Cuando una ciudad
enseña sus luces nocturnas, es como si abriera las puertas de sus recovecos más
secretos para que entren nuevas conspiraciones a media voz, nuevos sueños de
media mesa, nuevas esperanzas para un día que no debería llegar. La noche
debería permanecer así siempre. Insólita y hermosa, llena de luces cálidas y
piedras melladas por el tiempo. Y es casi un pecado admitir que la belleza
tiene un lado oscuro por el que se mueven armas, venganzas, frustraciones y
ensoñaciones. Todo eso son cosas efímeras, sin importancia. Con tan poca
importancia como la vida de un par de sicarios que han metido la gamba hasta el
fondo con su último trabajo. Tienen que esconderse en Brujas porque el jefe se
lo ha ordenado. Y, a pesar de que son hombres sin corazón, algo se les mueve
por el interior que ellos mismos pretenden que, de vez en cuando, salga a la
luz.
Y es que una cosa es
ser un asesino y otra ser mala persona. ¿Por qué no se le va a brindar a un
tipo que está condenado el placer de la visión de una ciudad preciosa? Es lo
mínimo. Al menos, que lo último que vea el fulano sea algo extraordinario. Es
esencial que la gente se marche contenta de este mundo. No vale solo un disparo
entre ceja y ceja y ya está, todo se tiñe de rojo y la vida se escapa. Hay que
darle un último sabor a la bala que lleva tu nombre. Y no digamos si hay que
subir al campanario. Sí, ése que resulta que si está cerrado, está cerrado y no
se hable más. Desde luego, Brujas es una ciudad llena de hechizos. Tanto es así
que uno puede evitar el suicidio de alguien justo en el momento en que estás
pensando en meterle una bala en la nuca.
Así, en medio de esas
calles empedradas, plenas de humedad e historias, nos topamos con rodajes de
películas, chicas, enanos vestidos de colegial, respetos inesperados que parten
de asesinos profesionales, vistas impresionantes desde lo alto y lo bajo, la
noche herida por la luz de una ciudad insustituible y la certeza de que, a lo
mejor, en algún lugar del alma, nace el deseo de ayudar a alguien que no merece
morir. Es una simple cuestión de ética entre malvados de oficio. Es el otro
lado de los facinerosos que se dedican a lo innombrable. No vale solo el
negocio, también hay que demostrar un par de dosis de honestidad.
Sorprendente y con un
delicado equilibrio entre la perplejidad y la crueldad, Escondidos en Brujas enseña las brillantes interpretaciones de
Brendan Gleeson y Ralph Fiennes para tapar sus colmillos bien afilados. Más
atrás se halla Colin Farrell, perdido entre gestos de extravío y encrucijada,
luchando con su verdadera naturaleza de actor de recursos limitados. Todos
ellos dirigidos por Martin McDonagh, un tipo que consigue, de forma casi
mágica, hacer que nos sintamos bien mientras seguimos la pista a dos asesinos
que, en manos de cualquier otro, serían los malos o los torpes de la película.
4 comentarios:
la verdad es que en su momento me sorprendió mucho esta película que creo que tiene un guión notable y aporta mucho humanismo en un mundo que en teoría debe carecer de él. Esa es la jugada de un película que disfruta siendo pequeña, bueno esa y Brujas, aunque he de decir que por mucho que la película reivindique la ciudad se queda muy corta en la magia que desprende en realidad la localidad belga.
estoy muy de acuerdo en que lo más grande (no sólo fisicamente) del film es Brendan Gleeson, también Fiennes está a buena altura y Firth, bueno, lo de Collin es un misterio porque a mi me parecía que era de lo mejor de su generación y se quedó muy cortito, apegado a unos tics cada vez más repetidos y sin explotar nunca de forma definitiva.
Hay grandes escenas, la del suicidio es genial, aunque también creo que hay alguna cosa que sobra bastante, el tema del enano, por ejemplo. Y me parece que la persecución por los canales se queda algo cortita y ahí si que se desperdicia parte del gran escenario que tenían a mano.
Con todo una pequeña película muy recomendable...y sorprendentemente muy humana.
Abrazos desde el confesionario
Es cierto que es una película sorprendente, con un tono general que atrapa, como si ninguna de las reacciones de los protagonistas cuadraran demasiado con el ambiente en el que se mueven. Ya, de hecho, mandar a dos matones de turismo a Brujas es bastante chocante.
Es posible que se quede en poco lo que muestra de Brujas (nunca he estado) pero hay que reconocer que está soberbiamente fotografiada, especialmente en lo que se refiere a sus escenas nocturnas. Gleeson lleva literalmente la película y hay que reconocer que la película muere un poco si no está él en escena. Sus reacciones, sus pensamientos, su forma de actuar, esas ganas de dejar de hacer el mal para hacer un poco el bien, es un bombón de personaje y de actor.
También de acuerdo en que hay escenas estupendas y también totalmente de acuerdo en que lo del enano es algo bastante absurdo, que rompe un poco con el tono general por lo ingenuamente que está introducido. Cierto lo de la persecución, a la que podría haberse sacado más jugo (algo que, por ejemplo, se exprime a conciencia en Venecia con "The italian job", versión moderna).
Sorprendente y, desde luego, muy salvable a pesar de sus defectos. Ninguno de ellos empaña el resultado final.
Abrazos con una cerveza en la mano.
Curiosamente no hace ni quince días que la revisé. Os tengo que decir que habrá que seguir la pista muy de cerca a este McDonagh, ya que si bien su siguiente película, "Siete psicópatas" me pareció algo irregular, tuve oportunidad de ver la última en el marco del reciente festival de San Sebastián, y desde luego es de esas que no hay que perderse. "Tres anuncios en las afueras de Ebbing, Missouri", llega con el aval de su guión premiado en Venecia y es también una película algo extraña en su concepción porque lees la sinopsis y te piensas que estás ante un dramón de aúpa pero después te partes de risa. Confirma desde luego la habilidad de McDonagh como director para mezclar géneros y como guionista para montar historias. Ah y no me extrañaría nada ver en febrero a la McDormand con el segundo Oscar de su carrera en la mano, y al extraordinario Sam Rockwell con el primero.
En cuanto a la de Brujas estoy totalmente de acuerdo con lo que decís. Es una película que genera desconcierto porque no sabes lo que puede ocurrir en el siguiente giro de guión, y en este sentido me parece que lo del episodio del enano tiene cierta coherencia. Grande Gleeson, y Farrell tampoco está tan mal, oye.
Abrazos desde el campanario
Cierto que este McDonagh está ofreciendo un tipo de cine bastante distinto, mezclando géneros y siempre dejando un regusto de que, en realidad, has visto una comedia (generalmente, muy negra). Arriesgada es la apuesta que haces con los Oscars aunque bien es verdad que ya tuvo un cortometraje nominado al Oscar, titulado "Six shooters" (algo así como la precursora de "Siete psicópatas").
Lo del enano puede tener coherencia, pero rompe bastante con lo que se había visto hasta el momento. Hay que tener mucho cuidado con los giros de guión (se pueden dar los que se quieran) porque hay veces que se te va el giro y se convierte en un tío vivo y con lo del enano está a punto de que se vaya la palanca.
Lo de Farrell es que lo he dicho muchas veces. Prometía mucho en "Tigerland" que aún sigo creyendo que es su mejor trabajo, pero es que luego ha repetido una y otra vez sus tics, sus registros, sus gestos y sus personajes de medio plano. Apuesto a que ya es muy difícil ir a ver con una película en la que salga él y no ir con la idea predispuesta de lo que te va a ofrecer. Un buen giro de guión sería que le ofrecieran ser el próximo Bond.
Abrazos desde los recovecos.
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