No
basta con una explosión emocional para hacer creer a todo el mundo que se posee
el talento. El trabajo de actor es agotador, hay que pensar todo el tiempo como
se supone que lo haría el personaje que se está interpretando. Hay que esperar
y trabajar en el interior y en el exterior para que esa reacción, sea cual sea,
llegue a parecer creíble. Y aún más si se quiere dirigir en cualquier campo de
la representación. Hay que saber contar, saber narrar, saber orientar, saber
liderar. Y pocos, muy pocos en la historia del cine han sabido hacerlo
realmente bien más allá de sus excentricidades o extravagancias.
La ilusión por triunfar
puede fabricar verdaderos espejismos. Se puede llegar a creer que se está
realizando algo sublime cuando se está cayendo en el ridículo más espantoso. Y
aún llega a horrorizar más el hecho de que se haga algo tan mal, tan infecto,
que despierte a verdaderas legiones de adoradores que se inclinan por lo
diferente, por la certeza de que aquello que se está viendo es lo peor del
mundo, pero que, en el fondo, tiene mucha gracia. Y es que, si miramos a
nuestro alrededor con cierto detenimiento, nos daremos cuenta de que hay mucha
gente rara en el mundo.
No todo se suple con la
fuerza de la voluntad. Y, ni mucho menos, alguien verdaderamente creativo se
puede dejar arrastrar por una continua actitud enmascarada en la apariencia.
Nadie es Stanley Kubrick por tener una cámara en la mano. Nadie es Alfred
Hitchcock por tratar a los actores como ganado. Es el absurdo de unos tiempos
que coronan a la auténtica mediocridad precisamente porque es mediocre. Es
fácil reírse. Es fácil ridiculizarlo todo. Y aún más fácil es subirse en el
tren de esa risa para enaltecer lo que no tiene ni la más mínima justificación
de arte.
Aunque las opciones de
James Franco como director no sean siempre las más adecuadas, hay que reconocer
que la historia que se decide a contar en esta película tiene su gracia. La
personalidad misteriosa y, a la vez, grotesca de Tommy Wiseau, un tipo que
llegó a interpretar y dirigir una película infecta como The room mientras se gastaba una auténtica fortuna de origen
desconocido, llega a ser apasionante bajo el ojo de Franco que pone de
manifiesto el ridículo entorno de Hollywood por el que tantos se afanan por
triunfar. Para ello, tiene un guión que arranca unas cuantas risas, cuenta con
unas cuantas apariciones especiales de cierto peso y también con su propia
interpretación, tan tirada y estupenda que acaba por ser un soplo de aire fresco.
Inevitables son las
comparaciones con Ed Wood, de Tim
Burton, pero Franco opta por averiguar los miedos de su protagonista,
llenándolo de frustraciones que siembran de dudas su supuesto talento que, por
supuesto, resulta inexistente. Maravillosas resultan sus secuencias de alto
nivel emocional en la que, con una torpeza casi indescriptible, trata de imitar
a Marlon Brando en Un tranvía llamado
Deseo. Franco, sin ruborizarse, nos dice de alguna manera que soñar es
gratis aunque, a veces, es insufrible. Y eso, en el fondo, tiene un cierto
mérito que se balancea con soltura entre la perplejidad y la pasión. Al fin y
al cabo, es posible que cualquiera que tenga una cámara se crea que es Stanley
Kubrick (otra cosa es que lo sea). Y ejemplos los hay a millares.
2 comentarios:
Hi César
No sólo me parece una de las comedias más divertidas de los últimos tiempos, me parece muy inteligente la forma que tiene de reírse de todo. Desde luego es lo mejor que ha hecho Franco en su vida, no sólo desde la silla de dirección sino también a nivel interpretativo. Es un torbellino que pasa por encima de la película y clava al ínclito Wiseau de una forma absolutamente asombrosa. Y por si nos quedara algún resquicio de duda a todos aquellos masoquistas que por curiosidad nos acercamos a ver "The Room" - está fácilmente localizable en youtube con subtítulos, inenarrable esa mezcla de puesta en escena de peli porno con diálogos de culebrón venezolano- me parece un acierto las escenas previas a los títulos finales en las que se intercalan tomas de la película original y del film de Franco.
Yo desde luego me reí e incluso me carcajeé en no pocas ocasiones con las andanzas de este descerebrado - no se me ocurre otro adjetivo. Y Franco lo clava, porque no debe ser nada fácil interpretar bien a un mal actor (que se lo pregunten a Richard Dreyfuss que tiene un Oscar por ello). Yo desde luego espero que gane este domingo el Globo de Oro de actor de comedia, y que lo nominen al Oscar. Fijo que está a la altura de los que ya suenan como candidatos al triunfo; Gary Oldman, hipermaquillado y caracterizado de Churchill y Day Lewis que seguro que estará tan intensísimo como siempre en la de PTA.
La única frustración que me queda después de haber visto la peli es no haber reconocido ni a la mitad de las celebritys que aparecen en los distintos cameos (y la de haber confundido a Ethan Coen con J.J Abrahms).
Abrazos desde la limusina
Desde luego, yo también me divertí bastante con la película y la creación de Franco en el personaje principal puede llegar a ser mítica. Sin embargo, voy a dar un matiz a lo que expones: me parece que el guión es mucho mejor que la dirección. Aún reconociendo que es lo mejor que ha dirigido Franco, no me parece, ni mucho menos, una película que esté estupendamente dirigida (la secuencia del desnudo, por ejemplo, está hecha con los pies, lo que pasa es que es divertida y uno no se fija demasiado). Lo de "The room" está más que superado. Ya hubo una corriente en los noventa que reivindicaba la película como una basura tremendamente divertida. Muy original lo de la comparación de escenas y se puede comprobar que ahí sí Franco se emplea bastante a fondo.
En cualquier caso, el Oscar de Dreyfuss me parece más meritorio. Entre otras cosas porque en "La chica del adiós" no me parece precisamente que interprete a un mal actor sino a un tío del método que tiene que hacer un papel que, desde el principio, le parece que está mal enfocado (y lo está), lo cual, evidentemente, retrasa su ascensión a la cima.
Creo que la película sí que tendrá dos o tres nominaciones y que vamos a ver lo que Franco (de carácter más bien voluble y algo imprevisible en su trayectoria) puede hacer a partir de ahora. También veremos lo de las nominaciones. No ha habido grandes títulos, lo que hace que la terna vaya a estar muy competida. No me atrevo aún a decir nada.
Es que Ethan Coen, qué caramba, se parece bastante a J. J. Abrams. Eso no hay quien lo discuta.
Abrazos desde la butaca.
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