Ser un infiltrado puede llegar a ser todo un engorro. Tanto es así que, sin saberlo, te puedes topar con otro infiltrado. Y entonces, claro, todo se complica. Los amigos se vuelven enemigos, las balas parece que se dan la vuelta para hacer pagar la traición y nada vuelve a ser como antes. Puede que, con un poco de suerte, algo de amistad haya quedado entre dos tipos que creían que el otro era un malvado sin demasiados escrúpulos pero eso ¿de qué sirve? En realidad, eso no es más que otro estorbo.
Desde el escalón más bajo de toda la cadena de mando que implica una infiltración se pueden dinamitar los cimientos de la corrupción. Más o menos porque todos tenemos un lado más o menos corrupto. Sí, sí, no nos escandalicemos. Todos tenemos un precio y no hay por qué avergonzarse de ello. Eso sí, puede que ese precio no sea pagadero en billetes. Hay muchos tipos de pago. El caso es que la corrupción nos llama por todas partes. Y, de vez en cuando, picamos porque en cuanto alguien nos lanza un guiño como disparo, nos sentimos especiales y ya nos importa un bledo que, con esa pequeñísima trasgresión de lo correcto, una diezmillonésima parte de nuestro corazón se haya podrido.
Los fuegos cruzados, por otro lado, son muy peligrosos porque si ponemos de un lado al Ejército, de otro a la C.I.A, en la esquina de allá a la Mafia y en el centro ponemos a los dos pordioseros de turno que tienen todas las papeletas para servir de carne a los peces, más vale irse con los deberes bien hechos. A no ser que sean dos tipos muy especiales, de esos que tienen cualidades que sus superiores no han sabido ver muy bien porque hay algo que distingue al corrupto del ladrón tradicional y es el desprecio hacia quien les sirve. Error mayúsculo. El desprecio es el causante de todos los fallos porque la superioridad es un amigo que siempre miente.
Baltasar Kormákur ha sabido dirigir una película que estaba condenada a ser una más de tantas con una agudeza y una sobriedad notable, sin renunciar al espectáculo visual, al argumento bien trenzado y a la realización de una cinta de acción con cierto sentido. Para ello, también ha mimado la interpretación de muchos de los actores que aparecen arrancando trabajos muy notables de Bill Paxton, de Paula Patton, de Edward James Olmos y, sobre todo y ante todos, de Denzel Washington. Él es la pieza angular sobre la que descansa todo el entramado poniendo en juego todo un festival de expresiones, de movimientos, de gestos y de precisiones que no caen en ningún momento en la sobreactuación y enriquece al personaje sacando oro de unos dientes falsos. Esa virtud que tiene la película también se convierte en uno de sus peores fallos porque Mark Whalberg, como siempre, resulta inútil, incoherente, superficial y tomándose todo el asunto con una levedad que hace que todo se descompense y el espectador comience a sentir una indiferencia radical hacia su personaje. En todo caso, el intento entretiene, está bien enlazado, con una cierta inteligencia y sin faltar las consabidas dosis de cámara lenta, explosiones, disparos y crueldades.
Y es que el guiño es la mejor arma para hacer cómplices y deshacerse de dineros secretos que solo alimentan las raíces de la putrefacción gubernamental. Basta un poco de simpatía, saber lo que se quiere hacer, aguantar la respiración cuando el cañón te acaricia las partes bajas y utilizar el confortable nerviosismo ajeno. Dos armas bien engrasadas, con los guiños a punto y la pólvora comenzará a correr con un solo objetivo: quien quiera llevarse la mayor parte del pastel tendrá que ganárselo. Igualito que los tipos que están en el escalón más bajo de todo el entramado y que intentan, todos los días, hacer bien su trabajo. O casi.
8 comentarios:
Pues sí, no se puede negar que la cosa tiene cierto estilo. O sea que tampoco sea la bomba, que lo más seguro que la semana que viene ya me haya olvidado de ella. No deja poso pero entretiene. Aunque a veces la trama no se entienda muy bien y sea algo enrevesada, aunque los guiños a Tarantino o a Peckimpah le vengan algo grandes. Que Denzel es mucho Denzel y Mark sale mu mono.
Abrazos desde la cafetería de enfrente
Me has quitado un peso de encima porque creía que yo era el único al que le había gustado un producto que estaba destinado a hundirse en las entrañas de la comercialidad más recalcitrante. Sin embargo, yo creo que, efectivamente, aunque la trama tenga algún que otro vacío y los guiños vengan algo grandes, el tema tiene una salvación especial por Denzel porque, cuando él está en pantalla, la película vive. Así de claro. Hay que reconocer que Bill Paxton está estupendo y que volver a Edward James Olmos ha sido más sano que correrse tres kilómetros con zapatillas Nike. El caso es que la película tiene un aprobado alto y que está por encima de la media de muchas "buddy movies" que se empeñan en colarnos.
Abrazos con el donuts en la mano.
Yo también había leído cosas bastante pobres de esta peli, que obviamente y siguiendo mi tendencia natural, no he visto aun. Pero las cosas que entreví en el trailer, aunque sean engañosos y a veces nos pongan en ellos lo único salvable de las películas que promocionan, me parecieron interesantes. Sobre todo porque me parecía que era película con sentido del humor y en esta invasión de pelis de acción sin sentido muchas fracasan sobre todo por una pretensión de seriedad que roza el absurdo. Abunda en esto la entrevista cruzada a Denzel y mark a propósito de la peli, e incluso ahí también el negrito sexagenario le roba la partida al guaperas cachas, Denzel tiene mucha más coña que Mark, que intenta inutilmente dar respuestas serias a preguntas que invitan a la coña.
En cuanto a lo de todos tenemos un precio, me he acordado de una frase que no tengo claro donde hoy por primera vez, ni quien la dijo. Cuando un tipo insistía muy digno en decir que él nunca se había vendido, el otro le contestó cargado de razón : "¿has probado a bajarte el precio?". Es la ley de la oferta y la demanda, no siempre es que no nos paguen suficiente, a veces es que nuestro valor no merece tanto desembolso.
No es lo que ocurre en este lugar, claro. Que aquí todos valemos un potosí.
Abrazos gratuitos
Bueno, sí hay que decir que la película destila sentido del humor aunque sea un humor bastante bien trabajado y creíble. Esa es una gran baza de la película porque no es un sentido del humor derivado de la complicidad de los personajes, que lo hay, pero el personaje de Washington destaca por su cinismo que no abandona ni siquiera cuando las cosas vienen duras.
En cuanto a que todo el mundo tiene un precio, me ratifico en ello. Tal vez lo que pasa es que muchos creemos que nuestro precio es muy alto y, en realidad, no lo es tanto. Creemos que nuestra altura moral es superior a nuestra verdadera catadura. Y no lo es tanto.
Abrazos sin corrupción
Sorry, no aclaré que la entrevista cruzada aparecía en Fotogramas, aunque seguro que algunos ya lo habías supuesto (visto/leido).
Un cosa es tener precio y otras tener valor, este último se nos suponía en la mili, el primero hasta la muerte tenía uno, según Sergio Leone, ya no se puede uno fiar de nadie.
Abrazos en oferta
Todos también tenemos un valor, en efecto y casi siempre nunca està en consonancia con el precio. Es más: cuando se ha alcanzado nuestro precio creemos que seguimos teniendo el mismo valor cuando, en realidad, nos hemos devaluado brutalmente. Ah, y una pequeña y algo presuntuosa aclaración: en mi cartilla militar no se me supone el valor. Ahí dice "VALOR: COMPROBADO" y asignado al Mando Aéreo de Combate en caso de movilización con grado específico. Como ya he cumplido los 39 más que sobradamente esto ya solo sirve para chulear así que el pedantòn se pone los galones.
Abrazos bien presumidos. Total, para lo que sirve... Vanitas vanitatum et omnia vanitas
Jajaja, pues yo no tengo ni idea de donde puede estar "la blanca" esa que necesitabamos como el comer para terminar aquel suplicio. Menudo heroe tenemos aquí, casi un Audie Murphy de la blogosfera. Lo tiene todo, culto, guapo, valiente...le falta el tema de la pasta...y el pelo, claro.
En mi caso, el valor se presumia, pero hubieran fallado si llegan a probarme...mis antepasados fijo que eran gallinaceas.
Abrazos asusticas
Sí, es cierto, me falta la pasta y el pelo. Es más, te prometo que, en su momento (influido probablemente por tanta película) creí que eso me iba a dar derecho a una pensión o a algún trato preferencial...pero no. Así que es algo pintoresco que, por supuesto, mi madre exhibe a la menor oportunidad pero nada más.
Yo valor, directamente, es que no tengo. Lo que pasó podríamos equipararlo perfectamente con aquel Dustin Hoffman de "Héroe por accidente".
Abrazos épicos.
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