Una de las
características que más ha perseguido a Alan Arkin en el final de su carrera es
que alcanzó cierta fama como el abuelo de las películas, el tipo que tenía
siempre un papel secundario, habitualmente bastante cortante y gracioso,
olvidando que, tras de sí, tenía una carrera muy destacada como primer actor en
películas de todo corte y condición. Se ha ido un gran actor. Versátil, serio,
quizás no muy ambicioso, pero muy seguro, con varias nominaciones a sus espaldas,
con mucho sentido del humor y altísimo nivel artístico. No ha habido muchos
actores como Alan Arkin.
Ya, de momento, después
de una corta experiencia en televisión, aparece en uno de los papeles
protagonistas de esa locura ante la amenaza roja que Norman Jewison rodó con el
título de ¡Que vienen los rusos!, en
el papel del primer oficial del submarino soviético que, de forma algo
accidentada, aparece en las costas estadounidenses.
Consigue arrancar un
escalofrío en la piel del hombre silencioso, impasible, inteligente y
diabólicamente malvado que acosa a una ciega en Sola en la oscuridad. Y casi nadie se acuerda de que ha sido el
otro actor que llegó a interpretar al mítico Inspector Clouseau en la única
ocasión al margen de su rostro habitual bajo los rasgos de Peter Sellers en El rey del peligro, mucho más rebajada
en lo grotesco, pero valorable en sus momentos cómicos.
Consigue una nominación
al Oscar con El corazón es un cazador
solitario y hace frente a las dificultades de la inmigración hispana en Nueva
York con una película tan triste como cómica en Papi. También se hace con el deseado papel del Teniente Yosarian de
Trampa 22, un hombre que no puede más
y que, además, es consciente de que no puede más con el horror de la guerra
dentro de un entorno casi caricaturesco de mandos que sólo pueden dar órdenes
absurdas en un entorno de muerte.
En los setenta consigue
un éxito bastante olvidado hoy en día con Una
extraña pareja de polis e interpreta al Doctor Sigmund Freud asumiendo la
ayudantía del propio Sherlock Holmes en la estupenda Elemental, Doctor Freud. Extraña y fascinante resulta su
emparejamiento con Valerie Perrine en El
mago de Lublin y, a principios de los ochenta, renuncia ya al protagonismo
en los diferentes proyectos en los que interviene aunque eso no implica que
rebajase la calidad de sus interpretaciones. Se refugia en varias
intervenciones televisivas y aparece en papeles secundarios pero enormemente
atractivos como Eduardo Manostijeras,
de Tim Burton; Habana, de Sidney
Pollack y, sobre todo, es un miembro más del excepcional reparto que se junta
para Glengarry Glen Ross. Vuelve a
caer en unos cuantos títulos grisáceos, pero sorprende en la fábula futurista
de Andrew Niccol Gattaca, componiendo
un detective clásico en un entorno de limitaciones genéticas. También está al
lado de John Cusack, Julia Roberts y Catherine Zeta Jones en La pareja del año y consigue el Oscar al
mejor actor secundario con su aparición de abuelo sabio y algo cascarrabias de
la estupenda Pequeña Miss Sunshine.
En los últimos años,
ofrece estupendos trabajos como el productor que se las sabe todas y que
resulta la coartada perfecta para la operación de rescate de Argo, y es la tercera pata para el banco
que completan Al Pacino y Christopher Walken en la aceptable Tipos legales resultando
irremediablemente divertido en la unión de Sylvester Stallone y Robert de Niro
en La gran revancha. Su última
aparición, prometedora pero aún no estrenada, es en The Smack, al lado de Kathy Bates, Casey Affleck y Marisa Tomei en
la piel de un ex convicto que está preparando un nuevo golpe que le permita una
reinserción cómoda en la sociedad.
Su rostro, siempre interesante, reflejó muchas de las inquietudes del hombre moderno y se movió con igual soltura en la comedia, en el drama, en lo perplejo y en lo duradero. Muy cercano a la docencia actoral, sus alumnos le describían como cálido, implicado y muy simpático. Era lo que siempre sabía trascender detrás de una expresión que parecía anclada en lo interesante.
4 comentarios:
Que bueno era Alan Arkin y que gran repaso a su trayectoria en cine.
Aun así no quisiera dejar pasar la oportunidad para comentar una parte de su periplo televisivo que señalas de forma muy sutil con la foto que encabeza el post.
"El metodo Kominsky" es de esas cosas maravillosas que de tarde en tarde te regala está época en la que la caja tonta parece un mostrador de saldos con mil cosas dispersas de muy diferentes tallas y colores y en la que antaño se buceaba en busca de un tesoro escondido. Así es ahora este maremagnum de plataformas en las que te pasas mas tiempo buscando algo que te encaje que en disfrutarlo si lo hallas (cosa casi imposible).
Las dos primeras temporadas de esta serie son sensacionales y la tercera, siendo notable, se resiente mucho de la ausencia del gran Alan.
Así era Arkin superdotado para la comedia de la forma menos histriónica posible, economizando gestos pero dotando de tal efecto veracidad a personajes tan peculiares que generan tanta gracia como simpatía, aun siendo en algunos casos inicialmente rechazables.
Una mirada ladeada, un silencio sonriente, una respuesta seca permaneciendo inmutable, un imperceptible gesto de desprecio generaban tal naturalidad que trasmitían la humorada de una forma mucho más profunda que todos los aspavientos de Jim Carrey juntos.
Las pérdidas son siempre tristes. Cuando llevan tiempo inactivos nos hacen retrotraernos a mágicos recuerdos del pasado. Cuando, como es el caso, han estado hasta hace nada regalándonos experiencia, madurez y buen hacer nos dejan todavía más huérfanos.
Abrazos reclamando una parte de la herencia.
Pues poco se puede añadir a lo que apuntas. Es una descripción espléndida de lo buen actor que era Alan Arkin y, por cierto, siempre he tenido una sensación algo incómoda de que ha sido un actor minusvalorado, no ha tenido mucha publicidad aunque, bien es verdad, creo que tampoco le interesaba ni lo más mínimo.
Un gran actor y, para los que nos gusta al cine, una pérdida irreparable que nunca ha tenido el reconocimiento que merecía.
Abrazos con método.
Me estoy enteranto por ti de esta triste noticia. Y has hecho un resumen maravilloso.
Gracias, Alí. Alan Arkin creo que no se merecía menos.
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