Jacqueline
Bouvier, más conocida como Jackie Kennedy y, posteriormente, como Jackie
Onassis, fue posiblemente la viuda más famosa de la segunda mitad del siglo XX.
Su imagen fue la de la mujer elegante y algo frívola, que no se comprometía en
los acuciantes asuntos de estado que rodeaban a su primer marido, John
Fitzgerald Kennedy. Cuando fue asesinado el 22 de noviembre de 1963, Jackie
intentó quitarse de encima esa imagen para que su marido fuera considerado un
héroe nacional, alguien que dejó huella en apenas dos años y diez meses de
mandato. Para ello, tuvo que ofrecer otra imagen y, además, mirar dentro de sí
misma y distinguir con claridad cuál fue su papel en ese matrimonio.
Por eso, Pablo Larraín,
el director chileno, trata de mostrarnos a una Jackie Kennedy desprovista de
fingimientos, bañada en lágrimas, sujetando la cabeza reventada del Presidente
de los Estados Unidos. Y con un agravante en su conducta. Algo que la condenaba
definitivamente a la peor de las debilidades que puede tener una mujer. Estaba
totalmente enamorada de él. A pesar de sus infidelidades, de sus travesías en
el desierto expuesto a las tentaciones del diablo, de su dinero infinito, John
Kennedy compartió con ella muchas cosas, muchas desgracias y muchos sueños. Y,
precisamente, cuando esos sueños estaban haciéndose realidad alguien le metió
una bala en la cabeza y todo se derrumbó. Y ella tenía que aparecer como la
viuda doliente pero no desconsolada, como la mujer fuerte que tenía que tirar
hacia adelante a pesar de que era algo totalmente desconocido para ella, como
la madre que amaba a sus hijos y quería protegerlos y, sobre todo, como la
persona que mejor había conocido a Kennedy y que tenía que hacer todo lo
posible para que algo de su legado perdurase en el tiempo.
Algo se oponía en esa
dura misión. La misma maquinaria del poder borra sus mitos con tanta rapidez
que apenas nadie se acuerda del muerto a no ser que haya hecho algo imborrable.
Y la cercanía de la Historia impide juzgar con claridad si John Kennedy hizo
algo realmente bueno para el pueblo de los Estados Unidos. El tiempo nos ha
dado la capacidad de juzgar con algo más de imparcialidad y hoy sabemos que
podría haber sido un bonito sueño pero que, en realidad, no sabemos si hubiera
podido cambiar las cosas, o si hubiera mantenido sus intenciones, o si hubiera
seguido siendo el Presidente más carismático de la época. Hoy solo tenemos la
visión de algo indeterminado que se inclina hacia la leyenda para los
adoradores de mitos y hacia la decepción para los eternos descreídos.
Por eso, Larraín nos
enseña a una Jackie desnuda, sin engaños, controladora en sus declaraciones y
sola en sus decisiones y, para ello, cuenta con una actriz de enorme categoría
que tiene que hacerse cargo de un papel extremadamente difícil como Natalie
Portman. Ella se echa la película a sus espaldas y trata de transmitir las
sensaciones de una mujer, nada menos. Solo una mujer. Sin sus modelos de la
época. Sin sus tentaciones de lujo e imagen. Solo una mujer que vivió un sueño
y murió un poco en la tragedia y que, sobre todo, tuvo miedo al futuro, al
olvido y a no saber lidiar con todo lo que significaba el nombre de John
Kennedy. Ella hace el retrato en rojo de una dama que tuvo que sobreponerse a
unas circunstancias mastodónticas y, por supuesto, como todas las mujeres,
consiguió superar todas y cada una de las pruebas que se le pusieron por
delante. Incluso el dolor inmenso de perder a alguien a quien se ha amado con
todas sus fuerzas.
5 comentarios:
Por lo que llevaba de oídas y por tratarse de una película de Larrain me esperaba algo menos convencional. Había leído que era un biopic atípico en el que el director innovaba y arriesgaba, pero no me parece que innove y arriesgue menos que en "Neruda", por ejemplo. Alto, eso no quiere decir que la película me parezca mala ni mucho menos; de hecho me parece que el guión es muy bueno y debería estar luchando el domingo por el muñequito dorado ese. Me parece maravilloso ese retrato poliédrico que se hace de Jackie a través de los múltiples encuentros que se producen. Muy revelador el encuentro con el sacerdote que oficia el funeral, y muy emotivo el papel de John Hurt con las cosas que dice sobre la vida y la muerte. Pone la piel de gallina (me acordé del Alan Rickman de "Espías desde el cielo", otro elegante adiós).
Es el retrato de una mujer fría, rota por el dolor pero a la vez calculando como dañar lo menos posible su imagen y la del legado de su marido. Hay detalles maravillosos que se alejan del tópico, la metáfora de Camelot o la de los maniquís. Lo del otro CB evidentemente es una boutade, pero la primera vez que ves en pantalla a Natalie Portman, no crees que es ella. No sólo es el maquillaje ni el pelucón, son sus gestos, su manera de hablar (muy bien lo tiene que haber hecho la dobladora). Sencillamente, lo borda. Yo este año voy mucho con Huppert y su manera de reírse y autoparodiar el tipo de personaje que ella misma ha creado a lo largo de los años y de las películas, pero no me molestaría tampoco que ganase Portman. Ganará Emma, y tampoco me molesta.
Abrazos destronados
PD: "que arriesge MAS"
Vaya día llevo
Yo creo que Larraín intenta mostrar a la mujer así, tal cual es, desnuda, sin las apariencias que marcaron toda su vida y me parece un punto de vista original. Bien es verdad que Larraín no está a muchas zarandajas de que las cosas le cuadren demasiado. Los planos del coche corriendo al hospital con Kennedy en el regazo de ella obvian el hecho de que Connally, gobernador de Tejas iba en el asiento delantero y ponen a uno del Servicio Secreto con la pistola desenfundada o, por ejemplo, no me creo para nada que ella intentara entrar en la sala de la autopsia. Lo cierto es que ella es una actriz maravillosa, estupenda y muy grande. Tiene mucho tiempo todavía para demostrar todo lo que vale y su voz es que es la voz de Jackie, esa impostura es la que tenía realmente el personaje. Estoy de acuerdo también en lo maravilloso que está John Hurt como ese sacerdote que la escucha y dice cosas realmente estremecedoras.
En lo que no estoy nada de acuerdo es en señalar que lo de Camelot se aleja del tópico. Es algo que se ha dicho siempre sobre la presidencia Kennedy, de hecho, en "JFK" hay una conversación entre Edward Grant y Jack Lemmon en la que el primero coge un vaso de whisky y brinda con Lemmon y luego tira con desprecio su contenido y dice una frase muy descriptiva: "Camelot hecho pedazos". Lo de los maniquís ya es otra cosa.
En cuanto a la creación de Portman para acercarse al personaje es muy bueno su acercamiento aunque, sinceramente, la Portman me parece una mujer veinte veces más atractiva que Jackie que también lo era, sobre todo para los cánones de belleza de finales de los cincuenta y principios de los sesenta. Me choca un poco el retrato de Bobby Kennedy, algo parado, sin capacidad de mucha reacción, aunque tiene esa escena estupenda en la que manda sentarse al Presidente Johnson. Bobby Kennedy era un tío muy inteligente y Peter Sarsgard vuelve a no mostrarme profundidad de campo, ni empaque. Steven Culp lo hizo muy bien en "Trece días" y creo que consigue acercarse más a un tipo que sabía por dónde venían los tiros (nunca mejor dicho) antes de que se produjeran.
Yo creo que ganará Emma, sí. Mañana, los pronósticos.
Abrazos en rojo.
En cualquier caso, he de decir que Pablo Larrain me parece un chico cada vez más interesante. Desde las primeras películas que eran horrorosas hasta esto hay un abismo. Sobre todo a partir de "No" (también allí utilizó como aquí el recurso de las falsas imágenes de archivo que en "Jackie" funciona muy bien") y "El club", una película tenebrosa como pocas, por lo que cuenta y por cómo lo cuenta. A partir de aquí veremos. Me gusta que no sea un encargo al uso, y que no haya hecho la típica hagiografía para dejar a los americanos contentos con su mito. Porque mucha gente saldrá decepcionada de ver esto, pues entrará a ver una cosa y se encontrará con que lo que le ofrecen es otra cosa. Es más, sospecho que si se hubiese hecho de otra forma, la peli hubiese rascado alguna nominación más, y hasta es posible que con el "efecto Trump" como replica la Portman se hubiese llevado el Oscar de calle.
A mí me cantó un poco más que la actuación el personaje de Bobby Kennedy. Y eso que Sarsgard tampoco me parece tan mal actor, aunque desde luego me gusta más su mujer y sobre todo su cuñado.
Abrazos presidenciales
Es cierto que la evolución de Larraín parece interesante, vamos a ver cuánto se deja tentar por la maquinaria de Hollywood. Es verdad que no es la típica hagiografía pero dudo mucho que de ser al uso tuviera más nominaciones debido al efecto Trump (un presidente en las antípodas de lo que fue John Kennedy, que posiblemente lo desprecia y eso suponiendo que sepa quién fue). Entre otras cosas no sería muy de recibo presentar a Jackie como una mujer "de estado" porque no tomaba ese tipo de decisiones y John Kennedy no la consultaba nada más allá de cuestiones estrictas de protocolo. Su imagen era el de una mujer tremendamente frívola (probablemente dado por el entorno del que venía) y Larraín acierta mucho presentando a una tía que lo era (recordemos que cuando deja la Casa Blanca, rota por el dolor y demás no puede evitar dejar de mirar una carísima tienda de modas) y que, sin embargo, tuvo que tomar decisiones de repente y, no solo eso, demostrar que sabía tomarlas lo cual es aún más difícil. Es bastante imposible dar la imagen de Jackie como una heroína, como una mujer de empuje...no lo era. Lo que demostró es que supo sufrir y supo tomar las riendas en un momento en que se corría el peligro de que la figura de John Kennedy no fuera más que una anécdota en la Historia.
Abrazos en la limusina.
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