Hay vías que se juntan
con otras para, luego, separarse. Hay vidas que se juntan con otras para,
luego, separarse. Quizá desde el primer momento saben que no van a llegar a
ninguna parte, que no hay ninguna estación término. Pero deciden vivir el
momento porque es muy posible que no se vuelva a repetir. El amor está ahí,
instalándose silencioso, como un visitante sin invitación, como un añadido a la
rutina. Y las estaciones de tren se asemejan a la mejor entrada para probar lo
que es la auténtica pasión. Puede que breve, puede que insignificante, pero
absolutamente necesaria.
Y es que se trata de
aprovechar al máximo los momentos que se pueden pasar juntos. No importa si
esos momentos transcurren inocentemente, en un café cualquiera, tomando algo y
dejando que la conversación sea el instrumento de conquista. Tampoco importa si
pasan desnudos en alguna habitación prestada por un amigo discreto. Lo
verdaderamente importante es que ese tiempo, único, irrepetible, pleno, se ha
pasado con esa otra persona que apareció inesperadamente y se ha convertido en
la única razón por la que seguir. Y no es que tengan una vida horrible y
busquen la consabida vía de escape. Es que, sencillamente, el amor les ha
tocado con sus mágicas alas y ha transformado sus vidas por completo. Tanto es
así que, cuando deciden no volver a verse, se sienten privilegiados porque han
probado el amor de verdad, el que muy pocas personas llegan a probar en su
existencia. Y, para siempre y desde siempre, cada vez que vean una estación les dará un vuelco en el interior, recordando al único hombre o a la única
mujer que les hizo realmente vivir.
A partir de esta
película, todas las historias de amor han sido breves encuentros. Con sus
variaciones, sus peculiaridades y sus múltiples ambientes, el amor en el cine
ha sido una repetición de este retrato apasionado de algo que debería ser
normal y que, también, deberían probar todos los seres humanos. Se trata del
amor más arrebatado, del que se tiene plena certeza que no se va a volver a
repetir, del que perdura a través de los años sin importar la presencia del
otro. Esos dos personajes interpretados por Trevor Howard y Celia Johnson jamás
volverán a verse y, sin embargo, por algún arte desconocido, se volverán a ver
todos los días.
Todos los días son
breves encuentros. Todas las horas son el recordatorio de que nada es casual y
que la realidad, a veces, también brinda oportunidades que no se deben dejar
pasar. Todos los minutos son demasiado breves como para agarrar con fuerza los momentos
de plenitud que plantea el amor. Todos los segundos son los que se convierten
en eternidad cuando tus ojos ya no están delante. Breve encuentro. Breve.
Encuentro.
5 comentarios:
Hola,
Un filme maravilloso del gran maestro inglés, Cesar. Se le suele recordar sobre todo por sus grandes producciones norteamericanas, pero su etapa inglesa es deliciosa. De los más grandes.
Saludos.
Sí, era uno de los más grandes. De su etapa inglesa me quedo con esta historia, sobre todo por ese barniz tan triste que tiene. De su etapa de superproducciones, yo soy tanto de "El puente sobre el río Kwai" como de "Lawrence de Arabia".
Saludos.
Quizá "Antes del amanecer" suponga algo parecido. La despedida para subir al tren, separándose, tiene esa intensidad. Quiero pensar que yo no me hubiera ido.
Hermoso film Mucho mejor que la torpe remake de Meryl Streep
Partiendo de la base de que yo creo que todas las películas de amor desde "Breve encuentro" son "Breve encuentro", no creo yo que el remake de MEryl Streep y Robert de Niro sea tan torpe, aunque, indudablemente, es peor. En cualquier caso, gracias por tu comentario.
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