¿Quién no ha querido
desasirse del abrazo de la rutina? ¿Quién no ha querido emigrar a lugares donde
el aire es más limpio, el tiempo es más largo y el amor es más eterno? Ahora
estamos muy cerca de conseguir la proliferación de agencias de viajes como la
que aparece en esta película. Esa que promociona una y otra vez,
machaconamente, el deseo de que usted, o yo, o cualquiera, podemos hacer
realidad nuestros sueños sin moverse de una silla, digamos, parecida a la de un
dentista. Incluso podemos diseñar las aventuras que queremos correr y éstas
pueden ser plácidas o excitantes, con una compañera con cara de viciosilla o un
camarada de musculitos desarrollados y cerebro en estado letárgico. Lo que
queremos. Sólo hay que ir y pedirlo.
Sin embargo, como toda
inmersión en mundo irreal, eso puede tener sus peligros. Quizá uno de los
diseños más apreciados de la agencia de viajes sea el hecho de no saber si se
está viviendo un sueño o se está soñando una vida. Tendrá que moverse por
traiciones, cambios de personalidad, viajes a Marte, una colonia que dista
mucho de ser paradisíaca, espías, saboteadores, resistencias a un mundo que se
empeña en organizar hasta lo que se tiene que imaginar…Es un desafío que habrá
que discernir porque llegará un momento en que todo parecerá muy real dentro de
la apariencia del sueño. Puede que una gota de sudor resbalando por una frente
sea el elemento que marque la diferencia, o que ese sueño prediseñado sea tan
maravilloso que bien merece la pena seguir adelante. Lo que usted quiera. Sólo hay
que ir y pedirlo.
No cabe duda de que el
director Paul Verhoeven se decantó por una estética muy cercana al cómic a la
hora de realizar esta película y que acaba por ser uno de los títulos más
salvables de Arnold Schwarzenegger. Más que nada porque la historia de Philip
K. Dick en la que se basa tiene unos cimientos fuertes para enganchar a todo el
que ose acercarse y, desde luego, la intriga, la aventura y el misterio están
presentes a lo largo y ancho de esta alucinación que camina entre la distopía y
el futurismo. El resultado es una película que llega a ser vibrante, como una
buena pelea en un pasillo de un hotel cualquiera, intentando dirimir si esa
persona con la que estás luchando es tu mujer o un agente del enemigo tratando
de acabar con esa dulce sensación de ser algo para alguien en un mundo en el
que impera la nada. Lo que usted quiera. Sólo tiene que ir y pedirlo.
Así que ya saben. No se aburran. Aprecien lo que posean. La salida fácil no está en una aguja hipodérmica que le proporcione un viaje sin traslado en los confines de sus propias fantasías. Tan malo es el apego excesivo a la realidad como la entrega total a la imaginación más escondida. ¿Quién no ha querido alguna vez salir pitando de una vida gris, estúpida y que se está vaciando a cada minuto? Todos. El secreto está en salir, también de vez en cuando, de ese estado semiinconsciente de gusto por lo imposible. Aunque, a veces, sea posible. Lo que usted quiera. Sólo hay que ir y pedirlo.
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