Demasiados
años intentando llevar una vida cómoda tratando de educar a vuestras pequeñas
princesitas. Atrás quedaron aquellas caritas que conquistaban con una mirada o
un gesto de niñas necesitadas de protección o de cariño. Las alas comienzan a
despegarse del cuerpo y ellas piden el comienzo del vuelo. Los padres ya son
seres de ideas anticuadas, de otro tiempo, con pensamientos diferentes y
caducos, de opiniones trasnochadas. Es hora de buscarse otro punto de
referencia. Y tal vez inmiscuirse en las vidas de ellas no es tanto por ellas
mismas sino porque la quinta década está entrando en su apogeo. No queda mucho
más que aliarse con los cuñados.
Así que es posible que
el yerno no sea precisamente el tipo soñado, ése universitario trabajador y
formado que siempre hará lo correcto. Puede que el elegido en cuestión tenga
rastas, posea la mente secuestrada por la falsa política y crea que cualquier
tiempo pasado fue peor por la sencilla razón de que él no estuvo allí. Puede
también que haya algo bueno en su interior pero hay que asomarse muy adentro
para verlo con nitidez. También puede que busque el enfrentamiento con su
suegro porque su estado permanente es el de la polémica y, sin ella, no tiene
razón de existir. ¡Qué más da! Lo importante es que sea un hombre capaz de
hacer feliz al tesoro que más se ha amado. Y el hecho de hacer las paces no
quiere decir que se olvide toda la distancia que le separa del lujo y del
sistema. Es tiempo de decir adiós, pequeña. Sé muy feliz.
También es posible que
el yerno sea un nini que coquetea con las drogas y que tu hija esté desatada
por pensamientos maternales de protección y salvación. A las mujeres les gusta
sentir así. Y, sin embargo, algo de bueno debe de tener ese chico impresionable
que ha sufrido tanto por la muerte de un ser querido y que su desorientación
sea solo una cuestión de edad y de tontería. Al fin y al cabo, tu hija nunca ha
sido tonta y sabe que se puede equivocar. Ese chico no aguanta demasiado la
presión aunque emite alguna señal que otra de honestidad y de desparpajo. ¡Qué
más da! Lo importante es que, aunque sea una edad algo temprana, el fulanito
dibuje una sonrisa en el rostro de lo que más se ha amado. Y el hecho de hacer
las paces no quiere decir que te tomen por el pito del sereno. En cualquier
caso es tiempo de decir adiós, pequeña. Cuídate y sé muy feliz.
Por último, existe la
posibilidad de que el yerno sea un argentino que tiene más de billete de vuelta
que de ida y que esté más rodado que un autobús de línea. Tiene el encanto de
la bohemia y de su acento porteño y su pasión es inconstante y algo perpleja
pero es un buen tío. Y tu niña ya es mujer y quiere solucionar los problemas
sola, sin tu ayuda, sin tus arranques de mal genio y sin tus miradas
taladrantes. Además, tú siempre has sido uno de esos tipos que van de mal en
peor cuando quieren arreglar las cosas. ¡Qué más da! Lo importante es que ese
crápula que se las sabe todas haga un sitio seguro en sus brazos para cuidar lo
que más se ha amado. Y el hecho de hacer las paces no quiere decir que ya seáis
amigos para toda la vida. Lo mismo la próstata hace el resto. Mientras tanto,
es tiempo de decir adiós, pequeña. Ojalá te vaya bonito.
Comedia intrascendente
con tres actores que dominan el tiempo de la comedia como si fueran padres a
punto de entrar en la edad innecesaria y que resultan gozosos en sus actitudes
y certeros en sus enfoques, trazando muy bien los personajes que les han tocado
en suerte. Un rato agradable con José Coronado, Javier Cámara y Roberto Álamo
bien merece un deseo de que todo ha sido por nuestro bien.
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