Cuando
un escritor se enfrenta al papel en blanco, es capaz de comenzar a escribir sus
líneas con sombras propias emboscadas detrás de cada situación. Al fin y al
cabo, está dejando un pedazo de su alma en esas malditas palabras que, en
ocasiones, cuesta tanto elegir. En ellas estarán sus ilusiones, sus esperanzas,
sus frustraciones y también sus venganzas. Golpeará con fuerza las teclas
porque la vida se ha encargado de dejarle bien claro su lugar. Y, al final, sus
experiencias formarán parte de la historia que ha querido contar, aunque no
hayan tenido nada que ver con la trama.
Y, tal vez, la rabia dé
con el punto exacto de la genialidad y del estremecimiento porque los
sentimientos juegan un papel importantísimo en su creación. Intentará poner en
cada una de sus líneas las sombras de su cobardía, o el límite de su
resistencia, o el sentido de sus silencios tan llenos de significado. Morirá
con sus personajes y probará de nuevo el dolor de los abandonos. Y tratará, por
todos los medios, de trasladarlos al lector que deberá ponerse en su piel.
Quizá el escritor sea alguien con algo que decir y muy poco que hacer. Quizá
sea un complot para demostrar la derrota que se superó y llevar a cabo un
último ajuste de cuentas.
A menudo, se mide la
creatividad con el entorno, como si éste fuera capaz de dar muchas respuestas
cuando, en realidad, es muy parco en palabras. La mejor opinión sobre lo más
parecido al arte es aquella que muere con el escritor y resucita con sus
miradas, sus inquietudes, sus inferioridades reconocidas. Puede que haya que
visitar lugares muy sórdidos de su interior para captar toda la dimensión de su
metáfora. En el fondo, el escritor es un urdidor de trampas que sonríe mientras
el lector se acerca para, luego, encerrarlo ante sus propias verdades. Es un
hechicero de las frases. Es un embaucador de oportunidades perdidas.
El director Tom Ford
vuelve a poner al público en situaciones incómodas después de su primer intento
tras las cámaras con Un hombre soltero
y consigue que la sensación sea la de juntar las piezas de un rompecabezas cuya
figura final está muy cerca del vacío. Ford sabe que la gente se equivoca en
decisiones veladas por los deseos ocultos y trata, por todos los medios, de que
el rencor se manifieste con la violencia moral que hiere aún más que cualquier
otra. Amy Adams, como siempre, otorga profundidad a sus intenciones y Jake
Gyllenhaal es el folio de sus explicaciones, formando un dúo de difícil
emparejamiento en el mundo hostil entre la ficción y la realidad. Todos somos
cazadores y eso nos hace fieras muy peligrosas en la fauna de la noche.
Sin embargo, algo
parece fallar en todo el complicado armazón que propone Ford. Ese mundo
despersonalizado que nos describe y que rompe premeditadamente nos deja solos
en medio de la carretera que, posiblemente, sea uno de los lugares más
inhóspitos y rutinarios de nuestro mundo. Y quiere que las lágrimas sepan a
hiel y que la única salida sea abandonarse en medio de un cielo que, a buen
seguro, se llenará pronto de buitres ansiosos. Demasiado para una historia que
nunca tuvo su oportunidad. Demasiado para cualquiera que sepa que un acto de
creación suele ser, por encima de todo, una prueba de amor.
2 comentarios:
Tras unos títulos de crédito "exhuberantes" que invitan a la deserción en masa de la sala o cuando menos al escepticismo, la película echa a andar. Y aunque al final resulta ser más convencional de lo que pintaba me acaba convenciendo. Sobre todo porque es una gozada ver a Amy Adams haciendo lo que sea, hablando con marcianos, con chipirones en su tinta, con dibujos animados o simplemente leyendo y sobresaltándose con lo que lee. Una pedazo de actriz. Me gusta aunque me la saquen pintada como una puerta para simular un personaje de más edad.
A su lado Jake, que ya sabes que es uno de mis chicos favoritos. Él es como bien dices el folio en blanco de la película. Está especializándose en personajes difíciles y ambiguos, algo torturados ("Nightcrawler", "Demolition") y el chico no lo hace nada mal. Creo que tú mismo eras un escéptico en cuanto a Jake pero ya tienes motivos más que suficientes para confiar en él. Michael Shannon también está como suele (aunque la vi doblada y su doblador le hace un flaco favor) y también muy bien el chiquito nominado a los Globos de Oro.
Mucho mejor que "Un hombre soltero" que apenas se tenía en pie gracias al trabajo de Colin Firth. Aquí no sólo son los actores los que brillan sino esta triple historia y ese juego de espejos entre el lector, lo leído y lo sugerido, muy provocativo e interesante.
Abrazos desde la cuneta
Los títulos de crédito yo creo que son más una provocación que otra cosa. A Tom Ford le va la marcha y, la verdad, llegan a ser bastante desagradables. Cierto es lo de Amy Adams y la categoría de gran actriz que tiene. Y Jake ya hace tiempo que me convence mucho más. Y Michael Shannon es un tipo que me convence desde el principio aunque ¿ves? su personaje me parece un poco regular, no está muy bien explicado, por eso digo que en el montaje de Ford algo parece que no encaja del todo muy bien.
Desde luego, es una película mejor que "Un hombre soltero" y el juego de espejos (por cierto, bastante similar a aquella de Paul Haggis "En tercera persona") siempre resulta interesante. Debo decir que, al final, me olía bastante cómo iba a ser el final y que todo está tramado por lo que está tramado.
Abrazos sin coche.
Publicar un comentario