Cualquiera
sabe que el dinero da poder y pudre el alma. El rencor se puede esconder en la
esquina menos pensada y la sangre no tarda en aparecer al trasluz de una
jeringuilla. En ese momento, el dinero comienza su cacería. Los débiles
quedarán apartados. Los ambiciosos jugarán sus cartas. Los inocentes pasarán a
ser culpables. Y sólo un extraño puede resolver el enigma de un asesinato
premeditado. Quizá todos sean las entrañas de una insidia de tal magnitud que siempre
habrá una próxima víctima.
Varios son los
problemas que aquejan a esta película. Uno de ellos es el primer tercio de la
misma que se revela tedioso, lento, carente de interés por mucho que el
misterio esté planteado y dispuesto a ser resuelto. Otro puede ser la falta de
definición del actor protagonista, Max Irons, que otorga a su personaje un aire
poco creíble en su permanente búsqueda entre lo negro y el salón de té. Aún
otro más es que todo suena a un poco falso, a que nadie se ha creído del todo lo
que se estaba contando y, en determinado momento, se notan los engranajes de
todos los caracteres. Y por último es que, bajo los ropajes de la intriga, todo
se viste de melodrama y la película parece navegar sin un rumbo claro y, sobre
todo, sólido. Parece que todo se desmigaja como una pasta a las cinco de la
tarde.
Aún se podría añadir
alguno más como la torpeza en la dirección, con una planificación que, en
algunos momentos, parece demencial; o que, en un vano ejercicio de virtuosismo,
se trate de acelerar el ritmo para despertar a todos aquellos que se han
dormido en los primeros tres cuartos de hora. También tiene aciertos, como el
trabajo de Glenn Close, que ilumina la escena cuando está en ella, o un par de
situaciones de tensión bien resuelta, o la excelente ambientación situada a
finales de los años cincuenta. Sin embargo, nada termina de encajar. Parece
como si la historia, y no la casa, es lo que estuviera torcido. Y es que no es
fácil retratar los interiores de una familia de auténticos despreciables con un
asesinato de fondo. Sobre todo si esto último no importa demasiado.
Las luces de la calle
se filtran entre las persianas de ese sabueso que tuvo que elegir cuando no
pudo amar más. La cuarteada sombra parece acusarle de mediocridad porque no
corrió para recuperar a quien se fue de su lado. Claro que lo mismo se puede
decir de ella. No obstante, basta una mirada a su entorno para comprender que
esa chica hermosa e ideal nunca podrá tener una pareja estable. Esa familia,
los Leónides, disfrutan destruyéndose unos a otros y se necesita mucho ojo
detrás de la cámara para poder retratar con propiedad toda la alta suciedad. Y
el director Gilles Paquet-Brenner no lo tiene, como tampoco lo tiene su
guionista, Julian Fellowes que también perpetró el guión de una de las
películas más sobrevaloradas de la historia como es Gosford Park, de Robert Altman. Tal vez por sus mentes pasó la idea
de que bastaba con agazaparse detrás del nombre de Agatha Christie para que la
gente pudiera tragarse cualquier cosa. Incluso una mala película con una buena
historia. O viceversa. No se preocupen, si afinan el sentido, sabrán enseguida
quién lo hizo. Lo demás es sólo relleno.
2 comentarios:
No me llama la atención para nada esta película. Todo en ella huele a trabajo rutinario, ni siquiera la presencia de mi admirada Glenn constituye un aliciente. Es una pena la mala suerte que tiene últimamente doña Agatha con las adaptaciones, después del descarrilamiento de Mr Brannagh.
Lo de Altman sí que parece sobrevalorado, porque para semejante repartazo la cosa salió bastante mediocre, y las tropecientas nominaciones a los Oscars no estaban para nada justificadas.
En fin, estamos en plena depresión post Oscars que se llama, nos conformaremos con las migajas que nos vayan llegando de la última edición (aún está pendiente por ejemplo la de la nominación de Denzel).
Abrazos torcidos
No es del todo rutinario, ése quizá sea el problema. La ambientación es estupenda, muy buena, hay que reconocer que su dirección artística y su vestuario son de lo mejor. Y comprendo eso que tanto he leído por ahí diciendo que Lady Ágatha consideraba que "La casa torcida" era su mejor novela (de hecho, la leí en su momento aunque, la verdad, me acuerdo bastante poco). Pero es que el problema es que una vez planteado el misterio (que lo plantea un poco "venga, vamos que me queda la película larguita"), la película, sencillamente, se para. Y el parón dura cuarenta minutos. De hecho, me sorprendí a mí mismo porque yo jamás de los jamases me he dormido en el cine y aquí hasta cerré los ojos durante unos segundos (lo que se llama un microsueño). El misterio es atrayente y, sin embargo, el Paquet-Brenner se desliza hacia el melodrama y, lo que aún es peor, no se desliza hacia un melodrama al uso con una ambientación portentosa, no. Es un melodrama al estilo "Falcon Crest". Luego, sí, resuelve el misterio con un final que pretende ser sorprendente (aunque yo ya adiviné quién era el culpable) y que está dentro de ese revoltijo un tanto confuso que hace Paquet-Brenner para despertar a los que se habían quedado dormidos. Una decepción en un envoltorio muy atrayente.
Sí, es cierto. Lo de Lady Ágatha está siendo un poco de juzgado de guardia. Echémonos a temblar con lo de "Muerte en el Nilo", que Branagh es capaz de poner una tempestad en medio del río para mojar los bigotes a Poirot y hacer que tenga unos deseos locos de suicidarse al ver el diabólico plan que se ha perpetrado con un...melodrama de fondo.
Lo de Altman a mí sí me parece muy, muy sobrevalorado (ni siquiera se molesta en resolver el misterio que se plantea) y, sin embargo, me he encontrado a mucha gente que le encanta la película, que le parece magnífica, genial, un retrato de la clase burguesa que entra de lleno en sus inquietudes. Yo suelo rebatir con que eso ya lo hizo Jean Renoir cincuenta años antes con "La regla del juego", y mucho mejor, pero, generalmente, obtengo caras de póquer en recompensa.
Vamos a ver esta semana con la Blunt y el Krasinski (desde que me enteré que la canción "Everything", de Michael Bublé la había compuesto pensando en ella, me cae mejor la chica).
Abrazos misteriosos.
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