El
peligro de los servicios secretos es que, demasiado a menudo, las segundas
partes no son tan destacables. Entre otras cosas, porque se pierde la capacidad
de sorpresa e intentando conservar aquella primera impresión, se carga la
acción con una serie de elementos que pueden convertir el tinglado en un circo
sin mucha gracia. Puede que haya uno o dos momentos divertidos, alguna que otra
pelea con gancho y directo y un par de detalles de clase, pero no es suficiente
como para salvar al mundo y, mucho menos, una película.
Aquí tenemos de nuevo a
estos caballeros que nunca pierden la compostura, con sus trajes impecables y
sus gafas galácticas, solo que esta vez, el traje no tiene costuras. Lo que
funcionaba bien, ahora funciona solo regular y el chiste no se sostiene con
convicción. Por supuesto, hay espectáculo a raudales, enfrentamientos de cámara
rápida y mucha cámara lenta, villanos sobreactuados aunque, quizá, un tanto
cortos de inteligencia, escenas escandalosamente simples que incitan a llamar
al guardia más cercano y paisajes de vértigo e impresión. Por haber, hay hasta
un puñado de apariciones especiales que alegran la vista y Elton John tratando
de parecer divertido. Pero, la verdad, resulta llamativo ver cómo se ha
desperdiciado hasta la náusea al mejor personaje de la anterior entrega,
interpretado de forma magistral por Colin Firth, y da un poco de vergüenza
alguna escena de croma y daca.
Y es que malvados hay
en todas partes. Desde la clase política, sea cual sea su signo, hasta la
típica alienada a la que le encanta una determinada estética. Las mariposas
vuelan sin demasiado sentido y la idea de poner a los americanos en liza con
sus vaqueros y sus látigos resulta, cuando menos, pintoresca y un poco
delirante. A veces, hasta se necesita un buen trago de whisky para darse cuenta
de que Pedro Pascal encerrado en un bar tiene bastante menos de la mitad de
atractivo que el propio Colin Firth. No vale cualquier cosa para mantener al
público enganchado. Hace falta talento. Y estos caballeros de traje
deshilachado, en esta ocasión, no lo tienen.
Y es que no es fácil
tratar de sostener un éxito a base de pocas ideas y de alguna decisión estética
bastante discutible. Seguro que hay más entregas para gozo de espectadores de
exigencia mínima y movimiento brusco, como si un paraguas con multitud de
trucos bastara para salir con la sonrisa y la satisfacción puestas. La banda
sonora resulta poderosa y, en algún momento, atronadora y uno se empieza a
preguntar qué es lo que hace dentro de una sala de cine viendo algo tan
mediocre, tan propenso al desperdicio, tan torpemente solucionado y tan
abrumadoramente inútil.
Así que es hora de
ponerse las gafas correctas, acudir al sastre apropiado para que el terno no
tenga ni la más mínima arruga, recordar con nostalgia lo que vivimos con
aquella primera parte y tratar de extraer alguna conclusión positiva si se
deciden ir a ver una película tan olvidable como, en algún momento, aburrida.
No hacen falta dos horas y diez minutos para contar esto. Para eso, ahora mismo
saco el único traje que cuelga en mi armario y me pongo a contar, una a una,
todas las rayas diplomáticas que tiene. Seguro que la conclusión me sorprenderá
algo más.
2 comentarios:
vaya, qué pena. pero es lo que me temía, una degradación de aquella gran sorpresa de hace un par de años (o menos). Ligera pero elegante, con mucho humor y muy bien rodada, daba gusto acercarse a ella. Ahora, por lo que leo, ha perdido gran parte del encanto y la sorpresa. La repetición de la fórmula es siempre una mala fórmula.
Una pena.
Abrazos secretos.
El problema está en que no siempre es gracioso cualquier cosa que se haga. Aquí rellenan todo de muchas apariciones especiales (lo de Elton John es para nota) con el fin de que el público desarrolle una complicidad que no existe en el guión. Me acuerdo de que, cuando vi la otra, me dije "vaya, han matado al personaje más atractivo que es Colin Firth, se lo ponen difícil a sí mismos. A ver cómo lo resuelven, puede que esté bien" y, oh, sorpresa, lo resuelven resucitándolo con una explicación que, en fin...Y no solo eso, sino que lo resucitan...y para nada es el personaje de la primera parte. Pierde protagonismo, pierde encanto, no es él (aquí, el listo de turno me dirá "pues claro que no es él, o no ves cómo está cuando aparece?") Es que ni siquiera cuando ya es él, es él. Creo que me he explicado bien para no hacer ningún spoiler.
Para mí, que se lo han creído. Tiene un golpe bueno, eso sí y no es a cargo de ninguno de los protagonistas. Lo demás, ni tiene sentido, ni tiene lógica, ni tiene encanto, ni tiene gracia, empezando por la malvada.
Abrazos desde la sastrería.
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