jueves, 10 de octubre de 2013

GRAVITY (2013), de Alfonso Cuarón

El vacío es ese lugar donde el silencio puede ser angustioso o, también, tranquilizador, donde el peligro es traicionero porque se presenta sin aviso previo, donde el caos ocurre y, sin embargo, todo guarda un misterioso orden, donde el ser humano acaricia con los dedos los bordes del infinito pero se halla aún muy lejos de tenerlo entre sus manos, donde la vista parece ocupar el sitio de Dios  y donde se puede apreciar, en toda su inmensidad, el hermoso planeta en el que vivimos y que, con insistencia, nos empeñamos en destruir. Es el lugar donde flotan las emociones para que sean agarradas al paso de las estrellas.

El escenario cósmico siempre es un espectáculo que merece ser degustado porque, al fin y al cabo, nos guste o no, la vida es un milagro en medio de ese infinito caótico, oscuro, frío y amenazador. Y la Tierra tiene toda la vida del universo encerrada en su esfera. La basura se acumula, los ríos se secan, el medio ambiente, poco a poco, se va rindiendo a nuestro paso y, por supuesto, también tenemos que dejar nuestras sucias huellas en el cielo. La extraordinaria visión de una aurora boreal que bordea la circunferencia terrestre no deja de ser una razón para la esperanza, para que la desesperación sea siempre un motivo para el pensamiento, para no dejar que nos rindamos ante nuestros propios miedos, nuestras propias mansedumbres, nuestras propias cobardías. Hay que volver a la Tierra que nos vio nacer porque, sin ella, no tenemos nada. Ni siquiera ganas de vivir.
Aprovechar la vida hasta el último instante, quedándonos extasiados ante todo lo que nos ofrece el sol brillando sobre un río es un signo de cómo tenemos que afrontar todo lo que nos hace mortales. Ante el infinito, cualquier fallo mínimo puede ser fatal porque la eternidad es perfecta y el hombre (o la mujer) queramos o no, no lo es. Ése momento crítico en el que caemos en la contaminación del alma hace que seamos más pequeños, más insignificantes, una mota de polvo flotando en un mar de chatarra y vanidad. El silencio infinito nos devuelve nuestra verdadera medida y, quizá, en medio del profundo conocimiento de nuestro interior, podremos enfrentarnos con serenidad a la muerte, a la terrible e inmensa tarea de la supervivencia o al terror de ver pasar a nuestro lado un armatoste de mil toneladas invadiendo la quietud de un cielo al que no se debe despertar.
Alfonso Cuarón ha dirigido con voluntad y acierto una película que nos sumerge en una fotografía esplendorosa, en una interpretación impecable de Sandra Bullock, en una música tremendamente climática e hipnotizadora y en una realización sobria, excelente y limpia. Quizá porque ha sabido atraparnos en ese silencio que sirve para morir, que envuelve los fenómenos físicos en catástrofes inadvertidas, que proporciona la calma necesaria para dejarse llevar hacia la oscuridad y la desoladora sensación de que la vida es el valor supremo cuando la belleza de la quietud penetra en el oído dormido. Así, sabemos que la gravedad no es solo la capacidad de la Tierra por atraer cuerpos, como un imán de naturaleza explicable, sino que también es el peso de nuestras emociones, que nos agarran a la existencia con todos nuestros errores y todos nuestros aciertos. Tal vez solo podemos sentirnos libres cuando nuestra alma está en paz con nuestros sentimientos, cuando sabemos que hicimos lo correcto y cuando sabemos que lo correcto es intentar sobrevivir por encima de todo. Es algo que debemos a la inmensidad de la que formamos parte.
Transmitiendo a ciegas, podemos decir todo lo que pensamos, sentimos, deseamos y amamos sin saber si alguien nos escucha. Solo así, con fe en nuestras capacidades, podremos volver a hollar con paso vacilante la playa de nuestro regreso y decir que estuvimos inmersos en un vacío propio que nadie más ha podido derrotar.

7 comentarios:

dexterzgz dijo...

¿Me quito el sombrero? ¿Me pongo de rodillas? ¿Te beso los pies? Uff, qué artículo, la carne de gallina me pone. Casi me da vergüenza poner lo que había preparado. Me dejas en evidencia (especialmente en lo que se refiere al último párrafo)

Lo reconozco, soy raro. No puedo o no sé disfrutar del cine en tres dimensiones, y a estas alturas, superado el efecto novedad, dudo ya que pueda hacerlo en el futuro. Lo veo todo borroso y oscuro – aquí doblemente pues el fondo es el espacio exterior- y me cuesta casi distinguir a los personajes. Las gafitas de marras se convierten en un obstáculo entre mi vista y la pantalla. Más que en “Avatar” y en “La vida de Pi” me di cuenta de que las tres dimensiones no se crearon pensando en mí viendo “Las aventuras de Tintín” de Spielberg. Tampoco creo que las nuevas tecnologías sean definitivas a la hora de hacernos sentir una historia, incluso como la que se nos cuenta en “Gravity”en la que los aspectos visuales son importantes. Importantes pero no definitivos como nos advirtieron. He disfrutado de la película, pero creo que la hubiera saboreado igual o incluso mejor con una dimensión de menos. Repito, soy raro.

Dicho esto, tengo que confesar que me costó entrar en el film. Ese plano inicial con los dos astronautas en plena reparación de su habitáculo interestelar debería servir para meternos en situación, hacer que nos sintamos en el espacio flotando al lado de George y Sandra con esa cámara del maestro Lubezki girando sobre sí misma sin parar. En mi caso, lo consigue a medias. La lluvia de tecnicismos y jerga astrofísica que preside los diálogos de este primer episodio me abruma y amenaza con sacarme del film ya desde el principio. No es así por fortuna. Minutos después con los dos protagonistas ya orbitando en solitario me siento más seguro. Estoy con ellos, flotando en el espacio, sintiendo su angustia. ¿Quién ha obrado el milagro? ¿El 3D? No. ¿Alfonso Cuarón? SI.

La dirección del mexicano es asombrosa. Con un guión minimalista y austero que se ha señalado como el principal lastre de la obra, logra el máximo rendimento. Hay en la película un par de detalles exclusivamente de dirección para quitarse el sombrero (genial la última escena en la que Clooney y Bullock comparten plano y así no espoileo). La película despega definitivamente con esa imagen única e impagable del renacer de Ryan (y eso que se invierten los términos y el personaje de Bullok aparece en posición fetal después de ser separada del cordón umbilical). Por cierto que la actriz se encarga de desmontar la leyenda negra que la persigue desde casi los inicios de su carrera. Te olvidas de la que está ahí es Sandra Bullock, sientes su angustia, su desesperación, sus emociones. Sublime.

Ah, y por favor, dejen de comparar esta película con “2001, odisea del espacio”. No tiene NADA que ver. Lo de Kubrick era una lección filosófica que contenía una particular teoría de la evolución del cosmos; lo de Cuarón es una historia de supervivencia pura y dura. Nada más. Nada menos.


Sin abrazos. Sin palabras

César Bardés dijo...

No, el que se queda sin palabras soy yo ante tal cantidad de elogios. Gracias por encima de todo, Dex.
En cuanto a lo que comentas de la película, te contaré un secreto: yo la vi en 2D y la disfruté como creo que se trasluce en el artículo.
Yo también tengo un problema con el 3D y son mis propias gafas. Lo siento, pero ese sistema no ha sido diseñado para aquellos que somos corto de vista. Las gafas de visión tridimensional son incómodas para mí. Al final siempre me concentro en lo que estoy viendo pero no es lo suficiente. Yo tengo que estar ahí dentro, en la acción de lo que me están contando y, curiosamente, con el 3D no lo consigo.
La verdad es que la inmensidad del espacio que propone Cuarón hizo que yo estuviera metido en la historia desde el primer momento. En todo momento fui consciente de que esa jerga técnica era solo del valor de un planteamiento.
La dirección de Cuarón es prodigiosa. Se nota que el tío se ha pensado y repensado la película. Esto no es un menú del VIPS, como bien ha dicho Carpet algunas veces. Esto es un plato que merece ser degustado. Y, eso sí, hay que verla obligatoriamente en el cine.
La idea del renacer es continua en la película y creo, sinceramente, que esa huella del final asemeja la que dejó Neil Armstrong en la Luna. Creo que la interpretación de ambos es fantástica (aunque Clooney asuma un papel secundario) y auguro un puñadito de nominaciones para la película. Al menos, seis. Incluida la Bullock. Para mí es una película que cuenta, que llega y que deja poso, como he intentado transmitir a ciegas en ese artículo que tanto te ha gustado.
En cuanto a los lumbreras que siguen poniendo "2001" para decir que "es una película que completa la visión de Kubrick" o "es el renacer que Kubrick esperaba" o tonterías por el estilo, estoy totalmente de acuerdo contigo. No tiene nada que ver. Lo de Kubrick daba que pensar porque era una buena ración filosófica que daba que pensar. Esta película ni siquiera la calificaría de ciencia-ficción sino de realismo-científico. La misión es una misión espacial de hoy, los astronautas son los mismos que hay hoy en día y las angustias que padecen son humanas e, paradójicamente, muy cercanas. Kubrick estaba muy bien, era perfecto, pero su objetivo era otro y, como bien dices, no tienen absolutamente nada que ver la una con la otra.
Con todos los abrazos. Con todas las palabras.

CARPET_WALLY dijo...

Pues lamentablemente yo no estoy en la misma órbita esta vez. Coincido con vosotros en casi todo pero sin embargo yo salí de la película sin huella. Un problema mio, fijo.

Es cierto que visualmente es espectacular, que Cuarón hace cosas memorables y que lo de la posición fetal o el final son, a priori, aciertos enormes de contar lo que se quiere contar, de que Bullock está mucho más que correcta en varias fases de la película y que algún plano, como el que señala Dex, es mágico.

Y sin embargo....sin embargo me voy desenganchando a medida que se acumulan los problemas. Me cansa esa ley de Murphy en la que vive la película así como la facultad para resolver los lios de gente que no está preparada para tanto.
Quizá me equivoque pues ayer mismo escuché en la radio la historia de un tipo que había alquilado una avioneta con piloto y que a este le dio un infarto en pleno vuelo, ante lo cual tuvo que ponerse a pilotar el buen hombre sin idea de como se hacía siguiendo las instrucciones que le lanzaban desde una torre de control, tras 3 intentos fallidos logró aterrizar el avión. Para que luego digan, a veces la realidad imita a la ficción.

En cualquier caso, posición fetal, cordón umbilical, liquido amniotico...Mmmm, mensajes subliminales que parecen querer decir: "oye, que os estoy contando algo que va más allá de lo que véis". Y uno contesta : "Ah, si, si...es verdad, joe, que tio más grande".

Pues si, es probablemente una buena pelicula, pero en mi caso me quedé flotando y sin agarre en la decimooctava complicación... intenté reengancharme pero la mochila con propulsor se me había quedado sin carga y el extintor me pillaba lejos. Aun así, en la distancia sideral logré seguir vislumbrando la aventura, aunque tentado estuve de ponerme unos cascos y escuchar musica country mientras recordaba anecdotas de mi paso por Honolulú.

Otra cosa, el otro día entrevistaban a Pedro Duque sobre la verosimilitud de alguna de las cosas que aparecían en la peli. era interesante, había muchas licencias, pero había otras reales como que para arrancar una Soyuz había que leerse el libro de instrucciones (los colores eran también ciertos).

Lo mejor para mi ha sido leeros y ver, no sólo que llegáis más allá de lo que yo llego cuando os sentáis en una sala de cine, sino que escribis lo que véis de manera gloriosa. Sois toda una galaxia de buen gusto.

Abrazos a las estrellas (en este caso vosotros)

dexterzgz dijo...

Sí, yo también he leído cosas que se ven en la peli y que no son reales. Como que lo de quitarse un traje de astronauta debe costar lo suyo y no es como probarse unos pantalones en los probadores del Corte Inglés (excuso decir que si la peli sigue este precepto, la película no acaba así ni de coña y no me tiréis de la lengua que espoileo). En cualquier caso, creo que es más una película de percepciones que de acción. Cuarón no persigue tanto epatar como embarcarnos en un viaje y en una experiencia. Hay que dejarse llevar y yo agradezco haberme podido reenganchar a tiempo.

Abrazos infinitos

César Bardés dijo...

Yo también tuve la impresión de que era una película más de percepciones que de acción, lo cual no es más que una excusa para quien quiera ver en ella una mera película de aventuras.
En cuanto a la verosimilitud...no tengo ningún problema con ella. Pues claro que un traje de astronauta no se quita tan fácilmente. Y os aseguro que la estación espacial de "2001" no gira así de rápido ni de coña. Pero, de todas formas, si el cine tiene que ajustarse a la verdad, estaríamos con películas de quince o dieciséis horas en lugar de una hora y media como dura esta.
En cuanto a los problemas...bueno, eso es lo que yo espero: que haya problemas. Si el tema se redujera a la doctora Ryan Stone flotando en el espacio a solas con sus pensamientos esperando que haya alguna ayuda y filosofando acerca de la muerte, la vida y la cercanía de Dios (el componente místico en la película es muy importante) pues, realmente, la película sería un verdadero coñazo. Si yo voy a ver "Apolo 13" también espero que haya muchos problemas. El problema de los problemas es que sean verosímiles con el planteamiento de la historia y, en este caso, sí que creo que lo son.
De todas formas, Carpet, te comprendo. Mi mujer fue conmigo al cine y salió un poco con la misma impresión que tú y trató de hacérmelo ver. Mi hijo, en cambio, salió secuestrado por la trama aunque se quejó de tanta vuelta de cámara para simular el efecto gravedad para los espectadores (eso sí, con trípode).
Abrazos llenos, no vacíos.

CARPET_WALLY dijo...

No, no yo la verosimilitud me la paso por ahí (si hemos admitido que a Hitler se lo cargaron los amigos de Brad Pitt...). Según Pedro Duque es llegar a una estación espacial desde otra con esa facilidad, una leve desviación del ángulo del despegue supone miles de kilometros de distancia, lo que realmente no se sostiene.

Y ya, si estamos en lo que estamos, caso de "Apolo 13, la venganza de Jasón" es normal que se sucedan los problemas, lo que pasa es que allí se suponía que los que lo resolvían eran superexpertos (en algun caso con conclave imaginativo incluído). Aquí también pasan muchas cosas, quizá demasiadas probablemente insuperables para un tipo bragado (sin mencionar ropa interior) y tal acumulación me va produciendo la idea de que sobra para lo que se quiere contar. Efectivamente podría ser un rollo si hace lo que tu dices,pero no sé si sería absolutamente necesario.

Pero no vale que me digas, bueno si vale porque me lo dices tu, que si va de filosofia es un coñazo pero que es algo más que una película de acción. Porque eso es precisamente lo que yo creo, que es una película que está mal envuelta, que para contarnos el algo más y contentar a la gente que no lo veía, lo adorna casi como "Pánico en el tunel" por decir un horror donde si algo puede salir mal, sale peor. Entre la Bullock filosofando durante horas y que se le acumulen los problemas cada 15 segundos, creo que se podría haber conseguido un equilibrio y mi triste capacidad perceptiva no lo encontró.

Abrazos flotantes

César Bardés dijo...

Pues claro que el cálculo matemático espacial es decisivo. Quizá sí que tengo que darte la razón en que "pretende" ser una película de cierto realismo-científico y, a lo mejor, no lo es tanto pero, claro, solo si admitimos que el realismo verdadero es imposible de llevarlo al cine.
Por lo que veo entonces lo que te molesta realmente no es que tenga ínfulas sino que está envuelta en un producto que se acerca peligrosamente a la más tremenda comercialidad. Yo, sin embargo, sí que creo que encuentra ese equilibrio. No es "El árbol de la vida" pero tampoco es "Enterrado", película con la que tiene más de un punto de contacto.
Sigo diciendo que el viaje es una experiencia, como bien ha dicho Dex, y que ése es el objetivo de la película.
Y te diré algo. Cuánto miedo me causó el hecho de que no haya sonido en el espacio. Ahí sí que hay algo de realista y de verdad. Un cacharro de cientos de miles de toneladas pasando a tu lado y desintegrándose y haciendo menos ruido que tú acostándote tarde para que la parienta no se enfade después de que hayas visto la mayor de las tonterías televisivas.
En todo caso, Carpet, gracias por tu punto de visto. Como siempre, has sabido ensanchar mi mirada.
Abrazos silenciosos.