Una pluma, mecida por
el aire, va a posarse en un lugar cualquiera para contarnos un cuento. Un
cuento de heroísmo, de superación, de suerte, de destinos y carreras. La
historia de un hombre no demasiado inteligente, pero que siempre supo qué era
el amor. Un hombre que tuvo que luchar con el desprecio de muchos que
consideraban que estaba por debajo del nivel intelectual normal y que, sin
embargo, dio lecciones de cómo tenía que ser un hombre de verdad. Su vida fue
zarandeada de un lugar a otro para que, al fin, pudiera encontrar la paz. La
paz que solamente se siente cuando se está al borde de un lago con la única
huella que dejas en la Tierra. Sus piernas, antaño prisioneras, son hélices que
hieren el viento en busca de otro mañana apasionante. Y su mayor virtud
consiste en que no considera que nada de lo que le ha ocurrido sea demasiado
valioso. Ha conocido a varios presidentes, ha combatido en una guerra, se
arruinó con un negocio de gambas y después se hizo rico, fue campeón de
ping-pong, recorrió medio mundo a la carrera y, más tarde, simplemente se
cansó. Sí, ese hombre supo lo que era el amor porque siempre lo persiguió a
pesar de que no sabía apenas nada. Y tuvo una vida envidiable.
Él cuenta todo eso como
si fueran un buen montón de cosas no demasiado interesantes, como si conocer a
los distintos presidentes hubiera sido un acto protocolario en los que,
irremediablemente, se hacía pis; como si ganar la medalla de honor del congreso
por haber salvado a todos sus compañeros fuera una distinción menor dentro de
una vida que le lleva de una pasión a otra. Sin embargo, son pasiones que él
ejecuta de una forma mecánica como si le hubiesen puesto ahí para hacer eso,
para salvar vidas, para dar sentido a muchas otras, para que la chica que era
su “muy mejor amiga” encuentre un
rumbo definido y una razón para vivir. Quizá a algunos incluso eso les puede
parecer poco…
Corre, Forrest, corre.
Un niño te necesita. Tuerce la cabeza cuando está sentado igual que lo haces
tú. La pluma se irá, dejándonos con ganas de más. Y nuestra mirada ya no será
la misma después de haberte conocido, de haber corrido desaforadamente a tu
lado, de haber llorado con tus pérdidas, de habernos alegrado con esos éxitos a
los que tan poca importancia has otorgado. De alguna manera, ya te quedaste
para siempre en nuestros corazones. Quizá porque nuestra caja de bombones nunca
nos desveló cuál sería nuestro destino y el tuyo fue el de un personaje mágico,
de cuento, de ida y vuelta, de amor y ternura, de bondad y amistad. Nadie podría
pedir más. Corre, no pierdas el autobús, la pluma ya se va…ya se va…
2 comentarios:
Yo descubrí tarde lo gran película que era "Forrest Gump". Aquel año en los Oscars estaba "Pulp fiction" que quizá era una apuesta demasiado transgesora para la conservadora academia, pero oñe, también estaba "Cadena perpetua" que era un poco la candidata de consenso entre la Zemeckis y la radicalidad tarantiniana (el quinteto lo completaban "Cuatro bodas y un funeral", y la apreciable "Quiz show").
El caso es que debí superar mis prejuicios en algún pase televisivo hasta el punto de que me compré el Dvd y no te voy a decir que lo vea todos los días pero sí que lo habré puesto un par de veces. Es una película tierna y muy divertida con hallazgos ciertamente magistrales y un buen uso de la tecnología al servicio de la narración Y que habla con mucha sutilidad de temas muy serios y muy graves.
Gran reparto en estado de gracia con Tom Hanks y su pewlo a cepillo (en "The post" se nos ha vuelto a cambiar de loock con la raya pa un lao), la bella Robin Wright (¿era Penn entonces?), la eficaz Sally Field y el nunca bien ponderado Gary Sinise.
Abrazos pescando gambas
A mí siempre me pareció una gran película. Me hacía gracia aquellos detractores que decían que era una "película que no era posible"...pues claro que no lo era. Creo que una de sus grandes virtudes es que no escondió en ningún momento su condición de cuento. Un cuento, por otra parte, lleno de imágenes que se han quedado para la historia. ¿Quién no recuerda esa mágica secuencia en la que Forrest se libra de los molestos hierros de sus piernas y comienza a correr como el viento? Todavía se me saltan las lágrimas viéndola. Y, a pesar de tener la personalidad y el carácter de un niño, algo que me fascina del personaje es su capacidad para ser un hombre, por encima de muchos otros considerados "normales". Hanks realiza una extraordinaria interpretación (por mucho que otros no lo aprecien y digan que es un papel "facilón", yo no lo creo así) y el resto del reparto también. En cuanto a lo de la raya pa un lao, creo que forma parte de su caracterización de Ben Bradlee...aquel tipo que también mantenía a raya a Dustin Hoffman y Robert Redford en "Todos los hombres del presidente" como jefe de ambos y bajo el rostro de Jason Robards.
Abrazos sin resuello.
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