El humo parece que se
eleva por encima del viejo villorrio de Tombstone. Los carruajes pasan a toda
velocidad levantando una nube de polvo y el tiempo parece que se detiene porque
siempre lo hace cuando la muerte está a la vuelta de la carreta. Un hombre
observa todo desde su silla ligeramente inclinada hacia atrás. El desierto, por
la noche, quiere abrazarle para no dejarle escapar de tantas tumbas abiertas.
El tono es menor, pero los revólveres gritarán bien alto cuando se diriman las
diferencias entre la ley y el libertinaje. Mientras tanto, un tísico con
sentido de la amistad dirá unos versos en una tasca, una mujer morirá de amor y
los coyotes aúllan a la oscuridad, como intentando asustar las balas que ya
vienen. Todos los detalles cuentan. Todas las miradas persisten.
Los tiroteos míticos
pueden ser realistas y, a la vez, parte de la leyenda que siempre se escribe
cuando las armas callan. Quizá el duelo de O.K. Corral nunca ocurrió así, pero
así es como nos hubiese gustado que ocurriera. Es el eterno desafío entre la
realidad y la ficción, o entre el recuerdo y la imaginación. No siempre ganan
los mismos. Por ello, John Ford se atrevió a poner la crueldad de un lado y el
respeto a la ley del otro y nos dice que así es como se construyen los países.
Henry Fonda realiza una de sus más grandes interpretaciones y nos ofrece un
Wyatt Earp creíble, adusto, serio. Quizá la mejor encarnación que se haya hecho
nunca del legendario personaje. Victor Mature se hunde en los infiernos de sus
propias debilidades y ofrece el mejor trabajo que hiciera nunca. Walter Brennan
cambia totalmente el registro al que nos tenía acostumbrados y personifica la
maldad con auténtica solidez. Y, al fondo, el paisaje que habla por sí mismo,
el asomo del amor que, con timidez, reclama su lugar entre las pasiones de la
vida y de la muerte. La poesía surge en cada contraluz de ese blanco y negro
que prevalece en el enfrentamiento y la soledad se espanta dentro de aquellos
que tenemos el privilegio de ver tanto cine y tanta belleza.
La civilización
extenderá sus largas garras y aquellos hombres serán absorbidos por el próximo
viento del Este. Sus soledades interiores ya no tendrán razón de ser cuando
llegue el ferrocarril, o la motorización, o la desoladora socialización de la
llanura. Estarán en su hogar de verdad, aquel que, para ellos, fabricó el
destino. Entre pulmones deshechos o placenteras mesas de mantel a cuadros. Las
sombras les envolverán y, muchas décadas después, uno de los mejores cineastas
de la historia, contará lo que hicieron, con más mentiras que verdades, pero
siempre con la seguridad de que merecen tener un lugar en el recuerdo.
Dejémonos arrastrar por la emoción que destila la pasión de los fuertes.
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