martes, 24 de marzo de 2020

TIC...TIC...TIC (1970), de Ralph Nelson



Un barril de pólvora a punto de explotar. En un condado del sur de los Estados Unidos, en plenos años sesenta, con la lucha de los derechos civiles en toda su efervescencia, se elige a un sheriff negro. Y es que allí, donde el calor se pega con tanto afán que la piel se vuelve agua, hay una mayoría de votantes de color y ya están hartos de que los blancos hagan de la ciudad su jardín particular. Y el anterior sheriff no es que sea mala persona. Ni siquiera es racista. Sólo desarrolla una cierta enemistad hacia el tipo que le ha quitado el puesto, pero nada más. Así que cuando las cosas se ponen feas, el comisario actual le pedirá ayuda. Y se van a poner feas de verdad.
Sí, porque, desde luego, Jimmy Price, que así se llama el nuevo representante de la ley, tendrá que hacer frente a la hostilidad evidente de la población blanca. Le pondrán malas caras, y tendrán contestaciones de manual de primero de racismo. Pero esa hostilidad dará un paso al frente cuando ponga a buen recaudo al hijo de terrateniente de un condado vecino que, por supuesto, es blanco. E, incluso, las cosas empeorarán más adelante porque Price irá a por el padre. Eso no se hace por mucho que se lleve una placa. Es más grande el color de su piel, Jimmy. No, si al final ese tiznado se va a creer que es un policía de verdad…
La película, dirigida con una corrección admirable por parte de Ralph Nelson, no duda en crear todo un estudio de la naturaleza humana aprovechando la situación inusual que se plantea en ese condado imaginario del sur. Sin duda, sigue la estela del éxito que tuvo En el calor de la noche, de Norman Jewison, aunque esta vez el policía no sea tan inteligente como aquel Virgil Tibbs que interpretaba Sidney Poitier. Si hay alguna virtud que puede adornar la personalidad de Jimmy Price es su perseverancia y su convencimiento en el cumplimiento de la ley en un estado que se atreve a desafiar esa misma ley atendiendo a sus prejuicios. Para interpretarlo, Jim Brown hace un buen trabajo, basado más en la presencia que en sus recursos, y está muy bien acompañado por George Kennedy y el siempre estupendo Fredric March como el alcalde de esa ciudad a punto de explotar. A destacar también la labor de Clifton James como ese tipo que actúa de forma racista sólo en apariencia. Y es que ser aceptado por los poderes fácticos que se mueven a través del rechazo no deja de ser toda una tentación.
Así que no olviden pasarse por el Condado de Colusa. Allí, dicen, hay un policía de color que trata de hacer justicia por una violación. Es un tipo íntegro que tiene que hacer frente a demasiados odios, demasiadas afrentas, demasiados desafíos y puede que no le venga mal un poco de ayuda. Bastará con que, después de introducirnos en su historia, digamos que todos los hombres son libres e iguales, sin importar el color de su piel.

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