Una
reunión de amigos para celebrar que una de ellas ha sido nombrada ministro. Eso
no pasa todos los días. El móvil no para de sonar. La puerta se abre para
recibir a todos. La música suena alta. Las copas de champagne tintinean en la
conversación. Sin embargo, la ironía anda suelta en la fiesta. La beneficiaria
del nombramiento ha tenido que fingir en muchas ocasiones para llegar a lo más
alto. Y la noticia, de una forma mágica, se eclipsa porque hay cosas más
importantes que atender.
Así, con una sonrisa
lejana ante una situación dramática, nos encontramos con que todo un mundo de
traiciones, amores escondidos, cinismo, palabras huecas y secretos emerge entre
tanta amistad que se antoja como una insultante mentira. Nadie es lo que parece
y todos tienen algo que ocultar. El psiquiatra alemán que siempre tiene la
palabra justa, la nihilista amiga del alma, la pareja de lesbianas que se han
sometido a una inseminación artificial, el histérico financiero que respira
rayitas como quien se toma una copa, el marido de la anfitriona, casi ausente
porque, de repente, su vida se ha puesto del revés y la invitada que nunca
llega y que levita misteriosamente como un nombre inalcanzable y, a la vez,
deseado. Las pasiones se desatan, las verdades salen a la luz, la alegría se
torna decepción y se camina peligrosamente hacia la violencia. Es una fiesta
divertida, no digan que no.
Sally Potter dirige la
película con certero aguijón para destapar las falsas apariencias de la clase
acomodada, que busca el posicionamiento social bajo el disfraz de la amistad,
de la impostura irritante, del embuste como forma de vida. Y, tras todos los
protagonistas, el miedo se alza ante ellos. Miedo a la soledad, miedo a la
muerte, miedo a las ambiciones truncadas, miedo hacia la responsabilidad que se
avecina, miedo, solo miedo. Al fin y al cabo, son seres humanos y por el hecho
de que se muevan en las alturas, no son diferentes. Casi son más vulnerables,
más imperfectos y, sobre todo, más despreciables.
El elenco de actores se
maneja con verdadera maestría. Mención especial merecen Patricia Clarkson,
Kristin Scott Thomas, Timothy Spall y Bruno Ganz, que hacen a sus personajes
creíbles, hirientes y con mucha entidad. Más insoportable resulta Cillian
Murphy, pasado de vueltas y bastante irritante, que resulta adelantado por la
izquierda por las espléndidas Cherry Jones y Emily Mortimer. El conjunto
resulta breve y acertado en general, con diálogos repletos de mala sangre y de
inseguridad, con pinceladas descriptivas de la vida secreta que se esconde en
sus tristes existencias que, al fin y a la postre, resultan mediocres. Son
lobos y perros que sólo pueden sobrevivir devorando lo que tienen más cerca
aunque eso sea poco menos que una entelequia.
Pasen, por favor.
Estaremos encantados de recibirles. En apenas unos minutos, la trama estará ya
en su nudo y las revelaciones no se detendrán hasta el final. No miren en el
cubo de la basura porque quizá se encuentren un puñado de amistades quemadas,
inservibles, egoístas y fútiles. La excusa para celebrar esta reunión es que,
por una vez, se va a decir la verdad. Tengan cuidado cuando llamen a la puerta.
Puede que digan una última frase que les deje para siempre en el umbral de un
mundo en el que nunca debieron entrar.
2 comentarios:
Me sorprendió esta película porque, aún conociendo que la Sally Potter esta es rara de narices, esperaba algo más de risas, de comedia negra, una cosa así polanskiana tipo "Un dios salvaje", en la cual todo acaba como el rosario de la aurora. Y en parte acaba, pero de un modo sutil, pausado. Las risas se asoman de vez en cuando, gracias a las puyitas, la exaltanción de la hipocresía, tan británica ella siempre, gracias a los afilados comentarios de una Patricia Clarkson, exquisita como siempre (cómo adoro a esa mujer). Creo que es un acierto lo del blanco y negro y lo de la corta duración, aunque paradójicamente te gustaría quedarte un poquito más disfrutando de la compañía de toda esa gente tan distinguida.
Y claro, con ese plantel, es que es casi imposible aburrirte, porque siempre te puedes acabar refugiando en lo excelso de sus interpretaciones - sólo Cillian desentona y además mucho- Yo iba con miedos porque una amiga me había dicho que a la película le faltaba guión, pero contar lo que cuenta esta película en 70 minutos dejándolo todo cerrado y bien cerrado (o abierto qué más da) me parece mucho más que meritorio.
Abrazos poniendo discos
ES verdad que esperas algo, quizás, un poco más salvaje, pero Sally Potter no es Polanski, y el texto del que parten no es lo mismo. Aquí está la cosa más centrada en los egoísmos personales y en que ninguno de ellos es alguien de fiar. Casi, si me apuras, la mejor persona de todos es la misma Clarkson, que aunque irónica y muy cínica, no engaña a nadie desde el primer momento. También creo que ella brilla un escalón por encima de los demás, a pesar de que los otros tres (o, incluso cinco, si exceptuamos a Cilliam Murphy) también están brillantes. En el fondo es que "Un dios salvaje" es muy americana y "The party" es muy británica. Yo también creo que es un acierto el blanco y negro y la corta duración. Lo curioso del tema (por cierto, recomendada la versión original en este caso) es que compartí sala con otras dos personas, pero al día siguiente, había una cola bastante considerable para entrar en el mismo cine y casi a la misma hora.
Cierto, con este reparto, es casi imposible aburrirte porque consiguen que tengas la sensación de que algo van a hacer destacable en el siguiente plano. Lo de que le falta guión es como para hacérselo ver porque anda que no te cuenta cosas, anda que no te hace pensar en hipocresías, en fingimientos, en postureos o en actitudes que nos obligan a tomar algunos como para decir que no hay suficiente guión.
Yo, sinceramente, no creo que el guión se quede abierto, para nada. Se cierra el círculo de despreciables con ese final.
Abrazos con "vol-au-vent"
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