miércoles, 29 de marzo de 2017

MUCHAS CUERDAS PARA UN VIOLÍN (1967), de Pietro Germi

El violín para un violinista es la menor de sus preocupaciones. Son sus cuerdas las verdaderamente importantes. Él tiene que ocuparse de que estén tensas, afinadas, a punto para el siguiente concierto. Perdónenme porque, aunque el protagonista de esta película sea un violinista, esto no va de violines. Va de que este señor, músico entregado a sus ensayos y a su carrera, tiene tres cuerdas que tocar.
La primera cuerda se llama Giulia, interpretada por Renée Longarini. Es su esposa, tiene tres hijos con ella y deben irse de vacaciones inmediatamente. Por eso, este violinista afina las notas para que cojan el tren a tiempo. Él tiene muchas cosas que hacer y, la verdad, que Giulia se vaya con los niños va a ser un respiro. Va a poder dedicarse a otras cosas.
La segunda cuerda se llama Marisa, interpretada por Stefania Sandrelli. Es su esposa (sí, han leído bien, incluso el tiempo verbal está correcto) y va a tener su primer hijo con ella. Va a ser el primero de este feliz y maravilloso matrimonio. Este violinista debe tener las notas muy bien ensayadas para estar con ella en ese inolvidable momento. Todo tiene cuadrar. Y los nervios, quiérase o no, traicionan. Además, ahora va a tener un respiro porque Giulia se ha ido.
La tercera cuerda se llama Adele, interpretada por Maria Grazia Carmassi. Es su esposa (sí, no he bebido) y tiene dos hijos con ella. Claro, él es violinista y tiene muchos compromisos fuera de Italia y tiene que llamarla para decirle que está bien y demás. Pero el violinista debe tener a la tercera cuerda también muy mimada porque, claro, si hay algo que es evidente en cualquier violín es que ninguna de las cuerdas sabe que hay más cuerdas y eso hace que la madera sea incansable. En algún momento habrá que dormir.
El violinista se llama Sergio Masini (absolutamente genial Ugo Tognazzi) que corre de aquí para allá intentando mantener un sueño vivo y una certeza que todos presentimos y es que cualquiera puede estar enamorado de más de una mujer. En su caso, son tres. Sí, y las tres son tan maravillosas que se ha casado con ellas, ha vuelto a revivir la emoción de la primeriza paternidad con cada una, ha participado en el juego del amor con todas y es incapaz de dejar a ninguna. El problema es que, cuando las cuerdas están afinadas, el corazón palpita tan rápido que se acostumbra a ese ritmo. Y en el momento en que hay un descanso…puede que deje de funcionar. Pero eso no es problema, entre otras cosas porque este polígamo nos ha dejado un buen montón de sonrisas entre tanta prisa y tanto engaño. Lo importante es que las cuerdas estén tensas, afinadas, dispuestas y preciosas. Lo demás es solo un molesto avatar de la vida. Una tontería que no tiene ni sitio.


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