¿Un tipo que se dedica
a la televisión lleva una doble vida como asesino de la CIA? ¿En serio? Me
estás tomando el pelo. No puede ser. Por mucho que el fulano haya escrito un
libro autobiográfico en el que jure y perjure que ha sido un sicario de los
servicios secretos…eso es una rallada del quince. Posiblemente tanta presión
por mantener el éxito en la pantalla de nuestras casas ha dado como resultado
la mayor ida de olla del mundo mediático. Es posible que así sea porque sería
el primer espía que enseñaba su cara sin ningún disimulo. Yo creo que el tipo
decidió escribir unas falsas memorias sobre sí mismo e introdujo lo de que tuvo
que matar porque fue reclutado por la CIA y blablablá, así se aseguraba la
polémica y, por supuesto, el éxito. Sin faltar el toque Bond, claro. Las chicas
por aquí, las chicas por allá, el enlace que también se enrolla y así uno
siempre se agencia un lugar prominente en las listas de los más vendidos. Y
luego va y llega George Clooney y hace una película sobre el tío. Y, de alguna
manera, te acabas creyendo que esa mente peligrosa trabajó de forma encubierta
cargándose al primero que se ponía por delante. Venga, va, publicidad y a otra
cosa.
El caso es que Chuck
Barris, por sí mismo, era un mentiroso, un mujeriego, un polemista y, lo peor
de todo, un hombre inteligente, lleno de ideas creativas, peligroso en sus
concepciones y definiciones y fabulador a tiempo completo. Creerle es creer en
los milagros. Por mucho que, al principio, el cuento sea cómico y oscuro y,
según se avanza, se convierte en oscuro y cómico. También existen intereses
cruzados que interfieren en el trabajo de Barris pero, de alguna manera, no hay
que tomarse demasiado en serio todo lo que se cuenta. El aludido tiene más
fantasía que una cámara y, en el fondo, todo puede ser más mentira que una
película. Ustedes deciden.
Fantástico el trabajo
de Sam Rockwell bajo la dirección de George Clooney en una película que hubiera
merecido mejor suerte en el momento de su estreno y que ha quedado arrinconada
en alguna estantería polvorienta. Con un estilo seco, cercano a los Coen,
Clooney realiza su primera película como director y sale más que airoso del
envite porque sabe mantener el equilibrio entre la verdad y el embuste con
cierta mirada irónica, tratando de enviar continuamente un mensaje al
espectador sin dejar de prestar atención a la historia de este increíble
presentador, guionista y productor de televisión que decide trabajar para los
servicios secretos. Y quizá todo por dinero, por las chicas, por rodearse de lo
más increíble. Sólo disparar de vez en cuanto y el trabajo está hecho. Y la
televisión, al contrario de lo que piensa, sirve como una tapadera excelente.
Por supuesto, entre tanta tensión, no falta el borde del ataque de ansiedad,
además de una extensa e intensa mirada hacia el interior para comprobar si todo
lo que se cuenta tiene un ápice de sinceridad. ¿Ustedes qué creen?
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