Alex se despierta una
mañana y no recuerda nada. Sólo tiene una pista bien grande. El tipo que está
muerto a su lado en la cama. ¿Un cliente? ¿Un ligue? Está muerto. ¿Lo ha matado
ella? ¿Demasiado alcohol? ¿Demasiado fuerte como para recordar lo que ha
pasado? Alex no lo sabe. Todo es un enigma que no sabe resolver porque ella
sólo es una prostituta de cierta categoría que ha ido con todo aquel que ha
puesto el dinero por delante. Sólo hay un fulano, un ex policía ahogado en
alcohol que puede ayudarla. Está de vuelta de todo y quizá posea unas
facultades un tanto mermadas, pero algo del instinto del viejo sabueso puede
conservar. Y todo apunta hacia un chantaje cuidadosamente planeado en el que
Alex puede desempeñar un papel fundamental. La sensación de atontamiento va
pasando según transcurre la mañana. El asesinato debe ser resuelto. La
prostituta tendrá que tomar cartas en el asunto. Y quizá sea el peón más débil
de la partida de ajedrez que se ha planteado.
Sidney Lumet dirigió
con buen tino esta película que brilla por sus dos intérpretes principales como
son Jane Fonda y Jeff Bridges. Dentro de un misterio, subyace un drama porque
la prostituta que encarna Fonda, en realidad, está dando sus últimas bocanadas
dentro del negocio. Ya empieza a dejar de ser atractiva para pasar con ella una
noche loca y las preguntas sin respuesta la asolan por doquier. Demasiados
ceros teñidos de verde, demasiadas copas, demasiado todo. Es la hora de ir
pensando en la retirada y el único espejo que tiene para verse es ese antiguo
policía que tiene la vida hundida y el pensamiento brumoso por el alcohol. La
chica va a tener que luchar contra cosas que desconoce. Tal vez escuchó lo que
no debía en algún lugar. Tal vez estuvo con el hombre equivocado. Tal vez,
después de todo, ella sí tenía algo que ver con el asesinato. Todo son
interrogantes de difícil respuesta. Y la noche se cierne sobre ella para que el
silencio sea su próximo cliente.
Y es que las profesiones de riesgo entrañan cierta dificultad porque, en cualquier momento, te puedes encontrar con cosas que no habías buscado, ni querías escuchar. Que parezca todo un crimen casual de una tipa de la calle que se ha pasado con las rayitas de coca. Así no habrá duda de que ella no era trigo limpio y que el fulano que estiró la pata a su lado tampoco podía ser nada bueno. A la mañana siguiente, en los pesados márgenes de los párpados macilentos, el pensamiento avanza despacio, sin ninguna claridad, sin más objetivo que alcanzar el segundo siguiente con las luces dadas. Y sólo se quiere un escondite hasta la noche, hasta ese momento en que la penumbra disfraza todos los miedos, todos los errores, todos los caminos y todas las vueltas. El amigo, entre las sombras, no se sabe de qué lado está hasta que no desvela sus actitudes. A partir de ahí, todo entra en el viejo juego de las ambiciones que no deben ser truncadas porque la chica de todos esté en el momento menos adecuado en el lugar menos indicado.
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