Cuando
crees que la ficción ha llegado a su punto más álgido, también llamado emoción,
te das cuenta de que la vida es la que realmente domina todo y que se puede
encontrar esa emoción en cualquier rincón, en cualquier mirada, en cualquier
reproche, en cualquier palabra dicha a tiempo. Es difícil llegar a esa
conclusión porque, al fin y al cabo, la vida manda y es posible que lo que más
deseas nunca llegue a ser tuyo. Por una razón o por otra. Aunque, quizá, lo más
probable es que sea el destino.
En cualquier caso,
cuando solo se ven fealdades y desgracias, la gente solo quiere un rato de
evasión que sea capaz de recordarles que la vida puede ser mejor, más ideal,
más épica, más útil. Uno no se puede rodear solo de bombardeos, muertes sin
sentido, accidentes estúpidos o desengaños nacidos de la debilidad. Hay que
soñar que se es fuerte, que hay heroísmo en cada uno de los actos que se
realizan, que, a pesar de todo, hay hermosura en esa maldición, en ese acto
aislado, en ese momento de intimidad en el que alguien susurra con la mirada
palabras que nunca deben ser dichas. Es el cine. Es la realidad.
Y en medio de todo
ello, una chica trata de luchar y de salir adelante en un oficio dominado por
hombres. Y demuestra que vale más que cualquiera de ellos en cualquier
situación. Al lado de un tipo que atempera su carácter a la luz de la luna, o
dando indicaciones certeras a un viejo actor que ya está de vuelta y que, cada
vez, encuentra menos estímulos en seguir adelante, o demostrando que la razón
está por encima de todo a algunas miradas escépticas. La verdad está ahí
delante, en papeles en blanco deseando ser mancillados con las palabras
tornadas en discursos, con las frases de rutina extraídas hacia el heroísmo,
con la certeza de que todos, alguna vez, hemos hecho algo digno de mención. Y
si no, que se lo pregunten a las lágrimas.
Lone Scherfig ya dio
muestras de su enorme talento de mujer en An
education presentándonos a Carey Mulligan como una actriz capaz de sacar
adelante cualquier papel. Aquí, vuelve a dar en la diana con esta recreación
del cine británico en medio de la Segunda Guerra Mundial y acariciando con la
cámara este retrato de mujer valiente, sensible y con talento, que, rodeada de
toda la farándula, destaca por derecho propio sabiendo lo que desea el público.
Nada fácil para una guionista que trabaja por dos libras y media a la semana.
Nada fácil para una mujer.
Gemma Arterton consigue
sacar adelante un papel complejo para un personaje que funciona
maravillosamente bien como hilo conductor entre la tragedia y la comedia
mientras que Bill Nighy resulta creíble como ese actor de gloria pasada y
futuro marchito que trata de aprovechar sus últimas oportunidades para estar un
minuto más en la cima. La película es inteligente, está bien engrasada en sus
oscilaciones y se mueve con habilidad entre la ambientación de los años
cuarenta y la espléndida banda sonora de Rachel Portman. Así que desempolven
sus emociones y vuelvan al cine, al más auténtico, al más gozoso. Una chica nos
lo trae con las hojas bien mecanografiadas y la cámara sobria que merece la
ocasión. Es buen gusto por los cuatro costados.
2 comentarios:
Desde luego adoro una película como "An education" y estoy dispuesto a darle una oportunidad a esta nueva película de su director. Es más te diría, por ponerme incluso exquisito, que "Italiano para principiantes" me pareció en su día de lo único rescatable de aquella cosa tan frustrante llamada "Dogma".
Abrazos dogmáticos
Es una excelente película. Por supuesto, los feministas recalcitrantes que tanto se les llena la boca con gilipolleces varias, no han dicho ni palabra sobre esta historia que resulta una reivindicación del feminismo llena de elegancia, de saber contar, con muchos momentos divertidos y otros arrebatadoramente trágicos. Quizá no sea mejor película que "An education" pero te diré algo. Quizá por el tema que trata, que siento mucho más cercano a mí, me gusta más esta película. El resto es silencio.
Abrazos bajo las bombas.
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