jueves, 30 de diciembre de 2021

WEST SIDE STORY (2021), de Steven Spielberg

 

Con este artículo, quiero desear a todos una feliz salida y entrada de año, lleno de cosas estrupendas y de grandes películas. No dejéis de ir al cine. Es nuestra vida de repuesto. Después, ya no hay más.

Sensaciones:

Un escalofrío recorre el espinazo cuando se oyen esos silbidos llamando a la batalla callejera. Las lágrimas tratan de salir a empujones porque aquello no sólo recuerda los años en los que, una y otra vez, llevaste a rastras a todos tus amigos en los diferentes reestrenos, sino también todo un universo de sensaciones en el que la violencia, la ternura, la emoción y la euforia ocuparon las principales notas de tu partitura privada. Los Jets salen de sus agujeros y quieres bajar ahí mismo, a desahogar tu rabia y compartir la energía de unos bailes que se te antojaron inolvidables e insuperables. Y entonces sabes que estás de parte de ese amor imposible que se te va a contar, de esa lucha que se te presenta incomprensible, de esa frustración que sabes que es posible que ronde tu propio devenir.

Y sigues deseando ponerte de punta en blanco para participar de ese grito de mambo para demostrar que bailas mejor y con más ganas. Perderte en la partitura de Leonard Bernstein es demasiado fácil para no abandonarte, para darte cuenta de que esta noche puede ser irrepetible, de que tienes que mantener la calma porque, de lo contrario, te arrastrarán los acontecimientos que ya viviste anteriormente. Ella está allí, sólo ella, en medio de la multitud, mirándote de nuevo y pronuncias su nombre y vuelves a extraviarte en su melodía porque el amor, si era así, era tu vida y no querías dejar de verla, soñabas con su caricia, imaginabas su beso, pensabas en sus palabras.

Sin embargo, el entorno suele ser un enemigo difícil de batir. Y ante tanta incomprensión, sólo queda refugiarse en la noche de tus propios sentimientos. Puede que algunos no aguanten tanta pasión y que siempre se espere algo de optimismo en un ambiente tan deprimente que condena tantos futuros y aplaste tantas esperanzas. Y quieres, y deseas, y ruegas por tener un amor que sea todo lo que poseas y que, acertado o equivocado, no puedes hacer nada más. Volverás a llorar en las calles húmedas en medio de una ciudad que se está demoliendo y la sangre hierve en tus venas, tratando de encontrar una razón para salir adelante cuando todo ha terminado, cuando ya no hay más remedio que odiar porque se te ha quitado toda la capacidad de amar. Mientras tanto, tratarás de ser alguien en ninguna parte y, una vez más, serás nadie en todos los sitios. Especialmente en el lado oeste del infierno. Allí donde no hay más remedio que luchar por un territorio que no existe, por un derecho que se te ha negado y por un amor que se condena desde la primera mirada.

Tu amor es tu vida, porque le quieres, porque eres él, porque sois uno, porque puede que haya un lugar para ella y para ti, un lugar de paz y tranquilo, con aire libre. Un lugar al que sólo podrá llevarte la verdad que siempre pronuncia un beso, una promesa, una complicidad, un deseo, un brillo en los ojos. Y del prólogo al final sólo hay unas balas de diferencia. Las que te han atravesado mientras has bailado, has rabiado, has querido y, una vez más, has vuelto a perder. El asfalto de la gran ciudad será el testigo de las luces en movimiento y el sol parece que nunca se pone en América para aquellos que eligen al amor como única opción.

Valoraciones:

Sólo hay un aspecto en el que esta película supera a la original y es la adaptación musical. No cabe duda de que Steven Spielberg realiza una apuesta valiente y que, en todo momento, hace gala de su estilo impresionante en la planificación. Sin embargo, la puesta en escena no siempre es la más acertada y las coreografías, aunque indudablemente enérgicas, no se acercan ni por asomo a las diseñadas por Jerome Robbins. Y si no, cuando vean la película, hagan una prueba. Traten de recordar alguno de los pasos como algo mítico, como algo que forma parte inseparable de la historia. No encontrarán ninguno. Hagan lo mismo con la versión de Wise y Robbins. Seguro que hay alguno que les vendrá a la cabeza.

Este detalle puede parecer una tontería, pero en un musical de las características de West Side Story no lo es. Uno de los puntos más fuertes de su trama son, precisamente, las coreografías, llenas de un impulso y de una intensidad que es difícil de olvidar tanto en su versión teatral como en la cinematográfica. Comparen el Cool y díganme cuáles son las diferencias. Por supuesto, Spielberg no rehúye la espectacularidad y trata de dejarla bien clara en América, pero un baile que se pretende inolvidable no puede consistir sólo en complicados giros, hace falta imaginación, y, sobre todo, claridad. Y aquí está la demostración de que no sólo la pericia del director es suficiente.

Por otro lado, algunos intérpretes cumplen, pero son notoriamente más jóvenes, lo cual lleva a una cierta infantilización de la historia, sobre todo porque se reescriben los diálogos y resultan más simples, mucho menos sugeridos, por mucho que se siga la estructura del original. También hay un cierto descoloque en el orden de las canciones que no beneficia en nada a la estructura y algún número que resulta un error lamentable como es el ya citado Cool o el imposible Gee, officer Krupke que se representa en una comisaria sin ninguna gracia.

Siempre agrada ver a alguien que se llevó, quizá, el mejor papel de la primera versión como Rita Moreno asumiendo el personaje que llevó a cabo Ned Glass. Es comprensible el sentido homenaje que le quiere tributar Spielberg, pero hacerle cantar el Somewhere resulta gratuito porque no tiene mucho sentido. Por supuesto, hay menos referencias pictóricas porque la fotografía de Janusz Kaminski apuesta por el realismo y el color siempre está más apagado. Y el único error que se puede atribuir al director es la falta de control en el reparto de secundarios que resultan demasiado exagerados en gestos, como intentando subrayar toda la rabia que sienten estando a la cabeza de todos ellos David Álvarez en el papel de Bernardo.

Y se podría entrar en más detalles que acaban por ser prescindibles y que es mejor no desvelar y que proceden del ansia por dejar bien claro de dónde vienen algunos personajes y por qué se comportan así. Las voces de Rachel Zegler y Ansel Elgort como María y Tony son agradables aunque él está ligeramente mejor que ella. Y aún así, a pesar de todas estas diferencias, sigues intentando enfundarte unos vaqueros y unas deportivas y pelear por un barrio que aquí se presenta en estado de ruina para realzar todavía más la hostilidad y la inadaptación de unos jóvenes que, no importa la forma que revistan, siempre intentan robarte el corazón.

5 comentarios:

dexterzgz dijo...

Es lícita y hasta cierto punto compresible la controversia generada en torno a la necesidad o no de presentar a estas alturas una nueva versión actualizada de “West Side Story”. Me pregunto si esa misma controversia surgiría en parecidos términos hace ahora sesenta años cuando la película original llegó a las pantallas. A fin de cuentas, el “West Side Story” de Wise y Robbins no dejaba de ser el remake de otro remake que a su vez había llevado a los escenarios de Broadway, y este sí de una forma totalmente vanguardista y transgresora, el clásico de William Shakespeare, “Romeo y Julieta”.

¿Se escandalizaría el público de la época viendo las andanzas de los Montescos y los Capuletos trasplantadas de las calles de Verona al Nueva York del siglo XX? ¿Lo consideraría necesario y pertinente? Cabe preguntarse también por qué en estas circunstancias el “West Side Story“ de Wise y Robbins ha llegado hasta nosotros como un musical canónico. Tal vez la respuesta está en que el texto original shakespereano lo aguanta todo. Y así lleva representándose en un sinfín de modos y maneras más de cuatro siglos. Y aún así, cada nueva revisión no está exenta como vemos de las dudas y la polémica. Así pues, por qué no ver el “West Side Story” de Spielberg como el último eslabón de la cadena.

Lo que percibo ante todo en este nuevo remake del clásico es respeto, respeto en la forma con la que Spielberg se acerca a la trágica historia de Tony y María, no desde la suficiencia de alguien que se cree el más listo de la clase porque él lo vale – realmente lo vale; todos en el fondo sabemos que si había alguien capaz de salir airoso en el cine actual de un envite así ése no era otro que Mr. Steven- sino desde la humildad de alguien que ama realmente su oficio, y de alguna manera, lo ha reinventado en las últimas décadas. Más que la reescritura de un texto mítico, West Side Story es en manos de Spielberg, todo un homenaje al cine que le formó como director. En realidad, la respuesta al porqué Spielberg necesitaba este remake está en ese emotivo “to dad” con el que se cierra la película antes de los créditos finales. Ojala todos pudiésemos en un momento dado ser capaces de hacer dedicatorias así a quienes más queremos. Es, además, de justicia poética que la pandemia haya retrasado una y otra vez el estreno de la película hasta hoy cuando la vigencia del cine en salas está más en el alero que nunca.

Yendo al fondo del asunto, las diferencias entre esta nueva versión y su inspiradora serían en este sentido un poco peccata minuta. Además de la lógica elección de un nuevo reparto – que en general cumple con creces- algunas decisiones en cuanto a la puesta en escena que, independientemente de que sean más o menos afortunadas, siempre resultan estimulantes.

Sí me parece estimulante la alteración en el orden de algunos números musicales, para colocar por ejemplo el “I feel pretty” justo en el momento previo a que María descubra el asesinato de su hermano a manos de su enamorado. O el estallido de vigor y colorido en las calles por las que se canta el “America” en contraste con el intenso, estático y nocturno “cuerpo a cuerpo” del original en la azotea. Podría decir, sí, que me gusta más el “Officer Krupke” de 1961 que el actual, o que veo algo fuera de lugar a Rita Moreno cantando “Somewhere” que por intensidad romántica y dramática requiere la presencia obligatoria de los dos amantes. Eso sí, el momento resulta de lo más entrañable.

Y Berstein. Y Sondheim, eternos.

Abrazos desde el balcón

César Bardés dijo...

Yo creo que es muy fiel al espíritu del musical, pero no es una película redonda. Comentas, por ejemplo, "I feel pretty"...en unos grandes almacenes...¿en serio? Con un "look" más propio de las películas de Rock Hudson y Doris Day. En cualquier momento puede salir el Jerry Lewis de "Lío en los grandes almacenes". No, no es eso, no creo que sea un buen número.
Tiene mucho respeto hacia el original, pero cualquiera que conozca el original (que tampoco es una adaptación literal de la obra de teatro) se dará cuenta de que la versión de Wise y Robbins es, sencillamente, mejor. Y qué la hace mejor?
Lo primero, las coreografías. Son mejores, más memorables, más increíbles. Aquí, teniendo mucho mérito físico, no me parecen maravillosas porque son bastante repetitivas (mucho giro sobre sí mismo). Vuelvo a decirte, haz la prueba. Seguro que recuerdas pasos de la primera. Seguro que no recuerdas pasos de la segunda.
De hecho, te diré. En la obra original, los números del "Cool" y de "Gee, officer Krupke" están cambiados de sitio, uno por otro, lo cual lo mejora. Y el "Cool", uno de los más grandes números coreografiados, con una energía impresionante, excelso, exigiendo lo máximo a los bailarines, aquí Spielberg lo pone en la disputa de...una pistola? Dámela, devuélmela, no te la lleves, que sí, tonto. Ni la intención, ni la realización es esa.
¿Por qué pongo el énfasis en las coreografías? Porque es un musical bailado, en el que los bailes destacan muchísimo (al contrario de, por ejemplo, "My fair lady" o de "Camelot").
Por otro lado, sí, el "América" que se marca Spielberg es muy colorido y tal en medio de las calles, con una compañía bastante numerosa, pero sigo diciendo que el baile no es memorable. En la obra, para que veas la intención, ni siquiera se baila con los chicos, son sólo las chicas (mira por dónde, aquí hubiese tenido la oportunidad de hacer un número espectacular sólo con chicas).
Aciertas con lo de la aparición entrañable de Rita Moreno y, curiosamente, se acerca un poco más a la intención original de la obra. En la obra, no la cantan los amantes, sino que se canta en "off" por parte de una cantante del reparto y está dentro de una secuencia onírica (curioso, eh?). El caso es que no pega que una mujer a la que se ha descrito como portorriqueña totalmente integrada, con un matrimonio, un negocio de años, más bien querida en el barrio porque es una especie de territorio neutral, cante, en nombre de los amantes, el "Somewhere". No tiene sentido.
La puesta en escena, sigo creyendo que hay un excesivo subrayado con ese barrio en ruinas. ¿Qué me quiere decir? ¿Que esta gente vive en un barrio tan deprimido que se derruye? ¿No traslada la impresión de barrio marginal la primera versión? Es innecesario del todo. Es recargar lo evidente. Y más aún cuando optas por una estilo de fotografía que, en lugar de resaltar los colores, los apaga.
Te puedo decir lo que pensó mi padre cuando vio la película en su estreno. Le pareció que, además de la romántica historia de amor, la película retrataba el drama de inmigrantes que no eran aceptados y de chicos de calle cuyo reino es exclusivamente la calle. Le pareció que las coreografías eran increíbles, probablemente las mejores que había visto y que la gente salió del cine con una sensación rara porque la música les sonaba así, rara. No estaban preparados para los ritmos asonantes de Bernstein, aunque, por supuesto, la gente se elevaba con el "Tonight", con el "Maria", o con el "América".

César Bardés dijo...

Lo que sintió el público y la crítica en general cuando se realizó la obra y, tres años después, la película es que la idea era brillante. Trasladar "Romeo y Julieta" a los tiempos modernos bajo la rivalidad de las bandas callejeras (ojo, Julieta muere también en la obra de Shakespeare) era una traslación excepcional. Más debida quizá al libreto de Arthur Laurents que a otra cosa (por cierto, Laurents es uno de los tíos más bordes que he leído y visto en entrevistas, no quiero ni pensar lo que hubiera dicho de esta versión).
Las traslaciones, a veces, son oportunas y brillantes. La escena, en cine o en teatro, está en constante evolución y eso es totalmente permisible. En otras ocasiones, es una tontería. ¿Condenamos a Branagh por trasladar "Trabajos de amor perdidos" a los años veinte? No. Nos parece que no está mal. Ralph Fiennes, no hace mucho tiempo, puso en pie una versión teatral del "Julio César" con simbología, vestuario y ambiente nazi. No la llegué a ver, pero según me dijeron voces muy autorizadas, les pareció una idea brillante porque "pegaba" y le daba un sentido contemporáneo entendible a todos. Ahora, el "Romeo y Julieta", de Baz Luhrmann tal y como lo hizo...pues no, por mucho que estuviera el juvenil di Caprio.
No es ajena, tampoco, la comunión de genios que se dieron cita en la creación de "West Side Story". Jerome Robbins (también coreografió la teatral), Arthur Laurents, Leonard Bernstein, Stephen Sondheim con sus inmortales letras...todos ellos homosexuales.
Abrazos oyendo los más bonitos sonidos.

CARPET_WALLY dijo...

Hay una cosa buena en lo de ver las películas con tanto desfase temporal, y es que os leí en su día sin conocer y ahora os releo con conocimientos de causa. Y también que me he podido tomar las cosas con la distancia debida.

Y así veo ahora, un punto indignado al lobo con la adaptación spielbergiana porque lleva en su alma un musical que significa emocionalmente mucho más que una buena película. Y así es difícil ser objetivo. Algo parecido me pasó a mi con la adaptación de "los Miserables" y ahora la veo con muchos mejores ojos que recién estrenada.

La primera pregunta es si no es sacrílego hacer un remake de una película que ya es perfecta. En principio creo que si, pero como el objetivo, licito e incluso de agradecer, es que las nuevas generaciones se acerquen al cine y disfruten de un clásico que no verían pro su propio prejuicio hacía lo clásico, pues me parece que es absolutamente perdonable....O no.

Porque si los remakes son como los "Rebeca", Ben-Hur", "Los 7 magníficos" o "Asesinato en el Orient Express", las nuevas generaciones se podían haber ahorrado el horror y haberse quedado en que alguien les dijo una vez que hubo una película que se llamaba así.

Bueno, no creo que este sea el caso de este "West Side Story" al que le creo que lo peor que le puede pasar es que exista el original y por tanto se hagan comparaciones (incluso odiosas). Es imposible olvidar el original y al no hacerlo no se le valora como película independiente.

Podemos decir que no es una película redonda porque recordamos las emociones que sentimos con la de Robert Wise, con sus coreografías y hasta con sus títulos de crédito. Pero ¿Y si ese primer film no existiera?. Si yo soy un jovenzuelo que me encuentro en una gran pantalla la historia que me cuenta Spielberg, ¿Qué veo?. Pues yo creo que ese chaval que soy yo pensará que ha visto un peliculón. Hay fuerza, hay ritmo, hay una música increíble, hay un tipo que rueda como los ángeles...

Personalmente me gusta mucho más su primera parte que la segunda, creo que decae un poco a menuda que se va consumando el drama (pero yo ya me sabía la historia, claro). Puesto a verle un pero, casi creo que hubiese sido mejor que se actualizase el tiempo en que transcurre la historia. A ver, el mensaje es universal y atemporal, pero dejar todo en los años 50 no contribuye mucho a modernizar y acercarlo al nuevo público, con un poco de intención lo ponen en los 2.000 y cuadra también.

Y no quisiera comparar los números musicales, creo que hay aciertos y desaciertos (en el caso de "Cool" coincido en que es un error grave), ni los interpretes (aunque esta Maria me parezca absolutamente insulsa y sin el atractivo de la Wood).

Tal y como yo lo veo la película es muy, muy notable...si nos olvidamos del original claro.

Abrazos en la escalera de incendios

César Bardés dijo...

Sigo diciendo que la forma de dirigir de Hooper para "Los miserables" fue totalmente desacertada, con un espectáculo que pedía visiones generales y que él acercaba porque quería las reacciones de los personajes por encima del gentío.
Dicho esto, que no es baladí, digo lo contrario con Spielberg. Steven dirige de fábula, coincido contigo. Sus planos son espectaculares, lo hace como nadie. Técnicamente es difícil hallar a alguien mejor, sin embargo, la misma concepción de la película, tomada como intento individual sin llegar a la primera versión, es errónea.
Y es errónea por varios motivos. Lo primero, la introducción de números de baile que están mal concebidos. Una de las virtudes de la partitura de Bernstein es que, por una vez, los números musicales hacen avanzar la historia. En este caso, lo podríamos ver con el "Cool" o con el fuera de sitio "I feel pretty" es todo lo contrario, la ralentizan.
Segundo, los números están mal concebidos porque el coreógrafo es malo. Sí, aquí lo reconozco, me puede la coreografía que hizo Jerome Robbins para la obra y para la película (he visto hasta cuatro versiónes diferentes de la obra y con los consabidos cambios para adecuarlos al escenario, se respetaba la coreografía porque es uno de los puntos más fuertes). Estos números, por muy espectaculares que sean (el espectáculo lo pone Spielberg con su insuperable manejo de los planos y con la inclusión de mucha gente en el baile), son mediocres. Realmente malos, porque no dejan ningún poso. No mueves el pie. No sientes que los músculos quieren unirse a eso tan bonito que están haciendo.
Tercero, los cambios en la historia. Sigo diciendo que no es normal que el personaje de Rita Moreno sea el de una portorriqueña que se ha adaptado perfectamente a través del matrimonio con un americano (qué bonita metáfora podría ser para introducirla en la historia) resulte ser como es y también se queje y tal. Por otro lado, el escenario, todo en ruinas (la idea la saca Spielberg de la primera versión, por cierto, porque los escenarios en los que rueda los bailes en la calle, salvo el puente de la lucha en la que se desencadena la tragedia) se rodó en barrios que ya estaban deshabitados porque se iban a derribar para construir allí el Lincoln Center). Subrayado, subrayado, subrayado. ¿Que contiene aciertos? Sí, la adaptación de Duhamel me parece casi sublime. Me parece muy bien que parte de la pelea que se desencadena en el prólogo no sea por una simple pintada, sino porque se coloca la bandera como mural. ¿El consejo de guerra en los urinarios? Vaya...¿eso es terreno neutral?
Por otro lado, valoras la presentación de una película moderna para los jóvenes. Estoy de acuerdo...¿qué tal si les descubrimos que hay una versión anterior infinitamente mejor? Posiblemente estará peor dirigida (sin estar mal), pero a lo mejor entienden que "Cool" es calma después de una pelea y no porque llevas una pistolita que, en ningún caso, debe salir en una pelea callejera porque, en caso contrario, ya no es una pelea callejera, con el fin de ganar un territorio ni nada de eso. Es la intención de que la sangre corra sin límite. Por eso, en la primera versión, es Chino quien lleva la pistola.
Sin duda, estoy parcialmente de acuerdo en que es una película notable (quitaría el muy). Y, para mí, ni como informador, ni como espectador, lo siento, me puedo olvidar de la primera versión.
Por cierto, estoy de acuerdo, se podría haber echo una versión acercándola al 2000, aunque quizá eso traicionaría el inmenso respeto que siente Spielberg por la primera versión.
Abrazos esta noche.