La
búsqueda de una escalera de color o del ansiado veintiuno del Blackjack puede
ser un medio para alcanzar una redención que ha tardado mucho en aparecer. No
ha sido suficiente un tiempo entre rejas. Tampoco lo ha sido perder de forma
repetida. Se trata de encontrarle algo de sentido a lo que resta de vida
siempre y cuando se juegue el descarte apropiado, la apuesta necesitada y el
triunfo moral. Mientras tanto, seguirán rondando los desagradables olores del
pasado, los terribles actos que no se pueden justificar, ni siquiera, tras una
bandera, la sombra de que aquello se realizó cumpliendo un deber que nunca tuvo
que haber existido.
Así que es posible que,
entre tanto tiempo disponible, entre el pecado y la redención, haya habido un
hueco para saber contar cartas y reducir al mínimo las probabilidades de
perder. Sólo se trata de observar, esperar el momento oportuno y retirarse
antes de que las sospechas se pongan demasiado feas. Puede que unos cuantos miles
de dólares ayuden a conseguir el objetivo y, al final, la venganza para
alcanzar la paz tenga que ejecutarse igualmente. Al fin y al cabo, de eso se
trata el juego ¿no? La gente paga para ver tus cartas. Y, en ocasiones, el
farol no es suficiente.
Paul Schrader,
guionista de Taxi Driver, no ha sido
un realizador totalmente fiable detrás de las cámaras. Ha tenido algún destello
de interés como en Hardcore, un mundo
oculto, pero, por lo general, siempre ha presentado personajes que ejercen
una cierta fascinación para, luego, bajarlos cuidadosamente del pedestal,
llenarlos de defectos de moralidad dudosa y aplastarlos bajo el peso de su
pesimismo recalcitrante. No importa si los objetivos de sus protagonistas son
nobles o sí se hubiera deseado saber más de ellos para comprobar que,
efectivamente, el arte de contar cartas puede ser una trampa para incautos o
para gente que va de lista por la vida. Lo importante es reflejar que, tras una
aparente calma, bulle un tempestuoso remordimiento que no se olvida con el triunfo,
o con la seguridad. Hay que bajar y mancharse las manos. Y a Schrader le
encanta revolcarse en el lodo de sus personajes. Para él, eso es lo importante.
Por supuesto, Oscar Isaac realiza un trabajo estupendo aunque no el mejor de su
carrera (ese honor lo ostenta la estupenda A
propósito de Llewelyn Davies, de los Coen) y, durante algunos instantes,
compartimos su frialdad y su mirada escrutadora, buscando los puntos débiles de
sus contrincantes y no dejando ver el suyo salvo para llegar a su ansiada
redención. Algo que, por otra parte, también forma parte del universo temático
de Martin Scorsese, aquí en labores de producción.
Así que es el punto muerto en el que hay que decidir si se iguala, se sube o se abandona la partida. Las cartas sólo dicen verdades y se trata de utilizarlas con la mayor sinceridad para llevarse todas las fichas. Y, en esta ocasión, la más cargada es esa misma que ofrece la tranquilidad de la conciencia, el descargo de la culpa, aunque no deje de ser sólo un modo de verlo. El descarte debe ser inteligente para que el asalto posterior sea a degüello y hay que ver y sopesar con calma cuáles son las cartas que están a la vista. Se sabe que la última, llamada River, es aquella capaz de hundir toda la jugada o, por el contrario, convertir en un desafío ganador lo que, en un principio, no valía nada. El resultado, en todo caso, siempre es incompleto, algo vacío, propio de un tipo que nunca estuvo demasiado centrado y que no duda en sacrificar las posibilidades de una historia para poner en juego sus propias obsesiones.
2 comentarios:
Quizá a Schrader le ha pasado siempre lo que comentábamos el otro día de Sorkin, que siempre ha sido mejor guionista que director. Eso y que las sombras de Travis Bickle y Jack La Motta son pero que muy alargadas. Y que todas sus posteriores películas parecen cortadas por ese patrón. Con todo yo destacaría títulos como "Posibilidad de escape" o "Aflicción" con la mejor interpretación en la carrera de Nolte. La anterior con Ethan Hawke también me pareció bastante interesante, y esta, si la pandemia no lo impide, espero no tener que aguardar a un pase en plataformas o en la tele, más que nada por que Isaac me parece un actor muy notable.
Abrazos barajando
Pues sí, es mejor guionista que director aunque siempre se ha movido en historias mucho más turbias e inquietantes. En desacuerdo con que "Posibilidad de escape" sea una buena película, muy de acuerdo en que, quizá, "Aflicción" sea la mejor que haya hecho junto con "Hardcore, un mundo oculto". Es siempre incómodo y nunca va en la dirección en la que se espera, yo creo que eso le pierde un poco porque pretende sorprender en plan "a que no esperabas que te condujera hasta aquí?" y resulta que el lugar al que me ha llevado, en muchas ocasiones, es bastante decepcionante.
Abrazos contando.
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