“No
lo entiendo, pero es fascinante”.
Esta es la frase que
más veces he podido escuchar a cualquiera que se atreviese a hablar sobre el
cine de David Lynch. No cabe ninguna duda de que se trató de un cineasta
diferente, dispuesto a dinamitar las convenciones narrativas del cine, con
historias que eran enormemente atractivas que, en muchas de ellas, se daban la
vuelta ofreciendo otra cara de una realidad aceptada y que, de improviso y de
forma paradójica, desafía todas las nociones preconcebidas. Fue la demostración
preclara de que la cinta de Moebius podía tener su reflejo en las películas.
No siempre fue así
porque su debut en el largometraje fue algo fuera de lo común con una cinta que
no fue de Moebius, pero que hubiese hecho las delicias de Luis Buñuel con Cabeza borradora, mostrando un mundo en
donde lo mutante es lo cotidiano y el surrealismo surge hasta la misma
superficie de una mente que va cayendo progresivamente en una paranoia
alucinada. En el momento de su estreno, causó sorpresa y rechazo, adoración y
ensimismamiento. Tal vez por ello le costó mucho volver a dirigir una película.
Fue Mel Brooks el que le sacó de los tres años de parón porque había visto esa
especie de fábula marciana que había dirigido y le había encantado el uso del
blanco y negro. A través de su productora Brooksfilms, le ofreció la
posibilidad de dirigir la historia de John Merrick, conocido como El hombre elefante, poseedor de una
malformación congénita terrible. Lynch aceptó el encargo a pesar de que eso
significaba alejarse de todos los principios esbozados en su primer título y se
aplicó en ofrecer un argumento demoledoramente realista a través de un
personaje que parecía sacada de la peor de las imaginaciones. Quizá fuera una
broma cruel de Dios, o de la Naturaleza, o, simplemente, Merrick nació para
concentrar el escarnio de muchos villanos que no dudaron en burlarse de él y
humillarle.
Nueve nominaciones al
Oscar en una película inolvidable le proporcionó la oportunidad de adaptar el
clásico de la ciencia ficción Dune, basada
en la novela de Frank Herbert, que Lynch adaptó con una estética cuasi-comic y
se encargó de embarullar para que nadie supiera muy bien qué es lo que trataba
de contar. El productor Dino de Laurentiis le arrebató el montaje final
esperando darle algo de coherencia. Le llevó a la quiebra.
Dos años después volvió
con fuerza, rebuscando en las entrañas más sórdidas y enfermizas del cine negro con Terciopelo azul, una película sobre las obsesiones, las curvas de
la percepción, la seguridad de habitar en un mundo ridículamente cruel mientras
que el amor, ese mismo que nunca se llega a alcanzar, se torna en algo que dota
de coherencia a las pocas aristas cuerdas que quedan. El éxito de la película
fue inmediato, reconociendo el estilo absolutamente independiente de Lynch, que
era capaz de armar una trama de asesinatos a partir del hallazgo de una oreja
en un jardín.
Con la serie de Twin Peaks, se ganó el favor de la
audiencia mayoritaria, algo que, en realidad, Lynch tampoco deseaba demasiado.
No dudó en batir records de audiencia con la serie al mismo tiempo que
torpedeaba las expectativas sobre ella. Es cierto que obtuvo un espaldarazo
importante con la Palma de Oro del Festival de Cannes con esa historia de amor
desaforado, heredera directa de El
demonio de las armas, de Joseph Lewis, con Corazón salvaje, con Nicolas Cage y Laura Dern cargando las escenas
subidas de tono y cantando melosamente desde el capó de un coche mientras la
policía de medio país les pisa los talones. Ya se sabe. Es mejor vivir deprisa
que morir despacio… ¿o es al revés?
Una de las películas en
las que se aprecia más claramente su obsesión con la cinta de Moebius es Carretera perdida, con Patricia Arquette
y Bill Pullman tirando de las dos caras de una realidad que nunca se
interrumpe, pero que sí ofrece lados totalmente distintos. Evidencia ese punto
de conexión entre ambas superficies y la paradoja de la abuela resulta casi la
moraleja de toda esta… ¿historia?...que destaca por su ambiente, por su puesta
en escena que, resaltando la desnudez despojada de cualquier adorno, llega a
causar cierta inquietud en el espectador.
Una de las señas de
identidad de la obra de Lynch fue el empleo del sonido como un elemento
potenciador del dramatismo de sus historias. Probablemente, eso fue lo que le
atrajo de una película excepcional como Una
historia verdadera, la odisea de un hombre que hizo un viaje de cientos y
cientos de kilómetros sobre un cortacésped con tal de ver a su hermano una
última vez. Sensible, espléndidamente fotografiada y con ese sonido que forma
parte de la trama desde el principio, la película también ofrece una espléndida
interpretación de Richard Farnsworth y una encantadora Sissy Spacek queda en un
segundo plano esperando el regreso del protagonista. Una extraordinaria
película.
A partir del episodio
piloto de una serie rechazada que había realizado un par de años antes, Lynch
articula otra vuelta de tuerca a la cinta de Moebius con Mulholland Drive, otra película que se sumerge en las entrañas más
oscuras del cine negro para ofrecer, así, de repente, otra realidad azabache
que podría ser la imperante. Hay verdaderas legiones de admiradores de esta
película que ofrecen múltiples explicaciones. De hecho, el propio Lynch jamás
ha querido desvelar su vocación jeroglífica, llevado, con toda probabilidad,
por la seguridad de que el acabado formal es muy notable, causando esa
fascinación inexplicable a la que muchos se agarran.
A pesar de conseguir
una nominación al Oscar con este último título, Lynch no dirige ninguna
película más salvo Inland Empire,
donde lleva el principio de la cinta de Moebius hasta sus últimas
consecuencias. Tanto es así que ni siquiera los propios productores supieron
cómo promocionar la cinta porque preguntaron al propio Lynch qué era lo que
significaba todo aquello, de una duración muy extensa y muy difícil de
desentrañar, y él sólo contestó: “Sólo es
una historia de una mujer en apuros”. Razón no le faltaba.
Artista
multidisciplinar, consideró que el cine sólo era una de las facetas a explorar
en su rico mundo de realidades dualizadas. Entre película y película, abundan
los cortometrajes, los vídeos, los anuncios, los escritos, la reelaboración de
algunos de sus trabajos…nunca dejó de ofrecer una visión angulada,
extremadamente críptica de su percepción de la vida. Quizá, desgraciadamente,
en este mundo de deconstrucción cultural, las futuras generaciones podrán
distinguirle como el hombre que interpretó de forma extraordinaria a John Ford
en la película de Steven Spielberg Los Fabelman.
Y lo hizo tan bien porque, buscando la otra cara de su cinta de Moebius, puede
que se pareciera más a él en carácter y en forma de expresión directa de lo que
algunos quieren llegar a creer. Lynch no era Lynch…y, a la vez, era todo Lynch.
4 comentarios:
Tremendo, el bueno de Lynch. La verdad es que una gran parte de su cine, lejos de parecerme magnético, como suelen decir "los que entienden", a mi me resulta irritante.
Lo reconozco, soy un ignorante al que hay que dar las cosas mascadas y no envolver todo en imágenes y situaciones surrealistas que fuercen mi intelecto a salir de su zona de confort. Soy así, necesito un criterio narrativo en el que encajen las cosas que se me muestran (aunque pueda parecer un puzle imposible) . Y Lynch, muchas veces te cuela piezas de otro rompecabezas, a mi torpe entender, innecesariamente.
De hecho hubo una época en la que yo estuve muy enfadado con el director porque aceptando su indudable talento visual era incapaz de ofrecer un relato coherente en sus ultimas películas y eso, a mi, me parecía un desaprovechamiento de virtudes que otros ni siquiera rozaban.
Obviamente "El hombre elefante" me parece la mejor de toda su filmografía. Y le tengo un cariño especial a "Corazón salvaje" por que me parece divertida, bastante irónica y a contracorriente, con algunos personajes muy bien dibujados (ya existían en la novela original de Gifford en la que se basa el film) hasta convertirlos en casi míticos : Bobby Perú, Perdita Durango,...
"Terciopelo azul" me parece inquietante, bastante absorbente y novedosa en ese momento. También lo fueron los primeros capítulos de "Twin peaks" capaces de crear una atmosfera insana pero profundamente cautivadora. Sin embargo en los siguientes capítulos volvió a sus frecuentes "idas de olla" para impedir que hubiese algo mínimamente coherente a lo que aferrarse. Quizá sin Lynch no hubiese existido nunca "Perdidos" y otras series en las que se aceptaba el "todovale" para alargar historias que no sabían como continuarse.
No obstante, repito que es un director que siempre me pareció muy talentoso, capaz de lo mejor pero incapaz de controlar su tendencia al expresionismo, que me parece un movimiento admirable en cuanto a su dimensión plástica, pero que no me cuadra tan bien en el arte de contar historias y el cine es eso por mucho que se sirva de la imagen.
Abrazos cantando Love me tender.
Estoy bastante de acuerdo contigo. Creo que, a veces, se ha camuflado exageradamente detrás de su supuesta genialidad para seguir con una película que no sabía cómo seguir y/o terminar. Sin embargo, era un dominador de imágenes, casi un pintor. Obviamente, también estoy de acuerdo contigo con la valoración de "El hombre elefante" y también con "Una historia verdadera", me parecen sus dos mejores películas de largo y, además, debo decir que si no son obras maestras, ahí, ahí. Aguanto bien "Terciopelo azul" y, es cierto, me irrita cuando veo que encierra al protagonista, con el que he tenido tiempo de empatizar,en "Carretera perdida" y, cuando abren la puerta de la jaula, ya no es él, es otro, porque quiere mostrar otra realidad (al igual que pasa con "Mulholland Drive", posiblemente la película de la que me han dado más explicaciones y ninguna es convincente.
No me parece mal del todo "Corazón salvaje", tiene momentos divertidos (aunque ese Nicolas Cage cantando encima del capó del coche en pleno atasco también me saca un poco de mis casillas). Y lo de "Inland Empire", por mucho que sus acólitos quieran, repitan y traduzcan, no hay quien lo entienda.
Abrazos desde el cortacésped.
Me consta que Carpet quería haber incluido en su lista "Una historia verdadera" pero quizá haya querido homenajear a Belén Rueda en los Goya y en un futuro post tal vez nos comente que tiene un ex aequo entre sus favoritas lyncheanas. Yo soy de los que con el tiempo ha aprendido a apreciar a David Lynch. A pesar de todo como vosotros sigo quedándome con as que tienen una narración más tradicional, "El hombre elefante" y "Una historia verdadera" que yo sí considero un par de obras maestras. La primera probablemente porque quizá sólo Lynch hubiese contado la historia como está contada y la segunda porque es una especie de "que no puedo hacer una película "normal", anda, sujétame el cubata". Meto en el saco a "Terciopelo azul", por supuesto en la que además es capaz de crear como dice Carpet una atmósfera inquietante. Y quizá también a " Corazón salvaje" que me parece una coña muy divertida y Nicolasete subido al capó con la cazadora de guepardo está gracioso.
Con respecto a su trilogía más marciana, pues eso, que los segundos visionados (y en algún caso incluso terceros) ayudan al menos en mi caso. Mi favorita es "Carretera perdida" tal vez porque es la que más "entiendo" y en cualquier caso me parece un bucle perfecto. Algo más me cuesta "Mulholland drive" pero me sigue pareciendo fascinante. La palabra es fascinación, sí, porque no es necesario entender una cosa para que te acabe fascinando. Y eso es lo que pasa con Lynch, que al menos visual y estéticamente sus propuestas son casi irrenunciables. Yo he aprendido a no intentar racionalizar las películas de Lynch, para que sigan fascinándome en posibles nuevos visionados. Vale, "Inland empire" es durilla, sí.
No he visto Twin Peaks, ni la serie ni la película Ah, y no aguanto "Dune" (la de Villeneuve me pareció curiosa la primera pero no me atrevo con la segunda).
Abrazos con la oreja pegada al césped.
"Fuego camina conmigo" es poco menos que espantosa. Me puse a verla, más que nada arrastrado por la curiosidad, hace como unos diez años y me dejó tan anonadado del espanto que apenas pude moverme del sitio. Todo falso, todo sobreactuado, todo estúpido, con una estupidez tras otra, de pena.
En lo de que no es necesario que entender una cosa para que te acabe fascinando, sólo te doy la razón a medias. Es que si lo acepto del todo, volvemos al mito de las cavernas y no me apetece ni un poquito entrar en ese juego. Yo creo que entiendo a Lynch y también creo que, dentro de ese entendimiento, también intenta jugar mucho con el espectador,descolocarle tanto como puede e, incluso, reírse un poco de él.
En cuanto a "Dune", bueno, confieso que sólo he visto la de Lynch una vez y ya me pareció bastante intragable. La de Villeneuve ya la conseguí hilar bien. La segunda parte, no está mal, aunque sea la caída de Paul en el cesarismo. Ya se sabe...o César...o nada...
Abrazos mientras duermo sentado.
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