Si queréis escuchar lo que hablamos en "La gran evasión" de Radiópolis Sevilla acerca de "Taxi Driver", de Martin Scorsese, lo podéis hacer aquí.
El polvo en suspensión
del desierto te agarra la garganta y va construyendo lentamente su carretera de
lija seca. Una pierna rota es un inconveniente y hay que hacer todo lo posible
por sobrevivir. Y no es fácil cuando a tu alrededor has tenido a una mujer tan
hermosa que llega a doler y a un supuesto amigo que quiere quedarse con tu
dolor. Un día de caza, un accidente inoportuno, te abandonan y dicen que van a
buscar ayuda. Y esa ayuda no viene nunca. El agua es escasa. El alimento aún
más. El sol es implacable. Y el desierto, con sus rocas que miran como columnas
de tiempo y su arena pegajosa, puede ser tu tumba adornada con buitres. La
imaginación se pone a trabajar y hay que salir de allí con el ingenio como la
mejor arma. Descender un pequeño barranco es una tarea de titanes para quien
tiene una pierna rota. Cuero en las manos heridas, una pistola con cuatro balas
mal contadas y el sol, maldita esfera ardiente, que no deja de golpear y de
insistir para que sepas que él está allí, con su enorme ojo amarillo, esperando
tu muerte.
Esto debe ser algo muy
parecido al infierno por mucho que una mina abandonada sirva para darte algo de
madera a modo de muleta. Se trata de escapar del diablo y llegar a la
civilización y entonces dar su merecido a esa chica que arrebata los sentidos y
a ese guaperas fracasado que se frota las manos al tener a su alcance la
belleza y el dinero. Ah, sí, ése es un pequeño detalle. Eres millonario y por
eso nadie te quiere. Solo fingen. Solo esperan. Como tú en ese promontorio de
rocas impasibles que a cada minuto te espetan en la cara que no tienes nada que
hacer. La carretera está lejos. Las nubes ni siquiera existen. El agua se va
acabando a no ser que utilices el cerebro. Te arrastras para llegar a ninguna
parte porque lo que se ve desde ahí es que estás justo en medio de la amplitud
más desoladora. Incluso tienes que esconderte cuando te buscan porque sabes que
vienen al remate, a asegurarse de que no quede nada de ti, ni siquiera tus
huesos.
Robert Ryan luchó
contra el destino en esta película que habla sobre el deseo de vivir y la
ambición. Concebida como una película rodada en tres dimensiones, la voluntad
de ese millonario que incorpora Ryan se erige en auténtica protagonista sin más
decorado que un brutal y silencioso desierto. Y tal vez todo acabe en una
hoguera de vanidades sin realizar y en un castigo de indiferencia. Algo que
duele más que abandonar a alguien herido en medio del desierto.
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