martes, 7 de enero de 2020

THE COMMITMENTS (1991), de Alan Parker



Juntar a varios músicos de procedencia obrera para hacer un soul proletario no deja de ser un ejercicio de equilibrista. Más que nada porque ninguno de ellos ha conocido el éxito y no tienen ni idea de que es una bestia insaciable que destruye amistades, infla egos y machaca complicidades. Sin embargo, en la Irlanda deprimida de principios de los noventa tal vez merezca la pena. Basta con coger a unos cuantos que sepan tocar, que estén dispuestos a ensayar fuera de las horas de trabajo, con tres chicas de voz melódica para enmarcar el conjunto. Sin embargo, no todo sale lo bien que debería. El tipo que maneja el saxo quiere evolucionar en su música como si fuera un lumbreras del soplo y comienza a meter acordes de jazz. El solista, dueño de una voz privilegiadamente quebrada, es un grosero que se cree el mejor. El trompetista, ave veterana que ha tocado allí y allá con los mejores, sabe más que nadie que tantas horas juntos acaban por pagar tributo en la cama con las chicas y una detrás de otra. El batería acaba abandonando la banda porque no aguanta a ninguno. El teclista, siempre en segundo plano, también quiere algo de protagonismo. Las chicas son más ligeras de lo que cabría esperar. Y, por último, el chico que les lleva la representación tiene que lidiar con este rompecabezas musical sólo para que tengan una posibilidad en el competitivo mercado discográfico.
Y es que el camino del éxito está jalonado de fracasos y estos novatos no lo saben. Habrá que tocar en muchos tugurios gratis y tragar muchos orgullos. Y, justo cuando están a las puertas del gran salto, cuando se les ofrece grabar su primer disco y van a ser elogiados por uno de los más grandes, más vale deshacerse de todo. Ya no son ni músicos, ni obreros, ni proletarios, ni nada. Sólo un cúmulo de envidias y posturas que acaban llegando a las manos. Luego, quizá, alguno llegue a ser algo en el mundo de la música, pero nadie se acordará de aquel grupo que tenía todo para triunfar, que cabalgaba sobre un Mustang que se llamaba Sally, que esperaba con ilusión la hora de la medianoche o que lo intentaba para dar un poco más de ternura. ¿Qué más da? Los sueños se rompen con la misma facilidad con la que se construyen y cuando se tienen muy cerca es muy posible que ni siquiera seamos capaces de reconocerlos. Y Los Commitments se quedaron en la nada del intento.
Alan Parker dirigió una estupenda película sobre el éxito y sus tributos cuando todavía no hay éxito y tocó la comedia, el drama, el realismo, con una fantástica banda sonora que ya se ha convertido en mítica. Y, por una vez, se transita por senderos nada previsibles porque ni un solo tópico aparece, convirtiéndose, de alguna manera, en un musical deconstruido que ni siquiera juega con las ilusiones del espectador. Algo complicado para un público al que le encanta viajar por los caminos de neón.

2 comentarios:

dexterzgz dijo...

Bonita forma de empezar el Año que te deseo venturoso y lleno de buen cine.

Recuerdo perfectamente la tarde que vi esta película con dos buenos amigos que aún lo son y que recuerdan a menudo conmigo lo bien que lo pasamos y el maravilloso rollo que nos puso la peli. Yo por entonces no sabía quién era Alan Parker, pero con el tiempo creo que está entre sus mejores títulos.

Y la banda sonora espectacular. Con un puñado de buenas versiones del soul de siempre. Creo que el grupo funcionó un tiempo y su cantante inició carrera en solitario publicando algún disco.

Abrazos "in the midnight hour"

César Bardés dijo...

Bienvenido y bien hallado seas, amigo Dex. Lo mismo para ti.
Cuando se estrenó era una época en la que estaba muy de moda el cine "proletario" inglés. Ahí estaba Ken Loach haciendo de las suyas a todo plan y también estaba Stephen Frears con "Café Irlandés" y "The van" y me sorprendió mucho que un director como Alan Parker se pusiera a estas lides. Pero estaba tan saturado que la dejé pasar y la recuperé como cuatro o cinco años después en alquiler de videoclub (qué tiempos) y me arrepentí de haber pasado. Me parece una película excelente, que te deja con ese regusto de decir "vaya, no llegan a triunfar" y que, sin embargo, sabes que son buenos, muy buenos. Me encantó ese "Mustang Sally" que casi siempre llevo en el coche además de "Midnight hour" o "Try a little tenderness" en versión soul. Tiene grandes momentos y, además, es una radiografía sobre la vanidad y de cómo crece sin apenas tener razones para ello. Me pareció que, efectivamente, es una buena película para arrancar el año.
Abrazos cabalgando a Sally.