Todo en orden. Se ha
entrado a cometer a un atraco a un banco y han pillado al fulano. Al trullo y
siguiente. El tipo es muy inteligente y cumple condena sin ningún problema.
Quizá las cosas no estuviesen suficientemente planeadas o entró en juego el
factor suerte, que también cuenta cuando se intenta algo así. Sin embargo, una
vez pagada la deuda, el individuo en cuestión tiene otro problema. El banco que
se atrevió a asaltar era de la Mafia. Y van a ir a por él. Así que es la deuda
multiplicada por dos. Aquí se lía todo. Es de esperar, teniendo en cuenta que
el cerebro de todo es el mismo tipo que se cargó a los más altos cargos de esa
misma organización no mucho tiempo atrás.
Esta última referencia
va dirigida a todos aquellos que disfrutaron con A quemarropa, de John Boorman, protagonizada por Lee Marvin. En
esta ocasión, el personaje central es el mismo y se supone que esta película es
una continuación de aquella, basada también en otra novela del gran Donald
Westlake. Sólo que en lugar de Walker como nombre, esta vez se llama Macklin y,
en vez de los rasgos de Lee Marvin, nos encontramos con las expresiones
precisas y muy matizadas de Robert Duvall. Y el asunto funciona. Como si fuera
un mecanismo de relojería estamos ante otra de esas olvidadas películas que es
realmente buena, con un reparto excepcional, que completan nombres de probada
solvencia como Karen Black, Robert Ryan, Richard Jaeckel y Joanna Cassidy y la
obligada visita al cine negro más clásico con la inolvidable Jane Greer de Retorno al pasado, la pérfida Marie
Windsor de Atraco perfecto, o el
omnipresente Elisha Cook Jr. que paseó su cara de psicópata por esta última
también o El halcón maltés, o El sueño eterno. El resultado es una
magnífica historia que da continuidad a ese personaje que vive siempre en el
filo y que trata de huir por todos los medios de esa maldición que es ser
perseguido por la organización criminal que, dio la casualidad, que era la
propietaria de un banco. Todo es una cuestión de dinero.
“Es lo primero que aprendes en la vida. Es muy peligroso hacerse con los enemigos equivocados”. Macklin lo sabe y, a pesar de su aplomo y de su experiencia, trata de deshacerse por todos los medios de su vida anterior. No quiere volver a ser un criminal de medio pelo que tiene que rebañar todas las vasijas para conseguir lo que considera suyo. Ya perdió a su mujer. Ahora también tendrá que perder a su hermano mientras él está entre rejas. Estos criminales van a por todas y no se van a parar en contemplaciones. No sólo quieren su dinero, sino que también quieren impartir una lección para que no haya otros individuos que piensen lo mismo que Macklin, o Walker, o Parker. La voz se correrá y ya no habrá más temerarios que entren y salgan con un botín tan cuantioso. Si les pillas, mala suerte. Habrá que esperar un par de años para que pasen por la justicia de los malos, pero acabarán pasando por ella. Y Macklin es un viejo enemigo de viejas cuentas. El duelo es por todo lo alto.

No hay comentarios:
Publicar un comentario