Charlie Arglist es un
abogado de medio pelo que trabaja para un mafioso local de Wichita, Kansas.
Quizá llegue un momento en la vida de todo hombre en el que se está harto de
tantas humillaciones o de lavar los trapos sucios de otros y Charlie decide
cobrarse los honorarios por tantos servicios. Dos millones de dólares no están
nada mal si se quiere comenzar una nueva vida lejos de Wichita. De paso, tal
vez, se puede ligar a ese pedazo de mujer que se llama Renata y que regenta el
club de striptease con más clase de la ciudad. Lo malo es que Charlie tiene que
asociarse con Vic Cavanaugh, un sicario del mafioso y ahí las cosas comienzan a
torcerse. Más que nada porque Charlie no es un hombre de acción. A él le van
los papeles, las demandas, las peticiones al juez o los procedimientos de habeas corpus, pero no le pongas un arma
en la mano, no va a saber utilizarla.
Así que aquella noche
de Navidad congelada va a estar jalonada de sorpresas, una detrás de otra. Dos
millones de dólares son un buen reclamo para todo aquel que quiera dejar
Wichita que, en realidad, es una ciudad en medio de la nada. Los moscones
comienzan a volar alrededor de la presa y Charlie va a tener que tomar
determinaciones drásticas si quiere disfrutar del dinero. El mafioso está fuera
de la ciudad, pasando la Navidad en familia así que, con suerte, se enterará
del fraude a la vuelta. Sin embargo, hay un tipo por ahí haciendo preguntas que
pueden ser de rutina o pueden ser de caza. Lo cierto es que Charlie va
recolectando su cosecha de hielo en una noche con muchos grados bajo cero. Y,
sí, tendrá que coger un arma y comenzar a quitarse obstáculos de en medio. Va a
ser una Navidad gloriosa, difícil de olvidar. Y ya se sabe que cuando Wichita
cae, lo hace con más fuerza que las cascadas de Wichita. Charlie va a descender
por los rápidos más crueles hacia el infierno helador. Y, por supuesto, perderá
su alma al precio de dos millones de dólares.
Harold Ramis dirigió
con cierto estilo esta historia de fraudes y asesinatos, con algún que otro
toque de humor, pero siempre moviéndose dentro del clasicismo del género negro
y con un reparto muy competente. Al frente, John Cusack, dando carne y entidad
a un personaje que se antoja ridículo y, a la vez, decidido. Justo detrás, a la
derecha, Billy Bob Thornton, ambiguo y retorcido dando siempre un rostro de
opaca sinceridad. El encanto lo pone Connie Nielsen que sustituyó a última hora
a Monica Bellucci. Y el hielo es de verdad, en Kansas, a través de orificios de
bala en baúles imposibles, de muelles cochambrosos que se derrumban con facilidad, de facinerosos
de inteligencia muy limitada y de tentaciones que se hallan demasiado al
alcance de la mano. No está mal para ser una cosecha de hielo en un lugar donde
todo te pasa por encima.
2 comentarios:
Tuve que ver esta película dos veces para poder apreciarla. Es cierto que la comedia negra es un género muy particular y no es lo mismo que te pille con un cuerpo que con otro. Me gusta ese toque clasicista del que hablas que hace que la película sea más contenida de lo que puede parecer, que no desbarre en ningún momento. En definitiva, una pequeña joya escondida que haces muy bien en reivindicar.
Por cierto ¿dónde se ha metido John Cusack? Me parece un actor de un talento enorme, uno de los mejores actores de su generación, el más grande alter ego que ha tenido nunca Woody Allen. Y sin embargo, me da la impresión de que es uno de esos que hubiera tenido que despedir a su agente a las primeras de cambio.
Abrazos recogiendo los adornos navideños
Yo creo que sí, que está muy contenida. Y a los que hemos visto dos o tres películas nos sorprende muchísimo habida cuenta de que detrás de las cámaras está Harold Ramis, que no destaca precisamente por su contención. Es evidente la huella de los Coen en todo el asunto ( y no sólo por el hielo) y también ayuda mucho que haya tanto buen actor dentro de la película. Además de Cusack y de Thornton, también están Oliver Platt en un papel estupendo y Randy Quaid. Lo cierto es que cuando la vi, hace alrededor de un año, me pareció sorprendentemente buena y es una película que pasó sin pena ni gloria por la cartelera.
Yo ya dije a propósito de "Grand Piano" que algo le pasaba a Cusack porque le veía que en el rostro no estaba muy bueno. Se le ve desmejorado y un poco mustio. No sé si tiene algún tipo de problema y no se ha publicado nada que yo sepa. Lo que sí es cierto es que, desde unos años hacia acá, el agente no ha sabido entender muy bien el gran, gran talento que tiene John Cusack y aparece en películas de muy segunda línea y, si aparece en alguna de primera, lo hace en un papel muy secundario. Un caso muy extraño.
Abrazos desde el Mercedes.
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