Gente…
Gente
que necesita a gente,
Es
la gente con más suerte del mundo.
Somos
niños, necesitando a otros niños,
Y
todavía dejamos que nuestro orgullo crezca,
Escondiendo
dentro de nosotros todas nuestras necesidades,
Actuando
como niños más que los niños.
El camino de la comedia
siempre está pavimentado con el drama. Una chica que es incapaz de actuar en
serio, que canta como los ángeles y que, sin embargo, puede arrancar una
carcajada a ese público que actúa como los niños, tratando de encontrar un
rincón donde recordarse a sí mismos que la vida merece la pena. Fuera
etiquetas. Fuera estúpidas convenciones sociales. Hay que reír porque la vida
necesita, ante todo, el humor de todos para seguir adelante. Fanny Brice, la
chica que convertía lo más serio en divertido, lo sabía muy bien.
Amantes,
una gente muy especial,
Es
la gente con más suerte del mundo,
Con
una persona, una persona,
Una
persona muy especial, una persona muy especial.
Y ahí, en la cresta de
la ola, Fanny encuentra a esa persona tan especial. Elegante, distinguido,
atractivo, único. Es ese hombre que hace que ella se sienta, a la vez, muy
especial. Él obra el milagro de no dejar ninguna duda sobre la auténtica valía
de Fanny. Él hace que el mundo tenga sabor, tenga color, tenga música aún fuera
del escenario. Sus ojos hablan de amor. Su boca atrae hacia el beso. Sus
palabras y sus gestos hacen que el mundo sea un lugar con clase. Fanny, por
fin, ha convertido lo divertido en serio y ahí es donde comienza la vida.
Un
profundo sentimiento en el alma,
Que
dice que eres la mitad pero que estás completo,
sin
más hambre ni sed,
para
ser la primera persona que necesita gente,
gente
que necesita gente,
la
gente con más suerte del mundo.
Y todo, comienza a ser
poco. Él no tiene más remedio que vivir de ella porque, siendo un jugador de
ventaja, tiene sus rachas. Puede ganar millones y perderlos la noche siguiente.
El orgullo crece y, quizá, quiere sentirse hombre cuando sabe que, comparado
con ella, no es ni la mitad. Sí, ella le necesita, pero no lo tiene. Sólo tiene
sus tablas, sus números musicales, sus partituras, sus letras de neón en lo más
alto del cartel. Quizá, para ella, también comienza a ser poco hasta que tiene
plena conciencia de que nadie hace reír con elegancia como lo hace la gran
Fanny Brice.
Y así, con esta
biografía más o menos novelada de una gran actriz cómica, Barbra Streisand
consiguió su único Oscar a la mejor interpretación femenina del año. William
Wyler dirigió con su habitual precisión, con unos escenarios excepcionales, con
algunos momentos de alta comedia incluso integrados en algunos de los números
musicales. Omar Sharif paseó su distinción en un personaje que no estaba
demasiado alejado de sí mismo. Y así, de alguna manera un tanto misteriosa,
comenzamos a ser esa gente que necesita gente para pasar un rato de buen cine…
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