No
cabe duda de que ser un héroe solitario en estos días de tecnologías, teléfonos
móviles y comunicaciones por vía satélite, es algo muy duro y que, en el fondo,
todos los lobos esteparios que olfatean problemas se ven tentados a aceptar
cualquier cosa con tal de paliar esa soledad. Y no podía ser menos el héroe
perfecto, antiguo militar de carrera, desencantado, amargo y cínico que resulta
el inventor de las ausencias de las puntadas sin hilo. Nadie está a salvo del
sonido del silencio.
Lo primero puede ser
buscarse un plan dentro del mismo ejército basándose solo y exclusivamente en
un tono de voz. Quizá sea muy cálida, o sensual, o insinuante, o, incluso,
familiar. Escasos cimientos para un tipo que se las sabe todas pero la
necesidad apremia y hay que concertar citas cuanto antes porque el tiempo se
escapa, los físicos se estropean y tal vez la próxima cicatriz afee un poco ese
rostro de niño que resplandece cuando sonríe.
Lo segundo es querer
creerse la posibilidad de ser padre solamente por saberse necesitado, adorado,
acompañado. No se recuerda a la posible madre, pero eso es un detalle sin
importancia. Hay que saberse lanzar a los puñetazos de la responsabilidad más
allá de un caso de policías militares y contrabando de armas y drogas. Y, a
veces, da gusto que alguien siga los paternales consejos de un hombre con
experiencia. Especialmente en las edades difíciles de la adolescencia.
Lo tercero es construir
una trama alrededor de todo eso sin atender a las necesidades básicas de
cualquier argumento. Tom Cruise salva al personaje pero no a la película. Hay
asuntos que se obvian, detalles sobre los que se enfatiza para olvidarse de
ellos, giros más típicos que las consabidas carreritas del actor en todas y
cada una de sus aventuras, alguna pelea mal realizada, muchos porqués sin
contestar y una tonta reivindicación del feminismo más simple que puede hacer
sonrojar a más de una mujer.
Lo cuarto es que no
deja de ser decepcionante, después del buen sabor de boca que dejó la primera
parte de esta especie de detective sin licencia que adivina todo antes de que
pase, que se haya hecho una película con un reparto tan escasamente dotado
alrededor de Tom Cruise. Ninguno de los actores y actrices que pueblan la
historia tiene el más mínimo talento dramático, con especial mención para Cobey
Smulders, la compañera de turno, que resulta floja, forzada y sin talento en
todas las situaciones. Tan solo alguna línea de diálogo reservada al
protagonista resulta atractiva, heredada directamente del género negro, y pasa
por ser una menguada recompensa entre tanta pretendida escena de acción a
raudales.
Es la dureza de la
paternidad porque reblandecer a un personaje que no lo pide es como volver a
freír una tortilla que ya está cuajada. Todo se convierte en una trama que
podría haber sido más apreciada pero planea un aire de falsedad en todo, como
si nadie se creyera mucho lo que hace, salvo el propio Tom Cruise que se pone
muy intenso con sus miradas, como si su presencia bastara para que todos
corramos a sus brazos y nos rindamos a sus encantos de padre, de novio, de
sabueso y de comandante del ejército.
2 comentarios:
Bufff, perezón. Si ya me apetecía poco a raiz de lo que leo menos aun. Es cierto que la primera tenía sus buenas cosas. El personaje aunque pareciera un poco manido tenía su cierta chicha.
De un tiempo a esta parte, los agentes solitarios superexpertos pueblan las carteleras. Antes eran cosas destinadas a Steven Seagal (Alerta máxima), o Van Damme (Blanco humano), pero desde el boom de Bourne la cosa ha ido pidiendo mejores actores y ahí tenemos a Liam Neesom con sus "Venganzas", Willis en "Red", Costner en "Tres días para matar", Denzel Whasington en "the Equalizer"...
Lo de Tom parece un poco más de lo mismo, pero el personaje tenía su enjundia y hay que decir que el reparto también le daba cierta altura. Jenkins, Duvall, Rosamund Pike, Oyelowo...Aquí da un poco de pena ver que la agente de Shield que tanto llamaba la atención en "los vengadores" no da el tipo según comentas, pero es loq ue pasa cuando los productores piden una peli a la medida y no se gastan mas de cuatro duros en un buen equipo de guionistas.
Hace poco leí un artículo sobre los guionistas actuales de Hollywood que se quejaban de que les encargaban hacer una historia en torno a un momento de acción espectacular. Venían a decir que actualmente se planifican determinadas escenas: explosiones, persecuciones, tiroteos, etc...y luego les encargaban a los guionistas que confeccionaran una historia donde encajarlas. El propio Spielberg comentaba en el artículo que el cine actual era una burbuja de películas de acción sin apenas contenido, y que estallaría más tarde o más temprano como la inmobiliaria porque no tenía un sustento real. Yo creo que tito Steven no anda muy desencaminado, o al menos eso espero.
Abrazos corriendo
Con mucho juicio, en varias ocasiones, dices que tal o cual película va directamente al pase televisivo. Esta ni siquiera eso. Se fía todo a Cruise y se descuida un reparto que no hay por donde agarrarlo. Lo de Smulders, sin duda, llama la atención. La tía es guapa, se mueve bien, va estupenda en las escenas de acción pero dramáticamente...es que ni siquiera sugiere. Y es una pena con tanto jugo que sacó al personaje de "Los vengadores" hasta tal punto que creo recordar que reclamamos, en su momento, más tiempo a ese personaje. Como bien dices, en la primera parte, hay gente muy válida. Aquí no hay ni uno que se salve. Todo es un batiburrillo bastante confuso y sin demasiado sentido que intenta dar, sobre todo, encarnadura al personaje de Reacher mientras Cruise intenta darle seriedad e intensidad. Claro, está por encima de cualquier Seagal y Van Damme precisamente porque Cruise no es tan mal actor. Y hay que reconocer que de los ejemplos que citas también hay un trabajo detrás que apuntala el trabajo de la estrella. Así me pasa con la primera "Red" y, desde luego, con "The equalizer", que fue toda una sorpresa.
En cuanto a lo de los guionistas, es muy curioso, porque así trabajaba Hitchcock en algunas de sus películas. Ernest Lehmann lo recordaba en su trabajo en "Con la muerte en los talones" y cómo Hitchcock le decía "veo un avión fumigando un campo de maíz y un tipo en medio de ninguna parte. El avión le quiere matar". Y Lehmann, ojiplático, contestaba: "Vale...¿y el argumento?" y Hitch, con esa seriedad británica le decía: "Ah, eso lo tienes que escribir tú". Pero lo cierto es que no hay escenas de esa profundidad y categoría, ni guionistas de esa clase (Lehmann era un primera división) como para darle entidad a una película de acción y, tal vez por eso, lo fían todo a la estrella de turno. Ojalá lo comentas de Steven Spielberg sea cierto. Hoy por hoy, y en un futuro próximo, lo dudo.
Abrazos sonriendo.
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