Nadie
puede negar que la existencia del móvil ha trastocado de tal manera nuestras
vidas que hemos puesto los secretos en el mismo umbral de nuestras casas. Las
redes sociales han permitido que conozcamos a gente que jamás se hubiera
cruzado con nosotros y, de alguna manera, han generado un ansia concreta de ser
conocidos, de ser falsamente queridos, de ser engañosamente adulados y, por
último, de creer que, más allá de nuestra rutina, hay todo un mundo
esperándonos porque, sencillamente, somos importantes para alguien.
Y todo es un inmenso
truco para que no miremos hacia lo que es verdaderamente importante. Mientras
estamos hipnotizados por nuestras pantallas, no seremos conscientes de los
problemas que tiene nuestro amigo de carne y hueso que está a nuestro lado, ni
tendremos las palabras justas para ayudarle, sea cual sea la naturaleza de su
problema. Esas mismas palabras que nos brotan de los dedos con una ejemplar
objetividad cuando hablamos con un ente que, en gran parte, hemos creado con
nuestra imaginación. E, incluso, hemos traspasado la frontera tecnológica para
iniciar un encuentro, una complicidad y una relación.
Sorprendentemente
comedido se muestra Álex de la Iglesia con esta película en la que delata toda la
miseria moral que nos acucia y que solemos guardar en los teléfonos celulares
que tanto nos alienan. Un grupo de amigos que descubre, gracias a un inoportuno
juego, que, en realidad, no son tan amigos y que quieren tapar unas vergüenzas
que no son capaces de poner en común con quienes, de verdad, les dan ese
cariño, tan necesario y tan real, que da el trato frente a frente. Hay que
reconocer que el director cuenta con la colaboración inestimable de un elenco
que se muestra natural, espontáneo, contenido, coqueteando peligrosamente con
la explosión que nunca se llega a producir salvo en sus propios códigos éticos.
La noche de Madrid se tiñe de rojo porque la Luna, al fin y al cabo, es la
única que puede ser testigo de lo que nunca nos atreveríamos a confesar.
Y, desde luego, tenemos
un buen muestrario de personajes que se debaten entre los tópicos que ya
intuimos y que nunca reconocemos en nuestro propio entorno real. El sexo
telefónico, la fotografía comprometedora, la opción vital, el desliz inoportuno
y, también, la moderación de la madurez están ahí, compartiendo mesa y mantel
en lo que no es más que un viejo embrujo que permite que echemos un paso atrás
para poder avanzar con una mirada más certera. Es cierto que de la Iglesia se
inspira en otra película italiana de idéntico título dirigida por Paolo
Genovese, pero aún así demuestra, una vez más, lo bien que sabe manejarse en
los interiores, con movimientos de cámara excepcionales y dejando el
protagonismo a las personalidades escondidas de los comensales, ocultos en la
jungla casi esotérica de unas comunicaciones que tienen que morir para ser
reinventadas. El ejercicio es bueno, interesante, complejo y con gracia y la
serenidad que sobrevuela la cinta es todo un gusto para unos tiempos en los que
sólo vale destruir lo que se tiene por culpa de algo que es puramente virtual.
Guárdense este artículo, por favor…y que no lo vea nadie.
6 comentarios:
Pues si, una película mucho más que estimable. No sólo porque sea, en momentos tremendamente divertida y uno sea incapaz de controlar la carcajada. No sólo porque los actores estén a un nivel superlativo casi todos, incluso los más limitados engancharon al personaje y le dieron lo que se precisaba, virtud de Alex, sin duda. No sólo porque haya virtuosismo en muchos planos, pericia técnica bien utilizada para mejorar la historia y su forma de contarla. No sólo porque su guión sea casi milimétrico y aunque uno espera que se produzcan más de una situación tópica, el ritmo está tan bien modulado que la sorpresa salta cuando no lo esperas y lo que esperas se aparece en el momento que menos intuías. No sólo por el ritmo que está perfectamente medido y no deja respiro pero no te atropella. No sólo porque los personajes aunque parezcan muy marcados y tópicos logran crear la suficiente empata como para pensar que en algún caso se pueden parecer demasiado a nosotros mismos.
No es sólo por todo eso, es porque el conjunto hace grande una película que podría haberse quedado en pequeña. Podía haber sido una película con su toque de humor, muy teatral y poco visual. Un film algo claustrofóbico, muy cerrado en una habitación y demasiado a merced de los actores. Aquí De la Iglesia impone un sello personal sin darle su sello personal que, ya hemos dicho, que a veces perjudica demasiado su cine. Sigo pensando que Alex es probablemente uno de los directores que mejor rueda, por supuesto en España y en una gran parte del mundo. Aquí lo demuestra y nos entrega una película imprescindible en un año algo más triste en cuanto al cine español que, por ejemplo, el año pasado.
Lo decía Dex el otro día. No sería Eduard un gran alter ego de Woody Allen. Yo creo que es un tipo capaz de hacer cualquier cosa. Y enormes también Alterio y Pepón Nieto.
Abrazos cominicados
Estoy de acuerdo en todo lo que dices,pero,como bien dice Dex,no es solo eso. La película tiene una virtud que muy pocos han sabido expresar y es que en el retrato de esos amigos encuentras a tus propios amigos,y si no son amigos,seguro que has conocido a gente muy parecida y,si tampoco es así,lo mismo te ves reflejafo tu mismo y te das cuenta lo ridículo que puedes llegar a ser. Y lo mejor de todo es que huye de pedanterías sociológicas y,desde luego,de lis defectos de su propio cine. Si bien es verdad que el final no es demasiado convincente,ello no lastra en absoluto a todo el conjunto. Más que nada porque el elenco lo hace tan bien que estás disfrutando muchísimo de su trabajo. Sinceramente,Álex,en esta ocasión,me ha convencido.
Abrazos por mensaje.
Es cierto lo del final, pero incluso se agradece. habías logrado coger simpatía a ese grupo de tarados, como cualquiera de nosotros o cualquiera de los que conocemos (si dije que nos hacen parecer demasiado a nosotros mismos) y el final normal hubiera resultado demasiado desolador.
No he visto el original italiano, premio a Mejor película en los David de Donatello, tampoco sé si será muy similar. Según cuenta Alex, Vasile le ofreció el guión y le pidió que la rodase cuando aun no se había estrenado la italiana. Supongo que variará poco salvo en la forma de rodarla y ahí estoy casi seguro que De la Iglesia será un plus. Tampoco sé si en ese original variaría el final de forma apreciable.
Hay un grado más de reflexión en una película que plantea unas pocas y es ¿hasta que punto conocemos a quienes conocemos de toda la vida? o como decía House, todo el mundo miente, a veces a sí mismo pero en general a todos, nos ponemos una fachada y en el fondo tenemos otra vida, otras vidas que vivimos o no, pero seguro que están ahí. Máscaras frente a los demás, a veces frente a nosotros mismos. Todo esto parece muy profundo, pero a ritmo de comedia se ve mejor y se disfruta más.
Abrazos cazados
Cierto que lo dijiste. Probablemente,me he dejado llevar por el razonamiento y te pido disculpas por el olvido y también porque,en el fondo,yo no me veo reflejado en ninguno de ellos sin querer dármelaa,ni mucho menos,de perfecto.
Es que esa es una de las grandes virtudes de la película. Te hace pensar sobre cosas que tienen su miga y te pone una sonrisa mientras lo piensas. Y,desde luego,te siembra la duda sobre hasta qué punto conoces a las personas que conoces. No he visto tampoco el original italiano,entre otras cosas porque,salvo error u omisión,no llegó a estrenarse en España. Ignoro los motivos. Seguro que Álex ha cambiado cosas porque no le veo copiando en el examen. Él tiene muchísimos recursos para no caer en esa burda manipulación. Lo cierto es que merece la oena y,es más,consigue extraer interpretaciones convincentes a actores bastante poco convincentes. Es un material que se nota que lo ha mimado y que ha currado mucho sobre él.
Abrazos con carne asada.
Bueno, vale, os compro todo. O casi. Es cierto que el gran mérito de la película, además del trabajo de (casi) todos los actores, está en la naturalidad con la que se trasmite todo. Sentirte identificado pero, como dice César, con una sonrisa, no directamente aludido y como si la cosa no fuera contigo. Y en cierto modo, Alex hace suya la película porque lo de hablar de la hipocresía y de las caretas que nos ponemos todos se ve que es un tema que le interesa mucho.
Siempre nos quejamos del Alex desatado y frenético que no termina de redondear sus películas por precisamente ese gusto por el desbarre en sus finales. Aquí en efecto está más comedido que nunca, y yo en ese sentido no me puedo substraer que esta peli es un encargo. Seguro que tiene su importancia y Alex se ha reprimido en más de una ocasión de no sacar su "yo" más salvaje. Cuando Alterio coge el cuchillo dije "ya está, ahora". Pero no, claro, esta vez no toca (y mira que el guión se lo permite). Y no digo que añorara un final "made in de la Iglesia" pero el desenlace me parece algo desangelado y algo anticlimático. A mí la película no me pareció tan fluida como a vosotros y el jueguecito se me atascó en más de una ocasión.
Abrazos biodinámicos
Pues a mí me parece que sí es bastante fluida y está rodada con una indudable maestría. Es cierto que la cosa tiene gracia cuando uno se siente identificado pero con una sonrisa y uno no se siente directamente aludido.
También es cierto, ya lo he dicho, que el final es un poco de aquella manera, una moraleja que no acaba de encajar demasiado bien. El guión le permitía ir mucho más allá y yo estaba convencido que, de hecho, esos personajes iban a terminar matándose, pero Álex lo hace muy bien y no hubiese quedado nada mal que la película hubiese terminado con Belén Rueda sola en la terraza antes de ese final. Quizá, por una vez, se nos ha querido dar un respiro que, a otros, les ha sentado muy bien y a algunos, no tanto.
Tampoco creo que se atasque, creo que continuamente están pasando cosas y, cada una, bastante diferentes. Puede que la cosa no esté tan fluida en cuanto a que todo se reduce al jueguecito de los móviles pero yo creo que ése es el cebo. Álex mira hacia otro lado y, como bien dices, le interesa el juego de máscaras, de dobles intenciones (genial el intercambio de móviles entre Alterio y Nieto), de sinceridades impostadas y de que, en el fondo, lo que se descubre es quién es verdaderamente buena persona.
Abrazos con tiramisú.
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