por Dante Alighieri en La divina comedia trasladado a la
Tierra, sin amores desbocados que buscar, sin pasiones desenfrenadas por la
vida malhadada que se empeña en darnos lecciones a través de prebostes de la
moral del caos. Quizá ésa sea la única solución posible. Sumir al mundo en la
muerte para que algunos vivan. Ingenuos iluminados que piensan que el resto
necesita ser guiado para evitar el apocalipsis creando uno. El infierno ya está
aquí. No hace falta que ningún multimillonario sacrificado sea el nuevo
profeta.
Todo está confuso y
nada es lo que parece. La comedia, quizá no tan divina, se representa a la
perfección solo para encontrar una solución al enigma más intrincado. Por las
calles de Florencia, de Venecia y de Estambul, corren las aguas contaminadas de
la megalomanía porque muchos creen ser los elegidos pero ninguno es el
verdadero. Un dibujo con las claves de la peste que se propagará
inevitablemente, tarde o temprano, por la Tierra para castigar la avaricia y la
acumulación de alimentos en detrimento de la mayoría. Las piedras hablan y las
máscaras mortuorias aún más porque ése es el auténtico rostro de la muerte. En
el fondo del agua es donde está la respuesta. En una bolsa. En una locura.
Tercera visita al
universo de Dan Brown a través del personaje del simbolista Robert Langdon para
desentrañar los misterios de Dante y evitar la destrucción de la Humanidad.
Rutinaria y tramposa, Ron Howard cae ante la tentación de lo trepidante para
que el espectador no piense demasiado en la lógica de todo lo que está viendo
y, con un desarrollo correcto aunque algo atropellado, decae al final en esa
escena en las cisternas de Estambul, renunciando al suspense y apostando por la
confusión, por el movimiento desquiciado de la cámara en el agua, por el
absurdo del manejo de un escenario que podría haber sido mítico en la
resolución y se queda en poco más que una piscina termal con columnas. Tanta
producción, tanto esmero para que, al final, se desaproveche el escenario
impresionante donde puede dar comienzo la extinción de la raza humana. Y aunque
Tom Hanks hace un esfuerzo por aportar algo, el director mantiene a la película
por debajo de lo que se esperaba de ella.
Y es que no es fácil
hablar de la destrucción de la Humanidad y darle sentido a toda la peripecia
sin tener una argumentación sólida para todo ello que bien se puede olvidar en
aras de la acción pero eso requiere pericia en el rodaje. Y Howard no es John
McTiernan en sus mejores tiempos y cree que cualquier cosa vale con tal de
respetar el original literario que, como siempre, ha sido un éxito de ventas.
Tal vez porque piensa que ofrecer alguna novedad es traicionar a los que ya
conocen la novela. Y algo que en nuestra imaginación ha podido ser apasionante
se convierte en un relato rutinario, que ya hemos visto dos veces, una en
nuestra mente y otra en la pantalla. Puede que la solución sea juntar los dos
jeroglíficos y hallar una clave que desahogue tal conjunción de fantasías. Y
así el pobre Robert Langdon podrá descansar y darse cuenta de que el amor es
otro acertijo que el Diablo pone en nuestro camino hacia el Purgatorio.
4 comentarios:
Yo creo que sin duda es la película ganadora del "no me apetece nada, nada, ir a verla" de este año. No me atrae en absoluto el universo Dan Brown, y y por si fuera poco las críticas están siendo demoledoras. Sí que es verdad que puede ser más estimulante ver a Felicity Jones que a la Amelie. En cualquier caso, una vez que tras lo de Bayona y el monstruo queda confirmado totalmente que Felicity es ya una de las grandes actrices de su edad, soy yo o pienso que a Tom Hanks le está sentando muy bien la madurez. Hace poco lo vi, creo que lo comentaba aquí, en "Esperando al rey", y se las basta y se las sobra para dotar a la peli de alicientes. Y ya hay ganas de verle dirigido por Clint en "Sully".
Abrazos encriptados
Ya dijimos en su momento que incluso "Ángeles y demonios" era bastante mejor que "El código Da Vinci" y lo cierto es que esta estructura de gymkhana de enigmas comienza a cansar en su formato. De todas formas, habría que ver por qué se han saltado "El símbolo perdido" cuya acción transcurre en Washington con los masones de fondo. En cualquier caso...bueno, siendo riguroso, la película da lo que pides. Acción trepidante, no parar, etc, etc...y creo que, aún viéndola, Howard patina estrepitosamente en un final que parece de estudiante de secundaria.
En cuanto a Hanks, partiendo de que a mí siempre me ha parecido un excelente actor, te voy a contar algo que me parece que ha pasado. El bueno de Hanks se retocó en su momento la cara y eso le ha perjudicado en cuanto a expresión e imagen. Y me da la impresión de que se ha vuelto a retocar para arreglar el desaguisado. Y ha salido ganando con la decisión. Aparte de eso también ha perdido unos cuantos kilitos porque es un tío con tendencia a engordar y aguanta bien los planos en panorámica (cosa que no pasa con la Jenny, por ejemplo) y con su cara más o menos apañada, Hanks da lo mejor de sí. Cierto es lo de "Esperando al Rey" y el personaje de Langdon, es cierto, lo saca notablemente bien. Yo también estoy esperando "Sully". Por Hanks y por Eastwood.
Abrazos entomados.
De vuelta también por aquí para sumarme a la votación de Dex : "Película que no me apetece ver".
Ya comenté en su día que como me regalaron el libro tuve a bien agradecer el obsequio utilizándolo y me lo empecé a leer con cierta desgana que fue convirtiéndose en un verdadero suplicio según avanzaba la trama. Y que rabia me da. porque es un tipo de historia que puede tener muchas cosas que me engancharían sin dudar. Lugares impresionantes, acertijos, algo de historia, mucha leyenda, aventuras, deducciones, acción, un protagonista interesante, chica guapa y lista al lado...Y se queda en casi nada. Brown es una maquina y no en el sentido positivo, sus novelas carecen de corazón y eso es lo que hace que sean mucho más aburridas de lo que deberían a tenor de los ingredientes.
Me acuerdo que en su día y por mi abuelo, mi padre y mi tio leía de pequeño novelas de Marcial Lafuente Estefania o Zane Grey, novelitas del oeste...eran churros, casi todas con las mismas cuatro cosas que mezcladas de una forma o de otra de daban una historieta distinta...No era mucho y sólo puro entretenimiento y olvido rápido, pero todas tenían algo que las hacía muy amenas, los personajes tenían alma, respondían a pasiones superficiales pero reconocibles, y así te encontrabas encarnando al cuatrero redimido, al pistolero con pasado triste, al sheriff con dudas éticas, al amigo fiel dispuesto a acompañar a su compañero a una suicida misión de rescate. Pocos ingredientes pero marcados con toque entrañable. Brown hace lo contrario mucho artificio sin asidero que te haga identificarte con nada.
Para llevarlo a la pantalla, acepto tu sugerencia de que un Mctiernnan en forma hubiera sido ideal, pero Ron Howard es precisamente el que potencia las carencias de las novelas porque pocos directores son tan incapaces de dotar de alma a sus personajes como el bueno de Ron. Como al escritor le gusta mucho más el ruido que las nueces y claro acompañar a Langdon por lugares tan significativos es mucha tela...pero si ya desaprovechó muchos de aquellos espectaculares escenarios en "El código da Vinci", jamás entendí como el Louvre se puede quedar en tan poca cosa en una película (debería de aprender a lo que hacen en las pelis de Bond), dudo que remontase aquí y con tus letras lo confirmas.
Una pena. Dan ganas de darle una vuelta al formato y sacarle más jugo.
Abrazos saludables
Me acuerdo, sin dármelas de listillo, que cuando leí el último libro que, en ese momento, tenía Brown en los escaparates que, creo, era el infumable (pero de verdad) "La conspiración" me dije a mí mismo que estaría muy bien que se pusiera con el bueno de Langdon a hacer algo basado en Dante y demás y mira, me leyó el pensamiento.
Y lo pensé por las mismas razones que estás esgrimiendo tú. Buenos escenarios, hay muchos puntos oscuros en "La divina comedia", Florencia, etc, etc. Y el caso es que Brown no tiene personalidad ninguna como escritor. Yo no llegué a leer las historias de Mallorquí aunque mi padre sí que me habló de ellas. Yo fui de los que pillaron al mejor Forsythe (aún recuerdo que nadie iba en el Metro sin su "Chacal" debajo del brazo) y que, más tarde, me enganchó con "Odessa" y con "Los perros de la guerra" e, incluso, con un inquietante libro de cuentos cortos que me regalaron y que fue editado con el nombre de "El guía". Luego he podido constatar cómo se ha vendida y cómo, de manera harto descarada, hay libros que no ha escrito él ni de coña lo cual lleva a pensar en la legión de negros que tiene contratada. Más tarde me pasé a Irving Wallace porque rulaba por casa un apasionante libro que se llamaba "La palabra" y lo devoré, me encantó, me pareció una idea deslumbrante (el descubrimiento de un quinto Evangelio con revelaciones sorprendentes que levanta sospechas en el jefe de publicidad) y comencé a leer otros libros de él y así cayó el apasionante "Los siete minutos" (proceso a un libro pornográfico), la fantástica y ya envejecida por la realidad "El hombre" (la historia de un presidente de los Estados Unidos...negro al que le cae la responsabilidad por culpa de un accidente de avión en el que viaja el gabinete en pleno), "El proyecto Paloma", "El todopoderoso", "Fan Club", "Invitada de honor", etc, etc...y tienes razón. Dotaban a sus personajes de alma, tanto Forsythe como Wallace, hombres que escribían descaradamente "best-sellers" pero que no se olvidaban de darles carne a sus personajes, más allá del argumento, más o menos apasionante que podían vender.
No es menos cierto lo que comentas de Ron Howard. Es más, me parece que el mejor Howard es, precisamente, cuando le gustan mucho más las nueces que el ruido y sí que les pone almas a los personajes. Creo que lo hace en "Apolo 13", como también lo hace en esa joyita que hizo y que es su película más desconocida, "Desaparecidos", con unos enormes Tommy Lee Jones y Cate Blanchett.
Sí, dan ganas de reescribir la historia. Y sobre todo, sobre todo, de volver a rodar el infausto final porque no solo lo empeora, es que lo hunde.
Abrazos infernales.
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