De
repente, ya no hay más risas, ni complicidades. Se acabaron las pintas de
cerveza compartidas y los atardeceres en la taberna. Ya no hay ganas de contar
los nimios acontecimientos del día alrededor de una mesa que huele a madera y a
barniz. Un amigo, ése de toda la vida, ése que ha estado contigo en los mejores
y en los peores momentos, ya no quiere saber nada más de ti porque considera
que eres un aburrido, un ser totalmente prescindible en su vida, una esquirla
que hay que tirar porque te has convertido en la interferencia de sus
pensamientos, en la dificultad de su inspiración, en la repetición continua de
unos días que nunca acaban, por mucho que quieras.
En una isla perdida de
Irlanda, en 1923, se abre un abismo de silencio incomprensible porque, de
alguna manera, hay que deshacerse de la desesperación, es necesario espantar la
soledad que está anclada firmemente en algún lugar del interior y darle vida al
alma, sacar a pasear el ánimo, mirar al mar con tranquilidad, sin ruido, sin
risas, sin charlas continuas y agobiantes. Ya es suficiente. No es pecado, pero
puede que no esté bien. Al fin y al cabo, cualquier acto que uno mismo lleve a
cabo puede afectar profundamente a otras personas. Incluso a aquellos a los que
no quieres hacer daño.
En los acantilados
grises y abruptos de roca y desolación, yace la decepción de un puñado de
sueños que nunca van a ocurrir. Quizá no consigas nunca ser amigo de quien
deseas, o no alcances a la mujer que crees como ideal. La muerte deambula con
un bichero en la mano, dispuesta a recoger barcas perdidas en un lago en el que
no trabaja Caronte, pero que sí se disfraza con noblezas que se combinan
peligrosamente con terquedades de carácter milenario. Es necesario salir de
Inisherin porque algo en el interior se corrompe, hiere y se infecta mientras
el silencio, en su interminable marcha sin charla, pudre todos los rencores,
por muy pequeños que sean.
Notable película la que
ha dirigido Martin McDonagh con dos actores que, en esta ocasión, resultan
espléndidos como Colin Farrell y Brendan Gleeson, con especial mención para el
primero al dotar a su personaje de unos gestos muy sugeridos que son
suficientes como para saber qué es lo que pasa por su limitado pensamiento. Irlanda
y sus paisajes improbables al borde del mar pone el resto en una película que
es comedia, pero que, sin duda, también es tragedia, poniendo énfasis en un
sentido del humor suave e interior mientras que van apareciendo todas las
frustraciones de unos personajes que no tienen rumbo porque tampoco poseen la
fuerza suficiente como para hacer que sus vidas se mantengan en esa aparente
tranquilidad que no es más que el reflejo de sus derrotas. Diarias,
permanentes, supersticiosas, fútiles. Tanto es así que el hecho más leve se
convierte en la mayor de las ofensas.
Así que es el momento de atravesar las distancias que separan esas casas aisladas del centro social representado por el bar. Allí donde se habla, se contesta, se canta, se interpreta una música que no quedará, al igual que la amabilidad se diluirá como la espuma de la cerveza negra va desapareciendo de la superficie del vaso. Ya no habrá dedos con los que señalar, ni grietas que cerrar. La nada será la motivación del nuevo día y las miserias seguirán ahí, dejando sus huellas en la arena de la playa. Sin ruido. Sin charlatanería de pasatiempo. Sin esa especial sensación que experimenta el corazón cuando la amistad es el día en una noche que nunca acaba. El camino es largo y el viento arrecia. Y la existencia de alguien se irá despedazando hasta quedarse en un solitario grito que nadie querrá escuchar.
3 comentarios:
Pues una de las películas del año, y sin duda mi favorita de entre las que que llevo vistas de las finalistas al muñequito esta edición (me quedan varias). En un registro muy distinto al de "Tres anuncios..." Mc Donagh vuelve a sorprender con esta variopinta galería de personajes que ya deberemos considerar como marca de la casa y va un paso más allá en su radiografía de las mezquindades de la condición humana. Porque la película es un viaje que parte de las luminarias de los acantilados irlandeses y va hasta lo más negro del corazón del hombre. Entiendo perfectamente que se catalogue la película como comedia, pero yo en ningún momento la he sentido como tal porque la he visto con una permanente sensación de angustia, de que algo malo estaba por llegar a la vuelta de la esquina y con el corazón encogido. En cualquier caso, cualquier sonrisa que esbozas se te hiela al instante.
La opinión más generalizada que veo y leo es la de gente que no ha entendido o no se cree la película (empezando por tu tocayo de iniciales y antecesor en el cargo de cronista mayor de la corte). Creo yo que tampoco entenderían o se creerían "Tres anuncios" o "Escondidos en Brujas" porque no me digas tú a mí que algunas cosicas de la McDormand eran muy normales. En cualquier caso, es una parábola y como tal hay que tomarla. Si por una vez hasta lo de "banshees" del original está bien que conecta mucho con el tema de la "santa compaña" y las "meigas". Pues eso, que está muy claro el trasfondo mitológico, con esa bruja que parece salida de "Macbeth" (Shakespeare-Coen-McDormand-Carton Burwell, asociación de ideas todo).
También dicen que no entienden a los personajes. Hombre, hay que ponerse en situación, Irlanda, 1923, una isla que no es más grande que mi pueblo, normal que acabes mal de la cabeza como casi todos los que vemos. Que lo del personaje de Gleeson está llevado muy al extremo, que no hay que tomárselo al pie de la letra todo (aunque para que luego digan que los aragoneses somos cabezones). Y una vez pasas eso, quién no se ha visto alguna vez en una de esas, ya sea en el bache de una amistad, en un desengaño amoroso... Quién no se ve reflejado en la impotencia del personaje de Farrel. Yo casi eché una lagrimita en la escena en el pub en la que se nombra a Mozart y al otro alemán. Ya sólo por eso merece el Oscar (quién nos iba a decir hace unos años que Farrel y Fraser estarían batiéndose el cobre en la foto finish por ver quién se lleva el muñequito,eh). Por cierto, que todo el reparto está muy bien, pero quien está definitivamente "sembrao" es Barry Kheogan, el bufón shakespereano que le faltaba a la tragedia.
En fin, que me tiraría ratos y ratos hablando de la peli. Que me ha encantao.
A las dos en el pub. Abrazos.
El otro día, en el grupo particular de whatsapp que tengo con la pandilla de unos cuantos amigos que han colaborado en los libros, dije que era una película que, a la vez, era divertida y desoladora y que eso la convertía en irlandesa. Anna Bosch, a quien adoro, me dijo que tenía razón que así era lo irlandés. Yo sí veo una comedia negra, un quítame allá esas pajas por dos tontadas, muy propio de las ofensas imperdonables del noble honor irlandés. Creo que los dos están excelsos, aunque, sí, quizá un peldañito por encima Colin Farrell (aunque, confieso, no me importaría nada que le dieran a Brendan Gleeson el Oscar al secundario, estaría encantado). Yo entiendo perfectamente a esos personajes porque tienen algo de la tontería española encima. Me ofendo por una bobada y no te perdonaré en la vida, so cabrón. Y la tensión va creciendo. Eso lo he visto muchas veces e, incluso, lo he padecido en carne propia con una chica de por medio a la que su novio creyó que quería enrollarse conmigo cuando no fue así ni por parte de ella ni por mi parte. La tensión fue creciendo y creciendo e, incluso, comenzaron a formarse bandos entre los amigos. Si me apuras, me faltaban los acantilados y el viento desapacible, pero ocurrió, ya lo creo. No llegamos a las manos porque no quisimos, pero terminamos sin hablarnos los tres.
En cuanto al Oscar al principal, sí, creo que se lo darán a Brendan Fraser pero, ojo, si gana Colin Farrell tampoco me parece nada injusto.
Sí me gustó la película, sólo que es una de esas que entiendo que no le guste a mucha gente porque no entran en el juego de honor, ofensa fácil y cabezonería de los irlandeses (en el fondo, es lo mismo que pasa en "El hombre tranquilo" sólo que Ford opta por ser simpático en todo momento). Barry Keoghan tiene un rostro interesante y esa declaración en el lago vale mucho. Es una escena en la que no pude con la pena y le comprendí en su vergüenza y en esa sensación de ridículo espantoso que todos hemos pasado alguna vez.
Abrazos con la pinta en la mano.
Pues esta también la pillé a trasmano y no encontraba momento para comentarla...vamos a ver si puedo ahora.
Lo primero es decir que me gustó mucho para que mi comentario tenga un homenaje al boyerismo.
Me pareció sensible, entrañable, irlandesa, melancólica, bonita, disfrutable, magníficamente fotografiada, y maravillosamente interpretada (habéis señalado al elenco masculino, pero Kerry Condon estaba muy por encima de Jamie Lee también).
Pero, todo tiene un pero aunque en este caso no anule nada de lo dicho anteriormente, me parece que es un poco fútil en el fondo. La anécdota de la película sirve para colocarnos en el tiempo, en el claustrofóbico mundo de espacios abiertos, pero sin salida, de una comunidad triste y sin futuro, bobalicona hasta el exceso, sin proyección, endogámica. Y eso está muy bien contado y es muy interesante aunque la anécdota sea una nadería.
No es una película que hable sobre la amistad, ni el amor, ni sobre la sinceridad, ni sobre complejos sentimientos íntimos. Salvo el personaje de la hermana nadie parece poder ofrecer algo mas. Son muñecos simplones que toman decisiones simples, desde el que niega a su mejor amigo hasta el que intenta recuperarlo. Uno ve a Farrel sufrir por el desapego, pero no tiene claro si le manda el corazón o simplemente está incomodo en una situación que no comprende. ¿Hay dolor o incomprensión?
No sé, pero hay algo que me falta (es una opinión puramente personal que no invalida para nada las virtudes de la película), hablamos de almas en pena y yo eché de menos algo más de alma.
En fin, que soy así de raro y que lo de ver las películas en la tele también hará que pierda un poco de atmosfera, seguro.
Abrazos escondido tras el muro
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