Todos
llevamos un móvil en el bolsillo al que miramos, como mínimo, un par de cientos
de veces al día. La necesidad de ser alguien nos lleva a introducirnos en las
más variadas redes sociales para relatar cómo nos hemos lavado los dientes, de
qué humor estamos, o el más nimio de los actos diarios. Tal vez porque así
creemos que esos actos, lejos de ser nimios, son diferentes, lo cual puede que
nos haga diferentes a todos. Compartir nuestras experiencias, sean cuales sean,
ha dejado de ser algo íntimo y privado. También hay muchas ganas de saber qué
es lo que hacen los demás para caer en el viejo, viejísimo pecado de la
comparación.
Las tecnologías
evolucionan y puede que eso, en un futuro no muy lejano, se convierta en una
temible red de vigilancia amparada por las ya algo repetitivas voces de
democracia a toda costa, del derecho de saber lo que hacen los demás, sin
reparar en el derecho que todos tenemos a nuestra privacidad o, lo que es aún
más importante, en el deseo de resguardarla. Caemos en la trampa como peces de
un bancal y estamos ansiosos por saber el minuto a minuto de los demás, a la
vez que, de forma incomprensible, vamos relatando nuestros movimientos para que
todo el mundo sepa, y lo sepa cien veces, que usamos unos zapatos que serían la
envidia de cualquiera y que nuestra colección de música es la caña, lo cual nos
convierte en seres interesantísimos, sapientísimos y potentísimos. No como el
resto de los mortales.
Imaginemos que toda esa
conexión que se ha establecido acudiendo a nuestras vanidades más escondidas,
se convierte en algo real, en algo que va degenerando hasta la obligatoriedad
del voto (no lo olvidemos, bajo el amparo de que eso es la verdadera
democracia) o la presión de colaborar en las actividades más democráticas
posibles, como es, por ejemplo, el ocio; o de paliar la amargura a través de
terapias de grupo; o de compartir copas y música por el mero hecho de que los
demás son semejantes a ti. Así, sin darnos cuenta, cada vez que encendemos la
pantalla de nuestro ordenador, estamos dando paso a la peor de las dictaduras,
al asesinato de la libertad bajo la máscara de la unión democrática, a la
pérdida de lo que verdaderamente nos hace a todos diferentes que es nuestro
libre albedrío.
Interesantes cuestiones
son las que plantea El círculo,
aunque llevadas a cabo con más torpeza que interés. Uno de los fallos más
garrafales consiste en hacer que toda la historia descanse sobre los hombros de
Emma Watson, una mujer de cierto encanto que todavía le falta mucho para ser
buena actriz y que aquí se desata con un festival de gestos que no hacen más
que evidenciar su falta de seguridad y su escaso repertorio. Más allá de eso,
la película no acaba de tener suficiente tirón para dejar al espectador clavado
en su butaca, como pretende. El desenlace no tiene fuerza y hay personajes que
pasan de una actitud a otra como por arte de magia sin dar mayores
explicaciones. Y es que no es fácil tratar de una más que posible teoría de la
conspiración sin saltarse algunas reglas elementales de la narración y de la
lógica. Y aún más cuando los límites de la vigilancia se están diluyendo de
forma alarmante y premonitoria. No dejemos que la tecnología se democratice
tanto. Seguro que a nadie le interesa qué es lo que llevo ahora puesto. Y les
aseguro que tampoco me interesa lo que llevan ustedes.
6 comentarios:
Que joyas nos pones cada semana,seguid siempre asi ,con tanta pasion por el cine que amamos.Aqui un amigo ,desde Chile.
Muchas gracias por tus palabras, Leonardo, no sabes cuánto animan a seguir. Y todo un honor que te hayas fijado en mí desde Chile. Un saludo.
Pues si que parecía material interesante y también (otra vez más) parece desaprovechado. ¿No piensas que últimamente comentamos mucho lo de las grandes ideas que no terminan de desarrollarse adecuadamente en el cine. Será cosa de las prisas y no dedicarle el tiempo necesario para dar mayor vigor al desarrollo narrativo o el conformismo que se basta con coger una gran idea inicial y luego no dejarse los cuernos en buscar un poco más allá.
Esta no fui a verla, si fui ayer (por fin) a ver "Guardianes de la Galaxia vol. 2" y he de decir que aquella bastante aceptable primera película ha devenido en una muy prescindible segunda parte. No sé si la viste tu finalmente, pero muy decepcionante.
Abrazos escrutados.
Muy desaprovechado, mal realizado, con un desenlace que pretende poner las cosas en su sitio y resulta flojo y bastante poco creíble. En realidad, la cosa es un poco en la línea de "La tapadera", de Pollack solo que trasladándolo todo al mundo tecnológico y a la seguridad de que todos los avances en ese área, no son para hacernos la vida más fácil, sino para ser más observados /vigilados. Y lo de Emma Watson...tiene que madurar mucho para llegar a ser algo parecido a una actriz. Esta chica, ahora misma, cree que actuar es un poner un montoncito de caras, a cada cual más adorable.
En cuanto a "Guardianes de la galaxia", no, no la vi. La primera me gustó aunque no me emocionó de forma indeleble. Estaba bien, divertida...lo que más me gustó, casi, es que se alejaba de la fórmula habitual de los super- héroes. En esta ocasión, envié de avanzadilla a mi vástago, muy fan de la primera parte, y volvió diciendo que era bastante decepcionante, sobre todo porque los componentes del grupo se separaban durante buena parte del metraje y dejaban de tener gracia precisamente en lo que más lo tenían: el equipo, la unión entre unos cuantos tipos bastante tiraos.
Abrazos desde la red.
Pues tu vástago acertó plenamente, no sólo el grupo se disgrega una buena parte del metraje, sino que aquella humorada que supuso la primera en la que jugaban a reírse de clichés y a soltar gracietas en los momentos más inoportunos ha derivado aquí en coger 4 chistes y repetirlos varias veces a lo largo del metraje, eso que podría ser un buen recurso para buscar la complicidad del espectador aquí se aprovecha mal y se convierte en algo cansino. Por otra parte hay una gran dosis de momentos sentimentaloides que no aparecían en la primera y que aquí rompen el ritmo (que tampoco es tan frenético como en la original) de manera desesperante.Y por último, el villano..."muy poca chicha" decía mi crío que tenía y razón no le faltaba, ni tiene fuerza ni provoca temor por muy poderoso que sea...En fin, alguna escena con cierto atractivo ( no muchas), alguna gracia realmente simpática, y....(iba a decir, poco más)...nada más.
Abrazos enredados
Entonces ya me has convencido para dejarla para un pase televisivo que, a buen seguro, me tendré que tragar sí o sí porque, aunque mi vástago haya acertado con su valoración, seguro que quiere que la vea en el momento en que la pongan en la caja tonta. Guardo tu opinión para cuando me sea útil, sobre todo cuando él me insista en que tengo que verla.
Abrazos abrazos abrazos abrazos...
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