Camarero,
por favor, ¿me trae una cañita y un pinchito de tortilla para entonar la
mañana? Es que tengo un día de perros y necesito refrescar el gaznate y darle
gusto a la andorga porque si no, no llego al final. Mire, mire usted, ahí tiene
a la pija más pija de todas las pijas, al latino que parece que te perdona la
vida con la mirada, al ex – policía que saca la pipa en menos en que se
persigna un cura loco, al mendigo más peligroso de estos andurriales, al
guapito que se esconde tras la barba, a la frustrada ama de casa que no hace
más que darle a la maquinita, a la dueña del bar que está más de vuelta que de
ida, al currante que se pasa todo el día dale que te pego con la plancha…oiga,
esto, en realidad, es España entera en un solo local. Raro ¿no?
Y es que aquí, en el
bar, es donde se dirimen las más bajas pasiones, donde la democracia se celebra
alrededor de una urna llena de cerveza, donde el equívoco se plantea y lo
imposible ocurre. ¿A quién no le han pasado cosas extrañas en una tasca? Ya se
lo digo yo, a nadie. Y, a veces, hasta bajamos hasta las alcantarillas de
nuestra propia personalidad para comprobar que, en cuestiones de supervivencia,
sálvese quien pueda y aquí no ha pasado nada. Al otro lado del cristal ya se
ocuparán de amargarnos la vida y esconder las manos ¿verdad? Es de lo que se
trata. Ahí mismo, en la barra donde coge usted los pedidos, ponemos en juego
todas nuestras tristezas, todas nuestras depresiones, todas nuestras ilusiones
y también un buen plato de frustraciones. Si es que ya lo digo yo. A los
españoles es para que nos echen de comer aparte. No tenemos ni idea de lo que
es ayudarnos unos a otros. Ande, vaya, vaya, no sea que me quede sin mi
tortillita de patata.
Eso sí, no dudaremos en
nadar en detritos si con ello nos salvamos a nosotros mismos. Ni el fuego nos
purifica. Si acaso, nos hace más desalmados. Quizá, en algún instante de
nuestras miserables vidas, podemos tener un gesto noble para que alguien, en
alguna parte, se salve de morir ahogado entre tanta basura pero eso no sale ni
a la primera, ni a la segunda. ¿Me trae un cuchillito, por favor? Gracias.
Encienda, encienda la televisión. No dicen más que mentiras. Prefieren que nos
quedemos embobados con la receta para la sopa boba de cualquier estrella de
tres al cuarto antes que decirnos la verdad. Como si fuéramos niños pequeños. Y
algo de niños, sí tenemos. Especialmente cuando estallan nuestras
claustrofobias y se hacen presenten nuestros miedos. Porque otra cosa, no, pero
el españolito de a pie es chulo hasta decir basta y eso, lo que realmente
esconde, es el pánico que tenemos a salir de aquí y enfrentarnos con el frío
mundo. ¿No está usted de acuerdo?
Además, le voy a decir
una cosa. Álex de la Iglesia dirige como nadie aunque, como casi siempre, se le
va la mano con esas pasadas de rosca que mete. Y mira que queda bien fijándose
en maestros como Antonio Mercero o Luis Buñuel, pero no. Él tiene que acabarlo
todo con una orgia de odios exacerbados y destrucciones insensatas. Total, para
que luego quedemos como seres abandonados entre la multitud que siempre se
distingue por su hiriente indiferencia. A nadie le importamos nada. Como mucho,
sacaremos algún gesto aislado por aquello de tranquilizar conciencias, pero
donde esté una cañita bien tirada y una tortilla bien hecha con su patata y su
huevina, que se quite todo lo demás. Adiós, buenos días. Y gracias. Y eso es
todo. Y para qué más. A la próxima me voy al bar de aquí al lado, que aquí hay
más bares que bancos, gracias a Dios.
5 comentarios:
Un par de cositas. No creo que a estas alturas sea la mejor película de Álex De la Iglesia entre otras cosas nace con la vocación de título menor, pero sí me parece una de las más equilibradas de su carrera. Y te diré por qué. Eso que tanto le criticamos y le criticas incluso tú aquí de los finales marca de la casa, el desmadre y la traca final. Aquí no lo veo tanto. O bueno, sí lo veo, pero me han estado preparando más que otras veces. El caso es que hay un guión muy bien planificado y una estructura en tres actos equivalentes a los tres escenarios en los que se va desarrollando la trama. Me gusta esa capacidad que tiene Alex y su guionista para partir de una anécdota simple y banal y desarrollar una historia delirante.
Una película 100 x 100 De la Iglesia. Ritmo trepidante, combinación de géneros perfecta, thriller, comedia absurda y negra, diálogos certeros, buen trabajo en general con los actores y unos alucinantes títulos de crédito inciales... y finales. Y un conocimiento del alma humana y de la psique española que te hace conectar y mucho con la filosofía de este hombre.
Abrazos embadurnados de aceite
Pues aunque De la Iglesia siempre es atractivo y el resto de la oferta tampoco era muy interesante, no me decidí a entras en ese bar...¿Porqué?, Pues tiene mucho que ver con lo que vi en el trailer y los anuncios televisivos.
Ya no me echan para atrás sus excesos y sus fuegos artificiales tan exagerados, de la Iglesia tiene su sello y no sabe contenerse y frente a eso estamos precavidos, lo que realmente no me pareció muy de interés fueron los arquetipos que entreví que manejaba para el gran guiñol.
Y es que me empiezan a resultar cansinos sus esperpentos, sus personajes tan poco reales (aunque él parezca querer retratar la realidad social en circunstancias extremas). Y es que para la comedia (suponemos que lo que hace Alex es comedia) el punto está en situar a personajes normales en un estado de anormalidad y jugar con sus reacciones, pero si lo que colocas ante una situación exagerada son un grupo de frikis y desequilibrados...a lo mejor tiene menos gracia de lo que pretendes.
Pensaba el otro día a propósito de lo que comento en que también puede funcionar al revés, colocando a frikis en una situación de normalidad también puedes lograr la carcajada, véase por ejemplo aquel mítico "Camera café" donde las extrañas personalidades de los personajes se daban cita en un escenario tan monótono como una oficina y se lograba por oposición dar con la tecla del humor.
Desde hace tiempo De la Iglesia ha avanzado en jugar con seres absolutamente anormales (alejados de la normalidad) para justificar comportamientos, cuando menos, poco humanos y en esa deriva me va alejando del interés por su cine.
En "El día de la bestia" o incluso en "La comunidad", esto no era tan exagerado. En la primera el cura o el vidente, eran personajes aparentemente sensatos que al enfrentarse a una situación fuera de lugar emprendía una carrera hacia el absurdo. La distorsión era el personaje de Santiago segura que ya era un tipo absolutamente excéntrico de inicio. En la segunda la agente inmobiliaria e incluso los vecinos aparentan normalidad (también buena crítica hacia la bondad aparente), aunque la codicia les vaya radicalizando hasta convertirse en esperpentos.
Pero si echamos un vistazo a "Balada triste..." o a "Las brujas de Zugarramurdi", ya partimos de gente descentrada sin entrar en el detonante del suceso. Al menos en "Mi gran noche" hay una mezcla entre este tipo de personajes, los desaforados Carlos Areces, Mario Casas, rafael...y los aparentemente normales Pepón Nieto o Blanca Suarez.
No sé pero a mi en "El bar" creo que ay demasiados "extraterrestres" y me hubiese gustado más encontrarme con gente con la que me puedo encontrar de verdad en un bar.
Abrazos chateando (vinitos, claro)
Para Dexter, vamos a ver:
Yo creo que el guión tiene algo más o menos reprochable a través del personaje de Jaime Ordoñez, que es el mendigo. Desde el principio, sabes que ése va a ser el personaje que va a derrapar hasta límites insospechados y además no me parece que sea un personaje que esté demasiado bien definido (aparte de caer en el tópico de que el mendigo sea un poco ese personaje que sobrevuela a los demás precisamente porque es el elemento más ajeno al microcosmos que nos dibuja de la Iglesia). Y no está bien definido porque va de que está trastornado (hasta ahí bien) y hay un rato largo en la película en el que es el personaje que mejor razona de todos. Y es más. A pesar del odio que tiene contra la indiferencia o superioridad de la gente, más o menos, "normal", resulta que acepta jugársela en determinados momentos. Un poco extraño, cuando menos. Los demás personajes están mejor definidos, y su evolución es más clara y, también, más lógica. Ahí es donde el guión derrapa y comienza a desbocarse. Quizá, la parte de la alcantarilla, siendo la parte que más debería destacar, resulta la más floja. Aún así, es una película no está mal, que tiene unos créditos excepcionales, que resulta muy mordiente en cuanto a esos estereotipos que nos describe y que se destapan como bestias frustradas.
Y ahora, Carpet:
Cierto, hay muchos estereotipos (aunque muy reales) y todos son absolutamente normales en su devenir, en su descripción inicial (la película apenas tiene planteamiento, pasa el nudo en un abrir y cerrar de ojos) y no son, precisamente, "extraterrestres" salvo quizá, precisamente, ese papel del mendigo. Lo que de la Iglesia, precisamente, quiere retratar es la bestia que llevamos dentro todos. Desde la resabiada dueña del bar hasta el modosito diseñador de anuncios de Campofrío. No les justifica, ni mucho menos, todo lo contrario. El tono es de crítica, además bastante demoledora. Todos esos buenismos aparentes son solo eso, pura fachada. Ahora, bien es cierto que es verdad, está a kilómetros tanto de "El día de la bestia" como de "La comunidad" que son sus mejores películas. Esos extraterrestres que nombras son más de "Balada", de "Las brujas" y de "Perdita Durango".
Ahora bien...¿qué es lo que salva sobre todo a de la Iglesia? La forma de rodar. Técnicamente es fantástico, sabe colocar la cámara en el sitio indicado (no puede estar en otro sitio, y el que se empeña en colocarla en otro sitio, delata su deficiencia). Tiene tanto talento como Spielberg. A raíz de eso, me contaron una anécdota sobre de la Iglesia.
Dos días antes de empezar un rodaje, se le presenta a de la Iglesia un tipo que le dice:
- Señor de la Iglesia. Soy el representante de Steven Spielberg y a él le encantaría tener una reunión con usted.
- Caramba, es un honor.
- Le espera a usted en su despacho lo antes posible.
El problema, naturalmente, es que Spielberg tiene el despacho en Los Ángeles. Así que de la Iglesia, a pesar de que iba a empezar en dos días, se cogió un avión y se trasladó a Los Ángeles a ver a Spielberg. Cuando llegó allí, se presenta a la secretaria:
- Buenos días, soy Álex de la Iglesia. Tengo una cita con el señor Spielberg.
- Por supuesto, el señor Spielberg le recibirá ahora mismo.
Le hacen pasar al despacho. Se presentan. Álex muy ilusionado. Le invitan a sentarse y Spielberg le dice:
- Quería hablar con usted sobre un plano que hizo en "La comunidad". Me gustaría que me explicara cómo lo hizo.
de la Iglesia se lo explicó y cuando terminó, Spielberg dijo:
- Bien, muchas gracias. Eso es todo.
Más allá de la anécdota, me parece una falta de respeto por parte de Spielberg el hacer venir a un señor que tiene un montón de compromisos para algo que podría haber resuelto por teléfono y que exige amparado en su nombre pero eso es bastante descriptivo de por qué son dos directores que ruedan como los mismos ángeles.
Abrazos con sabor a cerveza.
Si, jajaja, la anécdota demuestra bien claro dos cosas. La primera es que Spielberg está tan arriba que no se plantea que un señor llamado De la Iglesia pueda tener otros compromisos. la segunda es que para Alex, Spielberg está tan arriba que no duda en hacer un "si tú me dices ven lo dejo todo".
Es probable que Steven dijera a su secretaria, necesito hablar con el director de esta película, y la gran maquinaria se pusiera en marcha sin plantear muchas preguntas más. de la misma forma si de la Iglesia hubiese preguntado que era lo que quería Spielberg y hubiera aducido que estaba pringado con su peli y que mejor por teléfono, se hubiera ahorrado el viaje. A veces los dioses lo son porque los demás nos consideramos inferiores.
En cuanto a lo de Alex, totalmente de acuerdo, creo que técnicamente es el mejor director del país y uno de los mejores del mundo.Una cosa es lo que cuenta y otra cosa es la forma de rodarlo, sacando partido visual de todo lo que quiere y como quiere.
lo de mi apreciación pro los personajes no es más que un prejuicio a tenor de lo poco que he visto, pero quizá sea esa visión pesimista del alma humana la que me confunde. Puede que el único friki sea el mendigo, pero por lo que he leído llegado el momento no se salva ni el apuntador (de descubrir sus propias miserias, me refiero). ¿De verdad, pensáis que si estáis en una situación limite con un grupo de gente variopinta todos tenderían al desfase y al egoísmo atroz? quizá yo sea un buenista que espero mucho más de la gente.
Abrazos con tapita
Eso es verdad, todo el mundo tiene miserias que acaba mostrando en la película. Yo creo que, además, ese es el gran objetivo de de la Iglesia. En cualquier caso, en respuesta a tu pregunta...yo sí creo que la gente tiende hacia el egoísmo en una situación límite y además, disfrazándolo convenientemente de apariencia de ayuda en común.Quizá no tanto al desfase (eso es marca de la Iglesia) salvo raras excepciones. Siguiendo con tu razonamiento...yo es que quizá sea un malista y no espero nada de la gente, posiblemente, porque no he probado esa bondad en mis propias carnes (sí en las ajenas).
Nos vemos tomando unas cañitas.
Abrazos con palillos.
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